domingo, 30 de diciembre de 2012

LA SENDA EPICÚREA



“Epicuro creía que todos podemos hallar un modo de ser felices. El problema, según él, es que buscamos en el sitio equivocado.”
Alain De Botton
No entendemos nuestras necesidades. Las confundimos con las supuestas buenas costumbres sociales que desde pequeños nos han dicho debemos cultivar obligatoriamente, las confundimos con esos deseos ilusorios que la publicidad y las ofertas comerciales han sembrado en nuestro ser y con esos caprichos maniáticos que nos convierten en víctimas del que dirán, de la presión de grupo. Y mientras vamos tras los espejismos, nuestras verdaderas necesidades siguen sin satisfacerse y, por ende, crece nuestra infelicidad.
Según el filósofo griego Epicuro, la felicidad consiste en satisfacer nuestras verdaderas necesidades, las cuales son: tener amigos, ser libres y reflexionar sobre la propia vida.
Viajar a una ciudad desconocida o cenar un plato exótico y sabroso o jugar por primera vez un partido de críquet o asistir a una función del Ballet Bolshoi o cualquier otro placer que se nos ocurra es mucho más placentero si se comparte con los amigos. La evolución biológica nos llevó por la ruta de la amistad, por eso el bebé le sonríe a su madre y aprendemos a transmitir emociones a través del contraste entre la esclerótica y el iris de nuestras miradas. Ser amigo es una fuente de placer que nos aleja del suicidio. Repito: ser amigo, porque uno no tiene amigos, uno es amigo. Y sólo se puede ser amigo del otro, después de ser amigo de uno mismo. Amigo del ser uno mismo, no de esa invención mental llamada ego.
Mi cuerpo existe, mi mente también, así mismo mis emociones y sentimientos, carácter, temperamento y personalidad; mis recuerdos y expectativas, mi fuerza de voluntad existen. Estos y otros elementos conforman mi ser. Mi ego también es parte de mi ser. Pero mi ego no soy yo.
Los diversos componentes de mí ser cambian y cambian permanentemente y cada uno a su propia velocidad y en direcciones y sentidos variados. Eso me despierta una gran ansiedad. Mi ego es un intento imaginario y artificial de crearme la sensación de seguridad. ¡Qué lío! Como mi ser varía tanto que es imposible  inmovilizarlo en una única definición que abarque su totalidad, me invento una descripción de mí mismo que supuestamente es permanente y así tener un asidero en el mar de incertidumbres que es la vida. Pero perder de vista las transformaciones de mi ser por defender la permanencia de mi ego, me impide ser mi propio amigo y del otro. Una defensa del ego que sacrifique los cambios del ser y a los amigos es una aproximación a la esclavitud. La libertad acompañada de la amistad es un anticipo del paraíso.
La libertad es aquel estado donde mi ser se puede transformar sin frenos ni perjuicios. Quien ha aprendido a ser amigo, no tiene porque temer ser libre. La libertad implica cumplir con ciertas responsabilidades, tales como: sanear la economía personal. Hay que buscar los recursos y administrarlos sensatamente. Como quien dice, hay que arroparse hasta donde llegue la manta.
Es importante cuidarse de los jueguitos cotidianos del poder. Son una trampa. ¿Para qué competir por decir la última palabra cuando en realidad ni siquiera nos están escuchando? ¿Por qué endeudarnos comprando artículos innecesarios dizque para lucirlos frente a gente que apenas si nos voltean a ver? ¿Qué ganamos complicando lo simple?
La persona autónoma abandona las costumbres y tradiciones que no comprende; esas rutinas le fueron impuestas, así que no se siente obligada con ellas. El autómata prefiere cumplir con el que dirán, aunque ello signifique abandonar la búsqueda de su felicidad.
El tercer componente de la felicidad, según Epicuro, es llevar una vida bien analizada. Construye su felicidad quien reserve tiempo para reflexionar sobre sus preocupaciones, si son o no reales, si son o no exageradas.
Construye su felicidad aquel que se aleje de la bulla social, del dedicar esfuerzo de las neuronas a pensamientos inútiles. Construye su felicidad quien calme y sosiegue su mente y cuerpo. ¡Todos los días!
Destruir la felicidad es fácil, basta rendirse a la presión de grupo. Basta vivir afanado por cumplir con la opinión ajena. Basta preferir ser esclavo que persona autónoma. El infeliz esclavo que no se arriesga en las profundidades de la reflexión, pues puede ser que descubra que tiene responsabilidad en su propia infelicidad. La persona autónoma si toma el riesgo, pues sabe de antemano que de descubrir su propia complicidad va a corregir tal situación.
La persona autónoma tiene amigos, pero no permite que ellos le impidan satisfacer sus necesidades. Sus reflexiones le permiten diferenciar entre un consejo de amigo y la vulgar manipulación. Por ejemplo, sabe muy bien, por más que se lo pidan sus compinches, que es muy tonto e idiota gastarse el dinero de la comida en el suéter de un equipo deportivo. ¡Comer es más importante que el Real Madrid!
En resumen, la senda de la felicidad epicúrea consiste en desear satisfacer sólo las verdaderas necesidades. Y las necesidades, las verdaderas necesidades, son muy pocas.

