domingo, 21 de diciembre de 2014

EL PAISAJE

“¿Pero que es lo que veo? Del aeropuerto de Albrook, ubicado detrás del Cerro Ancón, sale un helicóptero mucho más chico que aquellos que habían estado ametrallando a la población en las calles. La pequeña nave se dirige sin mucha velocidad hacia el área de Amador y estando sobre las exclusivas mansiones de oficiales norteamericanos, gira hacia el Chorrillo y se detiene en lo alto. Inclina su fuselaje y dispara, sin ruido, una delgada estela de luz color lila, que por su ángulo se dirige hacia la hilera de frágiles casas ubicadas en la orilla de la Avenida de Los Poetas y la calle 26 Oeste. Al tocar tierra se produce un pavoroso ruido acompañado de impresionantes llamas de múltiples colores que se expanden rápidamente por todo el sector; el fuego se propaga fácilmente entre las construcciones de maderas viejas. Noto que la pequeña nave, de poderosa capacidad de destrucción incendiaria, regresa sin apuro por la misma vía por la que apareció.”
Américo Alvarado Guadamuz
Estuve frente a ese paisaje. Atónito. Abrumado. Aplastado. Vencido. No podría decir cuantos minutos estuve contemplándolo, ni describirlo con precisión científica, mi memoria prefirió registrar, esencialmente, la sensación que despertó en mí verlo. Fue de descubrimiento. Descubrimiento de mi dolor. De comprensión. Comprensión de mi dolor. Y mi dolor era el dolor  de muchos; me hubiera gustado decir que de la patria, pero ese día había dos patrias, había dos naciones con el mismo nombre y sentimientos opuestos, encontrados.
Esa tarde del 22 de diciembre de 1989 yo estaba contemplando la destrucción que sufrió una de las dos Panamá. Estaba en aquella localidad del barrio de El Chorrillo conocida en ese entonces como El Límite, casi parado sobre el lugar donde me dijeron recogieron las restos de mi amigo Demetrio López; mi mirada estaba dirigida hacia la calle 27, sólo veía en pie el multifamiliar llamado 24  de diciembre y la iglesia de Fátima. Todo lo  demás era humo y escombros. Me contaron que a Demetrio le cayó una inmensa e incendiada viga de madera que lo aprisionó en su propia casa y lo calcinó en vida. Fue a la una de la madrugada.
Cuando inicié mis estudios universitarios vi una película sobre la guerra de Viet Nam, Apocalipsis ya; en una de sus escenas terribles, después de un bombardeo con NAPALM, un alto oficial yanqui olfateaba el aire y afirmaba muy ufano su alegría por sentir el olor de la victoria. 10 años después, aquella tarde del 22 de diciembre de 1989, también sentí un olor, pero era  desagradable, era el olor de miles de libras de carne quemada; carne de perros, de gatos, roedores, el olor a carne quemada de seres humanos, de mujeres y niños, de hombres y ancianos. El olor de la carne quemada de mi amigo Demetrio López.
A pocos kilómetros de mi punto de observación ocurría otro incendio. No era de flamas sino de aplausos tan o más destructivos que el mismo fuego. En calle cincuenta la otra Panamá celebraba la liberación. Nunca me acerqué a calle cincuenta, ni cuando allí se realizaban las manifestaciones de pañuelitos blancos contra la dictadura de Noriega y ni mucho menos en aquel diciembre cuando celebraban la impotencia de no haber sido capaces de zafarse del tirano.

Hace 25 años estuve frente a ese paisaje desolador que fue la destrucción por llamas del barrio de El Chorrillo. Quedé atónito. Abrumado. Aplastado. Vencido. No podría decir cuantos minutos estuve contemplándolo, ni describirlo con precisión científica, mi memoria prefirió registrar, esencialmente, la sensación que despertó en mí verlo. Nunca podré olvidar ese dolor. Aún lo sufro. Tampoco la vergüenza que todavía siento al recordar los aplausos de calle 50.

lunes, 8 de diciembre de 2014

MAMÁ TE NECESITAMOS

“Si al hombre no se le hace creer que tiene que ser agresivo, la mujer no será sumisa. Si al hombre no se le enseña que tiene que ser controlador, la mujer no será controlada."
Emma Watson
Hay quienes afirman que el agente portador del machismo, quien lo transmite de una generación a otra, es la mujer en su función de madre; por supuesto que eso es discutible, no creo que el asunto sea tan simple como en el caso del dengue o la malaria. También temo no faltaría el talibán que propondría resolver el asunto de forma parecida a la eliminación del mosquito. Lo que sí es cierto es que la madre tiene un papel importante en la solución del problema.
Pero nadie puede aportar su granito de arena en la erradicación del machismo de nuestra cultura, sin romper con los esquemas de género construidos en las mentes de mujeres y hombres, precisamente, por nuestra cultura.
Por ese motivo, además de felicitar a las madres en su día, a todas sin excepción, me inclino a alentar a las mamás de mi patria a criar seres humanos y no hombres y mujeres. A olvidares del celeste del niño y el rosado de la niña, del muñeco de acción para el niño y la muñeca con cuerpo y cara de modelo para la niña. Mamás olviden, por favor, que los niños sacan la basura y que las niñas friegan los platos. Sé, y lo sé muy bien, que muchas mujeres si olvidan estas y muchas otras prácticas puede que tengan que enfrentar conflictos con sus parejas que, incluso, podrían alcanzar niveles de violencia. Pero también sé, y lo sé muy bien, que si no se hace algo radical en la crianza de los infantes de hoy en día, las infantas de mañana vivirán en condiciones iguales o peores a los de las épocas de la barbarie. ¡Felicitaciones, de nuevo!

domingo, 30 de noviembre de 2014

JURA DECIR LA VERDAD…


“Hay cosas que son indefinibles; por eso digo que mi religión es misticismo puro, porque admito que hay cosas que no tienen explicación ni pueden definirse; tan sólo pueden conocerse a través de la experiencia, tras haberlas vivido. Si tratas de pensar en ellas, se te escapan...La vida es una experiencia.”