domingo, 23 de diciembre de 2012

LA GUERRA SOCRÁTICA



“Sócrates nos regaló la idea de que pensar lógicamente sobre nuestras vidas puede ayudarnos a ser más seguros e independientes, menos conformistas y menos vulnerables a la opinión ajena. El sueño de que la filosofía puede liberarnos.”
Alain De Botton
Sócrates fue condenado a muerte por corromper a la juventud y despreciar a los dioses. Pienso que tal sentencia, fue en realidad, un fallido intento del estado Ateniense de poner punto final a la guerra que el filósofo le declaró al fundamento de toda sociedad: sus creencias.
Sin el firme aval del individuo a las doctrinas estipuladas por la sociedad, esta perdería el poder represor y ejecutor que la constituye en un corpus. Precisamente, Sócrates predicó que tal conformidad debía ser cuestionada. Sí él hubiese vivido en  una democracia de pensantes y no en una comunidad de intereses, no hubiese tenido ningún problema. Es que cuestionar las creencias en que se fundamenta el estado, en la práctica, es cuestionar a las minorías que lo dirigen. En particular, hay una creencia cuyo cuestionamiento es tachado de inmediato de peligroso, las elites condenan a todo aquel que se atreva a preguntar: ¿nuestros dirigentes sabrán lo que hacen?
Las sociedades autocráticas y oligarcas temen a la confianza que los individuos puedan tener en sus propias ideas. Cada individuo que aprenda a pensar es un carnero que abandona el rebaño. Mientras más grande sea el rebaño, más grande serán las ganancias de quienes se auto constituyeron en dueños del mismo.
Para abandonar la manada, hay que transformarse en inconforme, hay que estremecerse el cerebro, desinstalarse. Salir de la comodidad de las verdades escritas en piedra. Hay que localizar los prejuicios, cuestionarlos, desbancarlos. Hay que dejar de vivir sin pensar. Y eso tiene su costo en tiempo dedicado a reflexionar sobre la propia vida y en recibir frialdad y rechazo de parte del rebaño. Pensar y repensar y luego y sólo luego de hacerlo, hablar en el momento justo nos diferencia del rebaño. Y eso la manada no lo perdona.
Toda guerra tiene su estrategia. Choque frontal, flanqueo, guerrilla, francotirador. Para los no violentos la estrategia es la  firmeza estoica, la no participación en la propia opresión. Sócrates también planteó su estrategia de combate. Sus pasos tácticos podríamos resumirlos así:
Primero, se elige un concepto aceptado por las mayorías como verdadero.
Segundo, se busca una excepción a la regla implícita en el concepto elegido.
Tercero, de hallarse pocas excepciones el concepto comienza a tratarse como impreciso, de tener muchas se le trata como falso.
Cuarto, a la luz de las excepciones encontradas, el concepto original es replanteado.
Quinto, el proceso se repite con el concepto replanteado hasta lograr la contundencia en el argumento, hasta alcanzar la rotundez.
Sólo las opiniones pensadas tienen valor, toda opinión repetida sin ser reflexionada por las mayorías no tiene validez. No debe  extrañar su sentencia de muerte; Sócrates dejaba poco o ningún espacio para la frivolidad y la demagogia. Los manipuladores debieron odiarlo.
Vemos el mundo a través de nuestros ojos y hasta debemos, para no ser engañados por los prejuicios, cuestionarnos lo que estamos viendo. Podemos intentar entender el punto de visto de los otros, pero si no es lógico y está falto de sentido común, sino es fruto de la reflexión, no debemos aceptarlo, aunque miles o millones afirmen su autenticidad. Es más, debemos rechazarlo, debemos declararle la guerra. El oscurantismo crece con el silencio de quien descubre una falacia y prefiere ocultarse en las sombras. Posiblemente ese combate esté perdido de antemano, pero por lo menos no se es cómplice de la desgracia humana.

domingo, 16 de diciembre de 2012

NO QUIERO ACOSTUMBRARME



Milagros
 
"Actúa de tal suerte que seas digno de ser feliz."
Emmanuel Kant
No quiero acostumbrarme a los sepelios. No quiero acostumbrarme a despedirme, para siempre, de mis familiares y amigos, de las personas que admiro y amo. No quiero acostumbrarme al triunfo final de la muerte y dejar de sentir el dolor que provoca la marcha silenciosa de un ser apreciado. No quiero acostumbrarme a la extraña sensación del cariño que abandona mis manos, filtrándose entre mis dedos y colándose hasta el abismo.
No quiero acostumbrarme a la ausencia de sonrisas, de cariños, de cascadas y relámpagos. No quiero acostumbrarme a no escuchar más tu saludo de: Hola, primo; a no ver más la luz reflejada en tus lentes, a no sentir a la alegría entretejiéndose en tus dientes, a no degustar la dulzura de tu carácter, a no ser más nunca testigo de la nobleza de tu acciones y, sobre todo, no quiero acostumbrarme a tus sueños truncados.
Pero me toca hacerlo, me toca buscar las señales, leer la nota del Arco iris, oír el coro del fuego y su revancha. Me toca. Me toca sanar la herida. Respirar profundo. Despedirme de los lamentos. Herir la atmósfera con un suspiro. Escuchar su reclamo. No pedirle disculpas. Suspirar de nuevo. Levantarme. Respirar más hondo. Y caminar. 
Porque eso es lo que nos toca a los que nos quedamos. Milagros, eso es lo que nos toca. Caminar la vereda que comenzamos a recorrer contigo. Eso es lo que nos toca. Espero estar a la altura y dar los buenos pasos. Mantenerme en el sendero y no desviarme hacia el pantano. Mila, tú nunca te acostumbraste al dolor humano, espero poder imitarte en ese importante detalle.

domingo, 2 de diciembre de 2012

LA ILUMINACIÓN EN EL CAMINO



Picante iluminación
 
“Espiritualidad es ser tu mismo.”
Anthony de  Mello
Me topé con el maestro y estuvimos varias horas caminando uno al lado del otro, sin decirnos nada, sin yo preguntar y sin él contestar. Cuando lo creímos pertinente, hicimos un alto en el camino y nos dispusimos a descansar. Sus labios sonreían y mi espíritu lo hacía también. Él y yo estábamos listos, así que él habló y yo escuché.
Y me dijo: sé como el aire que siempre tiene oxígeno, sé como el aire que se deja respirar, sé como el aire que le es indiferente si lo respiran o no lo respiran, sé como el aire que en cualquier momento se convierte en brisa y se marcha.
El maestro regresó al silencio y a los pocos minutos retomamos la ruta. Caminamos casi un kilómetro y en una encrucijada nos separamos. Mi mente recordó las palabras del maestro y mi corazón recordó algunos eventos de mi vida.
Mi corazón recordó las veces que me esforcé en dominar un arte hasta convertirme en un digno oficiante del mismo, recordó las muchas veces que ofrecí mis servicios, hubo quienes los aceptaron de buen agrado, otros lo hicieron con no buen talante y algunos me rechazaron de plano. Y me sentí pésimo, pues mis intenciones eran buenas y mis acciones desprendidas.
Mi mente comprendió que siempre tengo alguna virtud que me adorna, comprendió que esa virtud bien puede ser compartida y comprendió, y lo comprendió muy bien, que nadie está obligado ni a reconocer esa virtud ni mucho menos a dejarse aliviar por ella. 
Después que mi corazón recordó y que mi mente comprendió, me hice la siguiente pregunta: si el aire pudiese ser feliz, ¿cuál sería su razón para serlo? Y ahora, usando las palabras del maestro, yo comprendo que el aire sería feliz sólo por ser aire. Todo lo demás es lo demás.