Osho

Recientemente una entrañable amiga, Isabel Herrera, me invitó a que conversáramos y respondiéramos esta pregunta: ¿Y dónde se encuentra la verdad?  Voy a dar un par de rodeos antes de abordar el tema. Espero no enredarme.
Primer rodeo. Hace unas semanas atrás, en el colegio donde laboro, un estudiante que pública y constantemente declara que es cristiano, me comentó asustado la última película que vio; en ella el personaje central era el héroe griego Hércules, parece ser que el filme procuraba probar que el personaje no pertenecía a ningún linaje olímpico, que no era hijo de ningún dios, que era un simple mortal; al joven eso le preocupaba. Me parece que temía que el público asistente concluyera que si los dioses no tienen hijos es porque no existen. Subrayo los dioses. Los dioses. Plural, no singular.
Segundo rodeo. En las redes sociales hay debates que muy pocas veces llegan a tener alguna altura; uno de los temas que más chispas provoca en las pantallas de los ordenadores, y que es uno de los más inútiles, es el que separa a creyentes de no creyentes; por lo general, el argumento más esgrimido por ambos bandos es el mismo, pero en sentidos opuestos: ¡Tú no tienes evidencia de que dios existe! ¡Tú tampoco tienes pruebas de su inexistencia! Esto en lógica se llama argumentum ad ignorantiam o llamada a la ignorancia y consiste en sostener la verdad con la ignorancia y no con el conocimiento.
Tercer rodeo. Hay un sacerdote que cada cierto tiempo lo entrevista alguna televisora. Habla sobre diversos temas, pero invariablemente termina hablando del infierno. Y por la cara que pone, no de asustado sino de asustador, me parece quiere dejar bien claro la seriedad de su amenaza a todo aquel que no comulgue con su prédica.
Y ahora al grano. ¿Por qué un monoteísta prefiere defender el politeísmo antes que dejar un espacio por donde se pueda filtrar el ateísmo? ¿Por qué supuestos seres pensantes se enfrascan en discusiones que de antemano saben son perder el tiempo? ¿Por qué el diablo y sus aposentos se convierten en un tema recurrente? ¿Y por qué mis tres rodeos involucran a Dios? Porque según la definición clásica de Dios Él es omnisapiente y todo poderoso. 
Esa definición conjuga a la verdad con el poder, convirtiéndolos en una misma cosa.  ¿Qué dónde se encuentra la verdad? Según lo que dejan entrever mis rodeos, la verdad está en manos de quien tiene el poder. Dios, el sacerdote, el rey, el presidente, el empresario y mucho más en manos del empresario dueño de un medio de comunicación social. Por lo menos así es cuando hablamos de la verdad que está plasmada en los libros de historia y registrada por los noticieros televisivos.
Una de las cualidades del poder hegemónico es no permitir la proliferación de otros poderes. Siguiendo esta línea de pensamiento, interpreto que el muchacho mencionado en mi primer rodeo, puesto que no tiene la fuerza suficiente para disuadir a quienes difieran de su creencia, prefiere cuidar su habitad de algún escondido no creyente, aunque eso signifique tolerar una creencia pagana. Los discutidores de las redes sociales simplemente buscan ejercer su propio poder vociferante. Y el sacerdote obsesionado con el infierno quiere ejercer su poder a través de la siembra del miedo. Así las cosas, me parece que en los tres rodeos la verdad emana del poder. Y el poder debe ejercerse o deja de ser poder. Así que ha imponer la propia verdad.
La verdad de los poderosos se impone como la verdad de todos y es porque ella los inviste con la dorada autoridad que justifica el beneficiarse del poder; por eso los autoritarios insistieron, insisten e insistirán en tener la exclusividad sobre la verdad. Mientras la posean son jueces, si la pierden serán acusados.
Lo paradójico o más bien ridículo de esta situación es que aquellos que no gozan de los beneplácitos del poder real, se contentan, por ejemplo, con inútiles discusiones cuyo inservible motivo es ser quien diga la última palabra. Un simple espejismo.
Ese asocio entre la verdad y el poder, afortunadamente, hoy motiva gastos ingentes de dinero en investigaciones científicas. En otros tiempos, supongo que el gasto se haría en otras ramas del conocimiento, siempre y cuando justificaran el poder en manos de las elites. Tal vez en astrología, teología o filosofía. Es que para que la verdad invista de autoridad a quien la pregone, la verdad tiene que ser verdadera. Por lo menos ser verosímil. Cuando eso no ocurre, cuando la verdad de los poderosos no está sostenida por el conocimiento, será la fuerza quien lo haga.
Otro punto a tomar en cuenta. No se puede saber donde encontrar la verdad, sin saber que buscar. ¿Qué es la verdad? Esta pregunta es más peliaguda. Vamos a ver si por lo menos me aproximo y eso va a ser un verdadero lío.
Y lo es porque me considero un escéptico. Dudo sobre cualquier concepto que me sea presentado y lo bombardeo con preguntas y más preguntas. También tengo una visión realista del conocimiento, es decir, si la verdad existe, existe en la realidad. Pero para terminar de complicar el asunto, lo real no es más que un acuerdo entre aquellos que osan definir a la realidad. Esa es la razón por la cual creyentes y no creyentes se enfrascan en sus discusiones, que a la postre resultan no ser tan inútiles, pues quien domina la realidad se adueña del mundo. Ambos grupos afirman que su pregón es la más correcta aprehensión de la realidad.
Pero bueno, acordemos que lo real es aquello sobre lo cual se puede recoger evidencia medible y atestiguable. Dadas así las cosas, la verdad es aquello que la evidencia indica que lo es. Ahora desacordemos, como doy prioridad a la existencia sobre la esencia, concibo a la verdad como un conjunto de procesos que constantemente están ocurriendo, que nunca paran y que en la observación de su acontecer se puede recopilar datos que atestiguan su realidad. Quizás lo más adecuado sea, entonces, hablar de las verdades. O quizás de ópticas o puntos de vistas de una verdad mayor. Porque es necesario añadir otro elemento complicador, esos procesos que están ocurriendo fuera de nuestra mente, son interpretados por ella, nuestra mente, así que el mundo objetivo lo observamos desde nuestra subjetividad. Ni la tecnología nos salva del ser parciales.
¿Me enredé? Pienso que sí. Bien, lo que intento decir es que la verdad es la realidad y la realidad está aconteciendo fuera de nuestra mente, pero lo que observamos de la realidad es interpretado por nuestra subjetiva mente; por lo tanto, la verdad no es cien por ciento objetiva. Siempre habrá un grado de incertidumbre en todo planteamiento, en toda definición.
Todas las dificultades que he mencionado: el deseo de poseer la verdad para ejercer el  poder, la subjetividad en la percepción de la realidad y otras más, me obligan a preguntarme si responder la inquietud de mi amiga Isabel no es más bien un problema ético.
Tal vez encontrar la verdad se trate de un asunto que bien puede favorecer el dialogo. Un autor y filósofo italiano, Gianni Vattimo, propone buscarla renunciando a la lógica rígida y a la incapacidad de reconocer la propia equivocación, aceptando dar libre curso a la interpretación de los hechos y de los conceptos. Este planteamiento Vattimo lo llama pensamiento débil. Con el tiempo he ido descubriendo diversas fórmulas de aplicar esta concepción del conocimiento, cuyo fundamento básico es el reconocimiento de la diversidad en el pensamiento. El reconocimiento del otro y de la valides de sus reflexiones, aunque sean diferentes a las mías.
El reconocimiento del otro no es negociable. No es lo mismo definir a la naturaleza como una extensión nuestra, los árboles son para darnos sus frutos, que reconocerla como un conjunto del cual formamos parte, los árboles son seres vivos que conviven con nosotros.
En esto de la compresión del pensamiento débil, los hechos evidentes no pierden su primacía, pero siempre se exponen dejando abierta la puerta a la variabilidad de interpretación. Igual ocurre con las referencias anecdóticas, testimoniales o bibliográficas. Nada del magister dixit. Los silogismos comparten el podio con las metáforas, sí, metáforas; gracias a lo sugerente de las segundas, la contundencia de los primeros no le cierra la puerta al intercambio de ideas. Se prioriza el preguntar sobre el opinar sin fundamento. Y si no hay ingenio para hacer preguntas, el silencio es obligatorio.
Y para terminar, no voy a hacer rodeo, sino a dar una conclusión directa. Por el deseo de imponer la verdad, es decir, ejercer el poder, mucha sangre ha llegado al río. Y a pesar de la roja inundación, los fanáticos siguen apeteciendo la autoridad que emana de un dogma instituido. Por eso sigue siendo importante responder la pregunta de Isabel. ¿Qué dónde se encuentra la verdad? En honor a ella, su majestad la verdad, pienso que la verdad se encuentra en la búsqueda de la verdad misma. ¿Me enredé? Espero que no.

domingo, 23 de noviembre de 2014

VERDE QUE ME ODIAS VERDE


"Cuando el agua ha empezado a hervir, apagar el fuego ya no sirve de nada."

Nelson Mandela
Hace diez mil años la humanidad domesticó ciertas plantas y así inventó la agricultura. Y nació una nueva razón para la guerra: la propiedad de la tierra. Hasta hace unos quinientos años los dueños de la propiedad eran los elegidos por los dioses. Hoy en día también es así, la tierra sigue teniendo dueños, quien cambio fue el ídolo designador. Ahora es el dinero.
Este poderoso ídolo y su sistema económico, el capitalismo, se consolidaron en los altares con el saqueo de los pueblos indígenas del mundo. Ese saqueo aún continúa.
Lo irónico del asunto es que el saqueo continúa en nombre de la libertad, el bien más importante de toda la humanidad. Como no se puede tener todo, para salvaguardar a la sagrada libertad, hay que sacrificar a la buena solidaridad. Ahora somos más libres y menos solidarios. Tenemos libertad de comprar, de endeudarnos y sobre todo, de ser víctimas del saqueo.
Los actuales dueños de la tierra, en nombre de la libertad, finiquitaron la hegemonía de nobles y monarcas, y lo hicieron con el oro y la plata del saqueo que llevaron adelante los antiguos dueños de la tierra, los nobles y los monarcas. También en nombre de la libertad, los actuales dueños de la tierra, establecieron que sus países arrebatarían la materia prima que le quedaba a los países saqueados y que luego se la venderían transformada en productos de consumo. Y como no les fue suficiente, enfilaron sus colmillos contra los sistemas de salud, de educación, de jubilaciones y hacia toda organización a la cual se le pudiese exprimir algún centavo, aunque eso implicase dejar desamparados a quienes no somos dueños de la tierra.
¿Cambiará pronto este orden de las cosas? Pronto no. Es más, quizás no cambie en mucho tiempo. El actual sistema es centenario y heredero de otro sistema milenario. ¿Pronto? ¡No! Y menos si seguimos ejerciendo nuestra libertad de aprovechar las rebajas del Black Friday.

domingo, 9 de noviembre de 2014

ONOMÁSTICO

“¿Qué es la infelicidad? La infelicidad es sentir que no estás siendo tú mismo. Es la brecha que se forma entre lo que eres y lo que crees que deberías ser. Y esa brecha es la infelicidad. Cuanto más grande sea, mayor será tu desdicha. Los idiotas son felices porque carecen de la inteligencia suficiente para darse cuenta de que esa brecha existe.”