domingo, 18 de noviembre de 2012

EL CAMINO DE LA ILUMINACIÓN



Para comenzar a caminar hay que abrir la puerta



“No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos.”
Alberto Einstein


A esta altura de mi vida, entiendo que la vida se trata de aprender algo, desaprenderlo y nuevamente buscar algo que aprender, y aprenderlo, y desaprenderlo, y buscar de nuevo. Recientemente he aprendido algo. Son cinco preguntas y sus respectivas respuestas. La primera: ¿Quién es el ser más importante del universo? Respuesta: Yo mismo. La segunda: ¿Cuál no es mi ubicación en el universo? Respuesta: Mi ubicación no es el centro del universo. La tercera: ¿Cuál es mi lugar en el universo? Respuesta: El lugar donde estoy ahora mismo. La cuarta: ¿Cuál es mi misión en el universo? Respuesta: Hacer bien lo que estoy haciendo. Y la quinta: ¿Quién es el ser más importante en el universo? Y la última respuesta: No importa que sea o no sea yo, lo que importa es que yo sea yo mismo.
Y mientras desaprendo lo que aprendí con las cinco preguntas, aprendo que hacer el bien consiste en cuidarme y cultivarme, dejar que me cuiden y cultiven, cuidar y cultivar al prójimo. ¡Y todo al mismo tiempo! También estoy aprendiendo que no hacer el mal es no hacerme daño, no permitir que me hagan daño, no hacerle daño al prójimo. ¡Y todo al mismo tiempo!
Cuando me toque desaprender que es hacer el bien y que no es hacer daño, voy a comenzar a aprender como apaciguar la mente, es tan simple que asusta en su sencillez: primero, querer lo que tengo; segundo, no sufrir por lo que no tengo; y tercero, estar atento, lúcido y despierto (adiós a la obnubilación y la confusión). A esta altura del partido que es mi vida, he comprendido que la sabiduría no es una piscina, sino un riachuelo donde el agua fluye.

sábado, 10 de noviembre de 2012

DECLARACIÓN EN MIS 52 AÑOS



“A esta edad ya no tengo que demostrar nada. Estoy en paz con la vida. Esa es la libertad.”
Tomás Segovia
Llegué a la edad del mazo de barajas. 52 años. Hace cuarenta, al recibir el certificado de educación primaria, esa cantidad de años me era imposible computarla. Un año era una eternidad. Pero arribé a los 52. Se pasaron volando, aún recuerdo los lodazales que tenía que cruzar para ir a la escuela; sobre los zapatos puestos me calzaba cartuchos plásticos, así de abundante era el lodo.
Llegué a los 52 años. Y pienso que me gané el derecho de dar declaraciones. Después de decirle a mi abuela: tío Pipo pum, pum el 9 de enero de 1964 (el día que los gringos lo asesinaron), de ser evacuado de la ciudad por mi tío Julio en octubre de 1968 (me puso en la cara una toalla empapada con vinagre y aún así sentí los gases lagrimógenos del golpe de estado), después de haber soportado todos los puñetazos de los abusivos del barrio y el colegio, de gritar consignas en la plaza 5 de mayo en septiembre de 1977 mientras esperábamos a Omar y a los tratados del canal, de lanzar piedras contra la guardia, de graduarme tarde de la universidad, de ser testigo del Viernes Negro de 1987 y de la Invasión de 1989, después de conocer el amor y salirle huyendo, luego de que el amor me conociera y saliera huyendo, de comprender que en la vida no hay muchas cosas que entender y hay mucho que vivir. Después de haber hecho todas las tonterías que he hecho, sí, sí me he ganado el derecho a hacer una declaración:
Me declaro pendejo, con tanto practicante del juega vivo, ser un bribón no tiene nada de original. 
Me declaro fracasado, hay tal cantidad de triunfadores infelices caminando por las calles de esta infeliz ciudad, que al verlos sólo puedo pensar que, en realidad, el supuesto éxito es un castigo. 
Me declaro innecesario, no soy mercancía convertida en necesaria por la tele. 
Y, por último y por sobre todo, me declaro anormal, inadaptado, loco; parece que la gracia de ser normal es caminar uniformado y en manada para hostigar al raro.
Llegué a los 52 años vivo, feliz y despierto. ¿Acaso no basta?