Osho
Esta mañana a las 7 horas con 3 minutos cumplí 54 años de edad. Y en nombre de mi cumpleaños, voy a hacer una confesión. O varias. Hace 50 años, cuando mi tío Pipo fue asesinado por los gringos, quedé atrapado en un drama familiar; mi familia arruinada por el dolor procuraba protegerme de ese incomprensible sufrimiento. Las buenas intenciones de mis parientes no pudieron evitarme ningún padecimiento. Tan sólo un año más tarde, la tos ferina casi me asesina y dañó para siempre mi sistema cardio-pulmonar. Ni mi madre, ni mi abuela, ni mis tías pudieron sufrir la fiebre por mí, mi organismo tuvo que ver que hacía con los medicamentos para salvarse.
Hace 40 años sufrí una grave crisis nerviosa; para esa fecha ya llevaba 5 años sufriendo maltrato físico y psicológico tanto en la escuela como en el barrio. En casa nunca llegó la paz del divorcio. Como resultado de dicho trance me convertí en un rebelde vestido con armadura. Gracias a lo inculcado por mí familia, siempre fui, soy, un rebelde con causa: la justicia social, la soberanía nacional, la democratización del país, la cultura y la educación. Mis causas siempre me dieron, me dan, muchos motivos para sentirme orgulloso, pero no así la armadura; encerrarme en mí, desconectarme de mí mismo y declararme insensible no me ahorró ningún dolor, todo lo contrario. Por suerte tuve otra crisis.
Fue hace 30 años, más o menos. Mi cuerpo, mi conciencia y mi inconciente me exigieron buscar ayuda; había crecido y la armadura se me quedó chica. Me estaba ahogando. Hablé con un sacerdote, el padre Norberto Night, él me prestó un libro, El arte de amar de Erich Fromm. Con dicho préstamo aprendí a usar mi principal herramienta vital: la cultura. No soy un erudito que domina y maneja mucha información, soy un hombre que aplica en su propia vida las pocas lecturas que ha realizado. Descubrí a Wayne W. Dyer y su libro Tus zonas erróneas, Nixia Pérez me presentó a Anthony de Mello y en Internet me topé con Osho; así, con la lectura, sobre todo de poemas y cuentos, consolidé mi estilo particular de crecimiento. Para esa misma época, mi abuela Victoria cayó hospitalizada y presintiendo la proximidad de su muerte, antes que se diera el final, busqué ayuda profesional. Busqué a Sandra de Moris, psicóloga de la Universidad de Panamá. Casualmente, la conocí en su salón de clases, en un curso de Psicología General. Años más tarde y en iguales condiciones tuve que buscar de nuevo ayuda. Al final de esta crisis algo me quedó muy claro, mi vocación docente, mi vocación literaria. Para mí son la misma afición.
Hace 20 años ya era profesor, ya era escritor. Aún me inquietaba la cuestión del dolor, ¿Qué hacer con él? Me convertí en un crápula moderado. Fiesta, licor y sexo. Pero algo no funcionaba. Echar juerga sobre la herida no evitaba el sufrir. ¿Qué fallaba? Mi cultura personal no era suficiente para encontrar la respuesta. Me uní a un sabio para hallarla, Carlos Matías. Aunque mi mezquindad no me permitió reconocerlo, tuve la suerte de toparme con un hombre más culto que yo. Largas conversas, profundas reflexiones e intensos debates me fueron acercando a la revelación del misterio. Carlos falleció hace un lustro, pero antes de marcharse me dio una clave fundamental. Me contó una  historia. Me dijo: ¿Sabes por qué las aves cantan en las mañanas? Porque están fascinadas con tantos verdes, con sus trinos se dicen unas a las otras, con intenso entusiasmo, allí hay un verde, allá hay otro, y otro, y otro.
Hace 10 años, más o menos, sufrí el más grande dolor. Tan grande que me partió en dos, en tres, en mil. Mi madre fue culposamente asesinada. Aún no recuerdo todos los detalles de ese domingo de misa, los tengo bloqueados, pero si me acuerdo que decidí dejar actuar al dolor. Cuando el cáncer se llevó a mi abuela el licor me sirvió para amortiguarlo, pero cuando saqué el cadáver de mi madre de debajo de ese maldito auto, no hice nada para defenderme. El fuego incineró mis preconceptos, mis poses, mis discursos, el fuego convirtió en cenizas mi armadura. Tuve que buscar de nuevo ayuda profesional, esta vez busqué a la escritora Erika Harris. Declaré mi guerra de independencia, me comprometí seriamente con la resolución de mi ya vieja inquietud: ¿Y el dolor? Hoy ya tengo mi respuesta, la que me funciona a mí. Desde ya te digo que tú tienes que buscar la tuya.
Asimilar la lección oculta en todos estos eventos que he contado me tomó muchos años. Pero al final la entendí. Durante los últimos 40 años, primero instintivamente y luego con oficio, me he dedicado a buscar mi identidad, a crecer, a reconocer mi dolor y ha usarlo a mi favor. Durante muchos años busque la felicidad, hasta que entendí que esta es una empresa por demás inútil y equivocada.
La felicidad no es la ausencia de dolor, el dolor es real; renegar de la realidad es enajenación. Y ningún enajenado puede ser feliz. La felicidad es ausencia de sufrimiento, el sufrimiento es imaginario y yo soy dueño de mi imaginación. Tú también.
Todo el éxito en ese emprendimiento llamado búsqueda de la felicidad consiste en comprender que más que rechazar al dolor, el asunto se trata de convivir con él. Una forma perjudicial de cohabitar con el dolor es que nuestra imaginación lo alimente y convierta en sufrimiento. El más sano modo de entenderse con el dolor es aquel que se resume en estas cinco palabras: leer la página y pasarla.

Hoy a las siete y 3 de la mañana, cumplí 54 años. Arribo a esta edad sin mayor fama, poder o riqueza. No poseo los mínimos requeridos para ser considerado un triunfador. Sin embargo, tengo muy pocas preocupaciones, casi que ninguna, y unas pocas ocupaciones que, a pesar de poder parecerles intrascendentes a la gente normal que me rodea, las hago con mucho entusiasmo. Por ejemplo, cada mañana despierto y mirando el patio de la casa, casi que me grito a los oídos: Allí hay un verde, allá hay otro y allá, y allá, y allá…

domingo, 2 de noviembre de 2014

95 SEGUNDOS MÁS 10 MINUTOS IGUAL A FATAL ARROGANCIA


"El mundo te exige resultados. No le cuentes a otros tus dolores de parto... muéstrales al niño."
Indira Gandhi           
El año pasado, la selección panameña de fútbol perdió en 93 segundos, en los últimos 93 segundos de un juego fundamental, la oportunidad de participar en el Mundial de Fútbol 2014. Este año, en 10 minutos, en los últimos 10 minutos de un juego fundamental, perdió la oportunidad de disputar la Copa Centroamericana.
Algunos comentaristas deportivos llegaron a afirmar, en su momento, que ya era hora que dicho comportamiento fuese abordado y resuelto por profesionales de la salud. Hablando claro y directo, que los jugadores de la sele debían ser atendidos por sicólogos y siquiatras.
Llevo varios meses reflexionando el tema. Y puede que estoy pecando de radical, pero he concluido que lo ocurrido a la Selección Nacional de Fútbol no es más que un reflejo de lo que ocurre en la sociedad panameña. Nosotros los panameños, en muchas ocasiones, tenemos el desastroso hábito de desbaratar con los pies, lo que hemos construido con las manos.
Pienso que tenemos dos falencias letales: el triunfalismo y el desaliento. Hace muchos años asistí a una competencia de atletismo, se trataba de una contienda donde sus ganadores representarían internacional al país. El ganador de la carrera de 100 metros se fue de juerga hasta pocos días antes del viaje. Él me lo confesó cuando lo volví a ver luego de perder la competición. Llegó después del penúltimo. Sólo le faltaron las lágrimas al narrar el como fue superado por los otros corredores, que le parecieron caballos pura sangre. Desde entonces he visto casos parecidos en diversas esferas de la vida nacional. ¡Muchos! Más de los que quisiera recordar. No creo que exista sistema de salud capaz de atender a tanto triunfalista derrotado. Entonces, ¿qué hacemos?

domingo, 26 de octubre de 2014

DE LO PANAMEÑO


“Han pasado tantas generaciones en este círculo de sometimiento, que de un momento a otro empezamos a confundir la libertad, con volvernos mayorales o empleados de confianza de la corrupción.”
Víctor Paz
No soy deportista, no juego ni al fútbol ni al béisbol. Tampoco veo estos deportes por televisión. Bueno, quizás si practico un deporte, uno que es poco popular, a mí me gusta pensar; tal vez si me gustaría ver en el televisor gestas de este ejercicio.
Uno de los temas que más me hace pensar es mi patria Panamá. Por lo general, lo que más pienso, es que nosotros los panameños no tenemos una visión clara de la vida, de nuestra vida. Que estamos como confundidos, enredados entre las patas de los caballos. Una especie de cultura de la autodestrucción. Economías hogareñas donde los egresos superan, con creces, a los ingresos. Relaciones profesionales tamizadas por el juega vivo.
Pero lo que realmente me preocupa es que siento que el fanatismo está creciendo en Panamá. Me parece que cada vez más somos un pueblo caótico, seudo ordenado por paradigmas que no entendemos ni comprendemos y que tragamos sin masticar, que asimilamos sin digerir. Me parece que cada vez más somos una tribu de talibanes caribeños.
Nuestra historia dice que es poco probable que aquí se armen hordas de inquisidores listos a incendiar en piras a los herejes, pero si sigue en aumento el número de mentes que prefieren los dogmas a las razones, tarde o temprano se perderá la capacidad de dialogar y eso significa que estaremos más cerca de las fogatas. ¡Y eso es terrible!
Por lo general pienso que nosotros, los panameños, estamos haciendo lo necesario para apagar las luces y vivir en la oscuridad; para regresar a la caverna. Si, por lo general eso es lo que pienso.

domingo, 19 de octubre de 2014

DE LA FELICIDAD

“En el negocio el resultado es lo importante. En la fiesta, es el acto mismo lo que cuenta. Si puedes hacer que cualquier acto tenga un significado en sí mismo, entonces estarás de fiesta y podrás celebrarlo.”