domingo, 4 de noviembre de 2012

UN SOLO TERRITORIO, UNA SOLA BANDERA



"Cuando enero regrese
por las torres del cerro...
el país será verde, 
el canal un clavel."
Diana Morán
La literatura ha tenido un papel relevante en la estructuración del ser panameño. Lo literario, por ser un énfasis virtual en la realidad, resuelve lo que la sociedad y el individuo no logran. Libre de las precauciones a las que otras ramas del saber son ligadas, vuela muy alto.
Durante casi todo el siglo veinte, la literatura panameña presentó diversos matices de una misma cuestión que se halla resumida en el credo: “Un solo territorio, una sola bandera”. Pero ya el canal es nuestro. ¿Y ahora? Tengo la impresión de que el significado de lo panameño hoy no es tema central de la literatura que se escribe en Panamá. ¿O sí lo es?
En nuestra historia, lo patriótico ha estado muy cerca de las reivindicaciones populares y del antiimperialismo. Y aunque antiimperialismo es una palabra proscrita, aún hay quienes siguen luchando por la causa de los pobres. Pero, ¿hay literatura que recoja estas exigencias?
La causa de la soberanía tuvo sus literatos. El problema canalero se convirtió en una visión de nación y en proyecto político: Vivir en un país sin bases militares extranjeras. Sin embargo, ausentes las bases militares, parece que no hay norte que señale la nueva corriente de opinión por la cual debe abordarse el concepto de lo panameño.
El día de la reversión del canal, Rubén Darío Sousa declaró que lograda la soberanía nacional el siguiente paso era la democratización del país. Ese discurso lo esgrimieron aquellos que se opusieron al dictador. Pero me pregunto, ¿por qué de las filas de los llamados civilistas no salió una literatura defensora de la democracia? ¿Será por qué significaría proclamar una nación capaz de asumir y decidir su historia? ¿Defender la democracia es defender la soberanía?

domingo, 28 de octubre de 2012

HASTA LUEGO



Humberto en el Pinate
“Cuando el hombre piensa a fondo en sí mismo, se da cuenta de que con vivir no tiene suficiente: necesita vivir bien, de una determinada manera, no de cualquiera. Dicho de otro modo: vivir es necesario, pero no suficiente. De ahí que surja la pregunta: para qué vivir (la cuestión del sentido) y, en función de ello, cómo vivir. Justamente ahí comienza la ética.”
Noelia Martínez
Vivimos en los tiempos de la comida rápida, del atragantarnos, del no estar satisfechos con lo ingerido, del seguir atragantarnos para ver si así, de una vez  por todas, llenamos el vacío que tenemos. A ver si saciamos el hambre que tenemos, el hambre de paz. Hambre de serenidad.
A pesar de mis discursos, el sosiego a cada rato se me escapa del alma. Por eso admiro tanto a quienes lo tienen y no lo dejan poner pies en polvorosa. Por eso admiré a mi colega Humberto Santos. Un accidente cardiovascular se lo llevó, pero mi admiración se quedó aquí.
Diferíamos en nuestra concepción del destino: para él ya estaba escrito, para mí es un mar de incertidumbres. En este momento, me sería muy fácil (y vil) afirmar que fue precisamente esa forma de ver al universo quien no le permitió percatarse de las señales que le dio su cuerpo. Nunca sabré si tuvo señales. Pero sí sé que su convicción generaba paz. Paz para él, nunca explotaba en ataques de ira ni caía en la tentación de la intriga. Paz para nosotros, sus colegas, que sabíamos que una conversa con Humberto eran unos minutos de charla firme, pero sin sobresaltos. Y ese detalle, en una institución educativa, es muy valioso. Muy, pero muy valioso.
Tengo otra tentación. Preguntarme por qué con tanto docente sembrador de conflictos, quien se marchó fue Humberto Santos, el profesor de la serenidad. Y es allí donde surge la lección humbertina: los eventos ocurren y punto. No es necesario buscarle la quinta pata al gato.