Osho
¿Qué es la felicidad? Esa es la gran pregunta. Contestarla es tan esencial como respirar o comer. ¿Qué será? Podemos comenzar diciendo que no es la felicidad. No es un artículo que pueda comprar en mi centro comercial favorito ni es un aeropuerto donde mágicamente aterrizo. No depende ni del grueso de mi billetera ni de cuanta gente digo conocer. Ni siquiera de mi muy ferviente activismo político, cívico o religioso.
¿Qué será la felicidad? Ella es una actitud, es inclinarse a pensar y sentir, cuando se sufre, que el dolor pasará, que no es eterno, que será vencido por el tiempo. ¿Que qué es la felicidad? Es saber, tener la total certeza, cuando se está alegre, de que la alegría tiene mi mano agarrada y me está invitando a bailar. Es aceptar la invitación y gozar la danza intensamente y con entusiasmo. La felicidad es aprehender al dolor y también a la alegría, para aprender de ellos y así saber dejarlos ir cuando les toca irse.
Es equivocado pensar que la felicidad es un estado permanente y constante de bienestar, de risas y alegrías. ¿Y por qué no? Porque en la vida nada es inmutable, todo tarde o temprano va a cambiar. Ahora sonrío, más tarde lloraré. Entonces, ¿ahora soy feliz y más tarde infeliz? Depende. ¿Depende de qué? De aprender algo de cada situación. De ejercer mi libertad, en algún grado, bajo cualquier circunstancia. De entender que lo que se fue, se fue y lo que llegó, llegó. De tener, al final, la capacidad de estar en paz conmigo mismo. Comprenderme y comprender mis circunstancias me permite ser mi mejor amigo, y eso, amigo mío, es la felicidad.

domingo, 21 de septiembre de 2014

BIOFILIA


“Cada hombre, considerado fuera de su profesión, despliega cierta actividad intelectual: es un filósofo, un artista, un hombre de buen gusto, participa en una concepción del mundo, tiene una consciente línea de conducta moral, y por eso contribuye a sostener o a modificar una concepción de su entorno, a suscitar nuevos modos de pensar.”
Antonio Gramsci
Aunque me faltan algunos años para poder jubilarme, ya me estoy preparando. No quiero terminar sicótico y sin saber que hacer con tanto tiempo libre. Si me pensiono adelantadamente habré cumplido 32 años de servicio. Si espero la edad legal de jubilación habré laborado 38 años dando clases. El grueso de esos años habrá sido en el Colegio Elena Ch. de Pinate.
Pero hay una  duda que cada cierto tiempo aletea por el interior de mi cráneo: ¿habré sido un profesor de biología? No si he sido o no un buen docente, sino si he educado en ciencias. Llevo, hasta el día de hoy, 28 años enseñando, supuestamente, biología. Y digo supuestamente, porque al cometer el pecado de compararme con otros colegas de la materia, veo que no sólo estamos en planetas diferentes, si no en distintas dimensiones. Los mismos temas los exponemos con diferentes énfasis y enfoques y significados y vehemencias y gravedades y profundidades.
Me inclino por la enseñanza de principios y actitudes y me distancio del repetir conceptos y procesos. Total, las partes de la célula y cualquier otra noción biológica ya están en Internet. Al final, lo confieso, pienso que en lugar de profesor de biología, terminé siendo uno de biofilia.
Bio es vida y filia es amar. Y aprender a amar la vida en la escuela, me parece, se logra con retos intelectuales y emocionales que conduzcan a vivir con intensidad y alegría la simple vida que nos tocó. Así, pienso, se es parte de la solución y no del problema. ¿Habré acertado o estaré equivocado? Eso lo dirán los estudiantes cuando sean adultos, pero por lo menos yo sí he aprendido a amar con intensidad y alegría la simple vida que me tocó vivir.

domingo, 14 de septiembre de 2014

CAVILACIONES SUELTAS

“Veo en las noticias y leo en la prensa que el Real Madrid anda detrás de un futbolista cuyo precio es de ciento veinte millones de euros. Y qué queréis que os diga. Que el mundo me parece una puta mierda.”
Rafael Calero
Ser un marginado es una injusticia, cierto, y lo es porque vivir al margen no es una libre elección. Es una imposición. Pero, ¿y si no fuera así? Si alguien desease estar al margen de tanta situación ordinariamente injusta y absurda, ¿podría elegir libremente tal opción?
Pienso que hay una minoría muy minoritaria de humanos propensa a vivir por voluntad propia en el margen, lo cual, pensándolo bien, en un mundo de desquiciados puede ser más virtud que locura. Dichas personas, porque son personas y no gente, reconocen, aceptan y sumen que sus intereses no son muy populares que digamos; lo cual los obliga a optar por la estrategia de la morena, el pez que parece una anguila, que se esconde entre las rocas del arrecife y cuando pasa frente a ella un descuidado pez, ataca con certeza y así logra alimentarse. Esas personas están al margen y sólo saltan a la palestra cuando tienen algo que aportar. Si es que los dejan.
La gente es manada, sigue a quien está al frente. Persona es un individuo que se distingue de la multitud, que tiene voz propia. La gente se somete sin chistear a las modas y la persona, obviamente, obedece a su conciencia.