domingo, 21 de octubre de 2012

TRABAJAR CON GANAS O NO TRABAJAR



La cerradura
 
“Vivimos en una cárcel. La diferencia es que tenemos la llave para abrir la puerta y al reo, otro le abre la celda.”
Zelideth Rosales

Trabajar con desgano no sólo atenta contra la felicidad del propio apático, puede ser, incluso, causa de dolor a terceros. En Panamá, hace pocos años, cientos de pacientes de la Caja del Seguro Social fueron intoxicados con dietilenglicol; bastan 15 miligramos de esta sustancia para envenenar a una persona que pese 200 libras. Los intoxicados bebieron frascos enteros de jarabe para lo tos con dietilenglicol. Es un escándalo de proporciones mayores, pues no sólo estuvieron involucradas altas personalidades del mundo político en la compra de la toxina, si no que los trabajadores responsables de fabricar el jarabe para la tos confundieron glicerina con el dietilenglicol. La glicerina es espesa como la miel, el dietilenglicol es diluido como el agua. ¿Inexperiencia o desidia?
En Panamá hay una expresión que contesta esa inquietud: ¡Me vale v…! ¡Qué soy funcionario público a cargo de vidas humanas! ¡Me vale v…! ¡Qué esta sustancia no se parece a la que siempre uso! ¡Me vale v…! ¡Qué comenzaron a aparecer los afectados! ¡Me vale v…! ¡Qué se están muriendo los afectados! ¡Me vale v…! 
Pero esa expresión, no sé, ese resumen extra concentrado de la apatía me huele más a cárcel que a liberación. Sí. ¿Qué por qué lo digo? Porque suena a la frase expresada por un infeliz que no es dueño de su vida. Alguien que no ha podido realizar sus sueños, que, quizás, lo más triste, nunca ha enfilado el buque de su vida en la dirección correcta para alcanzar sus metas. Alguien que se rindió, tal vez, antes de empezar la lucha. ¡Me vale v…!  Es un triste lema. Es un trío de palabras tan duras y resistentes como los barrotes de una cárcel.