Una persona, para poder seguir siendo persona, ¿tendrá que trasladarse al margen? Por lo menos, pienso, tiene que alejarse de la masificación y, sobre todo, repudiar la estupidez. ¿Habrá algo más estúpido que anular el propio pensamiento, los propios sentimientos, sólo para evitar el rechazo por parte de una masa no pensante? No lo creo.

domingo, 7 de septiembre de 2014

DE LA MUERTE AUTOMÁTICA

“Para ellos, lo aceptable es solo lo que se vislumbra dentro del espejismo dogmático-ideológico donde residen. Fuera del mismo, nada es real.”
Rubén Blades
El automatismo, el vivir sin estar conciente de la propia vida, es la gran tentación. Las acciones que hoy nos resuelven los problemas, mañana se aplicarían sin mayor observación ni examen. Pero ese comportamiento, tarde o temprano, termina por bloquear la experiencia de sumergirse en la realidad, por ralentizar la vida. La vida automática, aunque lata el corazón, por ser el atasco de la conciencia y de la iniciativa, es muerte. Muerte ridícula, por cierto.
La dialéctica, la concepción del universo en constante cambio y movimiento, es el gran reto. Significa abandonarse a la incertidumbre y sobrevivir. Aunque esa idea abrume y confunda. Asumir que la realidad cambia, es admitir que lo pensado sobre la realidad debe también cambiar.
La humanidad tiene milenios construyendo conocimiento a través del arte, la religión, la filosofía y la ciencia. Lo ha hecho de forma automática, siguiendo el dictamen de algún dogma que sirve de receta mágica, o dialécticamente, en permanente búsqueda y sin anquilosar el pensar. Pero las ideas pueden superar la rigidez de las rocas. Es cómodo aceptar como absoluto lo ya pensado por otro. Si por el sentirnos cómodos hubiese sido, aún estaríamos, no en las cavernas, sino colgados de algún árbol. En la comodidad, el crecimiento tiende a cero. La humanidad avanzó porque hubo alguien que se incomodó y que estuvo más que dispuesto a incomodar.
Biológicamente hablando, la vida es la transformación de la energía de una forma inútil a una útil para los seres vivos y su transmisión de célula a célula, de ecosistema a ecosistema. Con la cultura ocurre algo parecido, se construye y transmite el conocimiento, a veces como dogma, a veces como hipótesis discutible. Y eso es y será un dilema permanente.

domingo, 31 de agosto de 2014

DEL ANTICAPITALISMO


“Elegimos la rebeldía, es decir, la vida.”
Sub Comandante Marcos 
Un cuerpo en movimiento se va a mantener en movimiento hasta que sea desacelerado, hasta que pierda velocidad y empuje. ¿Qué puede provocar su desaceleración? Que se agote la fuente de energía que lo mantiene en  movimiento; que la fricción con la superficie sobre la que se mueve agote su energía; que choque con otro cuerpo.
Supongamos que el desmadre social que vivimos es un cuerpo en movimiento, ¿podríamos, en las actuales condiciones, provocar su desaceleración? Pienso que no. Dicho desmadre es consecuencia directa del sistema económico imperante y nada me indica que el tal sistema esté perdiendo fuerza. ¿Cómo? ¿Un sistema en crisis no pierde fuerza? Exactamente, eso es lo que estoy diciendo. Quien está perdiendo fuerza es la humanidad.
¿Ah? ¿Qué? ¿Cómo? Sí. Vivimos tiempos paradójicos, el sistema capitalista, porque es el capitalismo quien está debilitando a la humanidad, tiene una horrible capacidad de adaptarse a las nuevas condiciones producidas por las constantes crisis y esas crisis no hacen más que acelerar los procesos de enriquecimiento para unos cuantos y empobrecimiento para muchos. Sin embargo, la humanidad, como corpus, con cada crisis se acerca más al desmembramiento total. Los últimos 50 años han sido cruelmente marcados por las guerras civiles, por la secesión de los países, por el crecimiento de los llamados estados fallidos.

Pienso que el capitalismo se alimenta de las crisis y que las va a seguir provocando,  aunque eso signifique poner en peligro a la humanidad. Ya se intentó el levantamiento armado contra los estados capitalistas y las corporaciones capitalistas convirtieron la guerra en pingue negocio. ¿Qué queda? ¡La fricción! Resistir en el día a día, alejarse del capitalismo. ¿Cómo? No sé, solamente se me ocurre que abandonando el consumismo. Digo, pues.

sábado, 23 de agosto de 2014

DE LA EXISTENCIA

“¿Que significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y después se define.”
Jean Paul Sartre
Si el devenir, el constante cambio, es causa de sí en si mismo, es decir, que es su propio origen, entonces, el devenir es principio de todo lo que existe y de la evolución del universo. Que el devenir sea parte de un plan maestro o mero fruto del azar es una discusión inútil y sin fin. Es imposible dar una respuesta final y contundente a tal dilema, sólo se pueden proclamar credos en una u otra dirección que, para sostenerse en el tiempo, han de estar eternamente vigentes y, por tanto, han de contradecir al mismo devenir.
Si la realidad, lo que existe, es consecuencia directa del devenir, del constante acontecer; y si el conocimiento, lo que puede saberse de la realidad, es resultado de la experiencia con ella, el pensamiento es un derivado de la realidad y siendo ésta cambiante, él, el pensamiento, también debe serlo. Vistas así las cosas, ningún concepto puede considerarse eternamente inalterable. La relación entre el sujeto que quiere conocer y la realidad que se puede conocer, se interrumpe si es  condicionada por preconceptos y pensamientos estáticos. Es cierto que heredamos de nuestra cultura un conjunto de nociones que nos facilitan el entender e interpretar el mundo donde vivimos, pero si dichas generalidades las convertimos en dogmas y abandonamos la práctica del escrutinio y la crítica, terminaremos por no comprender la realidad, por enajenarnos.

Si no hay pensamiento previo a la experiencia con la cambiante realidad, tampoco hay postulados sempiternos que sirvan de receta universal, que indiquen cual es el comportamiento correcto. El individuo queda así forzado a responsabilizarse de su propio devenir, de su propia vida. No le queda más camino que decidir cual será su conducta ante una situación específica. No decidir también es decidir. La existencia es decidir. Así asumimos el devenir.

domingo, 10 de agosto de 2014

DEL CREER Y EL VIVIR

“El dogma es una idea que no acepta réplica ni cuestionamiento, existe a priori. Si lo cuestionamos, si hacemos uso de la crítica para analizarlo, el dogma se desvanece y demuestra que carece de lógica, que es una afirmación arbitraria para sostener una ideología, religión o superstición.”
Avelina Lésper
Las creencias son ideas articuladas de tal forma que nos ayudan a explicarnos el mundo y nos dan el grado de seguridad necesario para vivir y convivir con cierta coherencia. Eso no sería ningún problema si, al final, las  creencias no pretendiesen perpetuar un cuadro de la realidad que, con el paso del tiempo, puede haber dejado  de ser lo que en un inicio era.
Por ejemplo, ingerir carne de cerdo hace 3 000 mil años era muy peligroso, los parásitos se encargaban de acortarle la vida a cualquiera que acostumbrase consumirla; que se prohibiese tal ingesta a la larga se traducía en más salud entre la población. ¿Hoy en día dicha prohibición tiene aún valides? La industria de la cría de puercos ha mejorado sustancialmente sus condiciones sanitarias, lo cual le disminuye fuerza al veto inicial, entonces, para prolongarlo, hay que renegar de los avances en la higiene de la porcicultura y resaltar todas sus fallas. Y eso es un problema.
Además de renegar de los hechos, otro de los agravantes que tiene el aferrarse a las creencias, el aferrarse arrogantemente a las propias creencias, es la descalificación del otro. Si mi creencia es la verdad, la tuya debe ser falsa. Este silogismo es la razón de las llamadas guerras santas, que al fin y al cabo, con todo y su santidad, siguen siendo guerras, siguen siendo causa de calamidades y desastres. Siguen siendo causa de odio, porque el huérfano que vio como asesinaron a su familia y que la asesinaron en nombre de una creencia, va a odiar doblemente. Pero este tipo de cerrazón del pensamiento tiene ejemplos más profanos y hasta ridículos. El fanatismo en el fútbol, por ejemplo. Se ha llegado a afirmar, con mucha razón, que el fútbol es una religión, y no cualquier religión, sino una religión universal. También es un negocio que universalmente le saca muchos recursos a mucha gente, para específicamente beneficiar a unos pocos personajes. En estas guerras se asesina en nombre de esta o aquella doctrina o ideología para disfrazar este o aquel interés económico, que favorece a esta o aquella minoría.
Esto de sacar provecho del predicar creencias puede disfrazarse con un barniz científico. Y si no basta para obtener las ganancias esperadas, entonces, se comete el fraude científico.
Imaginemos que hay una comunidad donde abundan los árboles de mangos, también los casos de malaria. Conclusión lógica: la cercanía a tales frutos provoca la enfermedad. En nombre de la salud de las personas se decide talar todos los árboles de mango. Y son derribados. Hasta aquí todo parece una fatal equivocación. Pero supongamos que antes del crimen ecológico, se consiguió la evidencia que absolvía a los mangos y señalaba a los verdaderos culpables: los mosquitos. Este dato es ocultado. Y es vendida la madera de los árboles injustamente asesinados. ¿Por quién? Por aquel que fanáticamente predico la relación entre mangos y malaria, pero que calló la evidencia que eximía a los asesinados. ¿Imaginación? ¿Cosa parecida nunca ha ocurrido?
Una secuencia de creencias supuestamente comprobadas puede reducir el horizonte y aumentar la severidad de los grilletes. Si lo que dice fulano está perfectamente probado, ¿Cómo zutano osa no obedecerlo sumisamente? Así instalaron en el planeta el reino del libre mercado, donde sólo existe lo que se puede vender y comprar. Como la solidaridad no se puede vender, porque dejaría de ser lo que es, ella, la solidaridad, no puede existir.
Quien cree ciegamente puede ser manipulado eficientemente. Las creencias, al pretender conservar sin cambios la realidad, terminan conservando las relaciones de poder que se dan en esa realidad. Y en una comunidad donde quienes ostentan el poder están dispuestos a cometer fraude, las creencias van a servir para cometerlo. Hablo de las creencias que ellos predican, pues van a descalificar y perseguir todas las otras creencias que no les son útiles para enriquecerse y mantenerse en el poder. Y eso es un gravísimo problema.
Gracias a ciertas creencias el poder logra tener vida propia. Así se acomoda y sobrevive a los vaivenes de la realidad, a su ir y venir. Así seduce a quienes atentan contra él, el poder.
Cuando una creencia se entroniza y sus beneficiarios ganan impunidad, no tardan en aparecer los libertarios que aspiran romper las cadenas de la manipulación. Pero en una sociedad donde el poder es para aprovecharse de él y las creencias son para justificarlo, los libertadores pueden terminar convirtiéndose en una vanguardia que afirma ser la única con la capacidad de dirigir la liberación, y esta afirmación no es más que una creencia que justifica su propio ejercicio del poder. ¡Gol del poder! Cambiar todo para que nada cambie.
Vistas así las cosas, pienso que estamos caminando hacia una mundial era de oscuridad. ¿Por qué? Porque insistimos en creer que lo que pensamos es la realidad, y no es así; porque menospreciamos los hechos para privilegiar nuestras concepciones, y eso es enajenante; porque hemos dejado de cuestionar y cuestionarnos y nos conformamos con repetir consignas, y una consigna no confrontada con la realidad, tarde a temprano termina siendo una consigna equivocada. Por eso vamos rumbo a una nueva era de oscuridad, si es que ya  no estamos en ella.
Pienso que hasta este punto es obvio que para mí es un grave problema el aferrarse a las propias creencias. Es que prefiero vivir que creer. Vivir es algo más que el mero respirar. Vivir es evolucionar, permanecer abierto al descubrimiento; vivir es tener buenas relaciones diplomáticas con la cambiante realidad. ¿Se puede vivir sin aferrarse a las propias creencias?
En la tradición de la filosofía griega existe un término que me fascina: Epojé; un estado de la conciencia en el cual ni se niega ni se afirma nada. Concepto esencial del escepticismo que duda que algún tipo de vida pueda ser catalogado como el definitivamente correcto, por lo cual hay que buscarlo constantemente. ¿Vivir es buscar? Sí. A cada quien le toca decidir que buscar: Dios o dinero, fama o auto-realización.
Entonces, ¿todo el mundo debe convertirse en escéptico? No. Pero es sano de vez en cuando dejar de tomar partido. Darse tiempo y ver la realidad sin juicios valorativos. Darse libertad para ver las propias creencias, ver su absurdo o razón de ser. Al observar la realidad sin veredicto previo, al observarse sin preconceptos, se tiene la oportunidad de descubrir la propia vocación. La vocación es fuerza que empuja a comprometerse con la vida. La vida realizada es una vocación desarrollada.
Cierto que una vocación puede desplegarse a partir de una creencia, pero es más cierto que para perfeccionarla es necesario acomodarse a las transformaciones que a lo largo del tiempo sufre la realidad, porque de no hacerlo, el choque permanente entre la vocación y la realidad hará imposible el progreso de la primera. En cambio, una creencia no necesita estar al tanto de la realidad para prosperar, le basta con negarla. El éxito y la felicidad tienen que ver tanto con el crecimiento vocacional, como con la revisión de las propias creencias.
Actualmente estoy procurando abandonar mi propio aferramiento a mis creencias, vivir con la convicción de que no son universales; puede que hoy las defienda con pasión, pero ya mañana puede que cambie de opinión. ¿Inconsistencia? ¿Incoherencia? Puede ser. También puede ser superación de las poses narcisistas y megalómanas. También puede ser que prefiero respirar el aire y no gastar energía creyendo en el aire.

domingo, 3 de agosto de 2014

DE LA PROXIMIDAD DEL OSCURANTISMO

“No tenemos que ver la obra: esta existe si creemos en lo que ya han escrito sobre ella.” 
Avelina Lésper
     
La palabra es poder y ese poder puede ser para ilustrar o para engañar. Cuando es para engañar, la palabra se manifiesta en discursos que contradicen la naturaleza misma del objeto o la situación a la cual se refieren. Es paradójico, pero en lo que va del siglo XXI, el siglo de la informática y del mayor desarrollo científico de la historia humana, la demagogia está ganando campo a punta de peroratas que reniegan de los hechos y de la obvia evidencia.
Y eso es un problema. No sólo es un atentado contra la ciencia, también lo es contra el arte. ¿Por qué? Porque, bajo estos parámetros, la obra de arte es definida y esquematizada, no por sus logros estéticos, sino por preconceptos ideológicos o, peor, caprichosos de quienes ostentan el poder que la palabra les dio. A ratos pienso que incluso es un atentado contra la democracia, dado que definir algo arbitrariamente, aspirando a no permitir otros significados, es evitar los cuestionamientos, la disensión. Y eso me suena a fascismo.
La obra que no puede serlo sin la verborrea del discursante autoproclamado dictador del arte, no es más que un objeto disfrazado de lucidez, pero vacío de creatividad. El autor de dicha obra rehuirá al pensador crítico y únicamente aceptará que su obra sea interpretada por iniciados capaces de comprender su mensaje. El autor de una obra así, podrá gozar de las mieles del éxito, pero pobre de él sino no comprende a tiempo que su arte no es su arte, sino el arte de quien es experto en convertir la confusión en verdad indiscutible. La criatura, en este caso el supuesto creador de la obra artística, le pertenece a su creador, el dictador del arte.
¿Estaremos viviendo tiempos donde la obra de arte existe para sostener dogmas y no para el arte mismo? Si es así. ¿Estaremos viviendo tiempos de oscurantismo?

domingo, 27 de julio de 2014

LA REVOLUCIÓN SANDINISTA

“Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza.”
Augusto César Sandino
En marzo de 1979 ingresé a la Escuela de Biología de la Universidad de Panamá. No entré directamente a los cursos regulares de la carrera. Tuve que hacer un curso de capacitación. El abismo entre educación media y estudios superiores ya existía en aquellos tiempos. En ese curso introductorio conocí a unos nicaragüenses muy jóvenes que me hablaron de sueños e ideales patrióticos. A finales de abril todos dejaron de asistir a clases. Un par de meses más tarde supe que habían regresado a su patria. Un par de años más tarde supe que todos murieron en el empujón final que derrocó a la dinastía tiránica de los Somoza.
24 años más tarde por fin conocí la patria de Sandino. De la revolución quedaba muy poco. En las dos guerras (contra Somoza y contra los Contras) se habían cometido grandes y graves estragos, pero para cuando por fin pisé Nicaragua, lo más evidente eran las ruinas dejadas por el asalto estilo piñata que sufrió el estado nicaragënse. Aún así sentí que había algo diferente.

Algo que en mi primer viaje a Managua llamó mucho mi atención, fue un personaje pagado por los vecinos de un barrio para cuidar las calles por las noches. Lo llaman CDN o algo parecido. Pienso que pudiera tratarse de una reminiscencia de los tiempos de guerra. En viajes posteriores  llegué hasta San Salvador y vi algo que no había visto en Managua: los grafitis de los mareros. Concluí que junto a la institución del CDN o como se llame, debería haber otras que convirtieron a Nicaragua en territorio libre de las temibles maras. Esa capacidad de los nicas de organizarse para frenar el mayor fenómeno delictivo de finales del siglo XX e inicios del XXI, es producto de la Revolución Sandinista. Hasta antisandinistas me lo dijeron. Y esa es la mejor evidencia de que algo ocurrió, algo bueno, en aquellos años de tanta agitación, dolor y muerte. Por lo menos eso es lo que queda del sacrificio que hicieran mis jóvenes compañeros de clase.

domingo, 20 de julio de 2014

REVOLUCIÓN FRANCESA

¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
La Marsellesa
Aunque la Primera República fue aplastada por la bota de Napoleón Bonaparte, haciendo parecer totalmente inútil el guillotínico baño de sangre llevado adelante por el Incorruptible Maximilien Robespierre; aunque el régimen republicano demoró poco más de ocho décadas en reemplazar cualquier forma monárquica de gobierno. A pesar de estas y otras vicisitudes, la Revolución Francesa marcó un antes y un después en el devenir histórico de Occidente.
Gracias a ella se destruyó al sistema feudal y a la monarquía absoluta, por lo menos en lo formal, dando paso al nacimiento de las repúblicas de corte liberal. Se separó a la iglesia del estado, permitiendo así la libertad religiosa y la convivencia ecuménica dentro de una nación laica. La burguesía asumió el papel protagónico que en el Antiguo Régimen tenía la nobleza. Se difundieron por toda Europa las ideas democráticas. Y esas ideas llegaron al Nuevo Mundo e inspiraron las independencias de las colonias iberoamericanas. Crecieron los movimientos nacionalistas. El mundo político cambio y lo hizo para siempre.
En lo personal, mis años de estudios en la Escuela República de Guatemala, donde hice mi primaria, fueron iluminados por el canto de La Marsellesa. Pienso que dichas notas calaron en mi infantil espíritu y lo convencieron de rechazar, ya de adulto, a los tiranos. Ahora de viejo, además, rechazo con más fuerza a esos tiranos enanos de la vida cotidiana, a los manipuladores.

domingo, 13 de julio de 2014

REVOLUCIÓN AMERICANA

Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”
Preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América
Los derechos naturales son los derechos propios del hombre. Son imprescriptibles e inalienables. Ellos son el derecho a la vida y a la integridad física, a la libertad, a la igualdad, a la seguridad, a la propiedad, al honor y al trabajo, entre otros. Hoy en día todos los derechos naturales se encuentran consagrados en las Constituciones Políticas de cada País y en otros escritos similares. Uno de los primeros documentos que registra estos derechos del individuo y que aspira a concretarlos en un proyecto político es la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.
De ella rescato dos planteamientos esenciales: la búsqueda de la felicidad como derecho inalienable que tiene todo individuo y el derecho de los pueblos a constituir gobiernos que garanticen sus derechos y que cuando no cumplan, los pueblos tengan derecho ha abolirlos. Hay que recordar que en la sociedad tradicional la felicidad esta reservada para que la disfruten en la otra vida los fieles salvos. Tampoco olvidemos que para la época en Europa imperaba el Derecho Divino que justificaba el gobierno de los reyes por ser un derivado de la voluntad del mismo Dios.

Pienso que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos es uno de varios hitos que evolucionaron hasta alcanzar cumbres como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Declaración de los Derechos Civiles. Un dato curioso: el derecho a la libertad, del que habla esta declaración, en el capitalismo, es el derecho a la libertad de empresa y, por ende, el derecho a la propiedad. Ejercer tales derechos permitió el desarrollo tecnológico y dio pie a que Karl Marx explicase la historia a partir de los modos de producción.