sábado, 13 de octubre de 2012

HOMO SAPIENS, CONFLICTO Y EXTRAÑEZA




“La cultura, aunque se exprese local o nacionalmente, siempre integrará la universalidad.”
Henrie Petrie             
La humanidad nació con necesidad de globalización, con intenciones de poblar la totalidad del planeta; hace más de 100 mil años, desde las sabanas centrales de África, un primer grupo de Homo sapiens comenzó a recorrer y a colonizar el orbe. Cuando los descendientes de los esos primeros africanos llegaron al congelado territorio que hoy conocemos como Europa, encontraron a otro grupo humano, el Homo neanderthalensis.
De como fue dicho encuentro no hay mayor evidencia, pero el resultado final fue: el hombre de Cromañón pobló el planeta (incluyendo la lejana Abya Yala) y los neandertales se extinguieron. ¿Qué ocurrió? ¿Nuestros ancestros los dejaron sin recursos? ¿Les declararon la guerra? ¿Les transmitieron nuevas enfermedades? ¿La nueva tecnología cromañónica supero fatalmente a la primitiva tecnología neandertalística? ¿Los genes de los neandertales quedaron diluidos en medio del creciente océano de ADN del Homo sapiens?
No tenemos respuestas concluyentes a estas interrogantes, pero las podemos intuir al estudiar los resultados de posteriores encuentros entre diversos grupos de Homo sapiens.
Alejandro Magno, cuando se encontró con el Imperio Persa, hace poco más de 2 300 años, con su espada cortó los tejidos que mantenían unido a dicho estado provocando su extinción. Así, la cultura helénica se difundió hasta los confines del valle del río Indo. A pesar de que lo griego era lo dominante, gracias a la política alejandrina de fusión, hubo mestizaje, tanto biológico como cultural. Hasta la llegada de los talibanes, en Afganistán existían unas estatuas de Buda vestidas con túnicas griegas. También los conquistados hicieron resistencia cultural, hoy en día los habitantes de Bagdad y Teherán se autodenominan persas, no griegos.
A los galos no les fue bien cuando Julio César los encontró. Lo que el dictador romano hizo en su momento, hoy en día sería calificado de genocidio. En estos tiempos los habitantes de la Galia Transalpina hablan francés, una lengua que nació siendo un dialecto del latín. La lengua original de los  galos está extinta, el latín no se habla fuera de los círculos académicos.
En cada encuentro o choque de civilizaciones ocurre la imposición, la resistencia y el mestizaje. ¿Las nuevas culturas nacen envueltas en pañales de dolor? Pues, mientras se piense que la expansión de una cultura sucede en el vacío y se niegue la existencia válida de otras manifestaciones culturales, la globalización será sinónimo de conflicto.
Más ejemplos. Sesenta años antes de los viajes de Cristóbal Colón, un militar y navegante chino, Zheng He, desde Nankín y con una flota mucho mayor que cualquier armada europea de la época, exploró los mares desde la actual Indonesia (en el océano Pacífico), hasta el canal de Mozambique (en el océano Índico), pasando por el golfo Pérsico y la península Arábica. Pero no conquistó ningún territorio. Para los chinos el resto del mundo les pareció muy primitivo. Además, en su economía no existían los conceptos de colonialismo y mercancía tal y como lo manejarían los europeos medio siglo más tarde.
Los acontecimientos iniciados el 12 de octubre de 1492 son hartos conocidos. Pero hay que señalar y subrayar algo importante, importantísimo. Así como no hubiese sido posible la hegemonía del hombre de cromañón sin la extinción del neandertal, así como occidente no se hubiese finalmente impuesto sobre oriente sin las conquistas de Alejandro Magno, así como la actual unidad europea no se hubiese dado sin Roma, Julio César y el genocidio galo; así mismo, no se hubiese dado el desarrollo del actual capitalismo sin la  conquista y colonización de Abya Yala por parte los europeos. ¿Se puede hablar de reivindicaciones para los pueblos abyayalenses sin una crítica al capitalismo? No lo creo.
La actual globalización neo liberal tiene tanto que ver con la mundialización de las culturas, como la conquista del nuevo mundo tuvo que ver con la evangelización. Hoy la mundialización cultural sirve de excusa para el proyecto económico neo liberal, así como la evangelización cristiana lo fue de la conquista europea del territorio abyayalense. Las razones económicas siempre fueron las verdaderas razones.
Pero la cultura, ese quehacer realizado por todos los humanos para relacionarse con el ambiente y con otros seres humanos, y a pesar que la historia parece sólo registrar encuentros de guerra y muerte, la cultura siempre ha velado por la creatividad y el ingenio humano. Y hoy, 520 años después, se hace impostergable el desarrollo de nuevas formas de relacionarnos entre nosotros. Formas que tengan poco o nada que ver con las pesadillas provocadas por las guerras de conquistas de Alejandro y Julio César; formas inspiradas, por ejemplo, en la carta del jefe Seattle, de la tribu Suwamish, carta que dice entre otras cosas: “¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.”
Extrañémonos de las guerras por el petróleo, de la opulencia de unos pocos rubios sin melanina en la piel y de la miseria de varios miles de millones de niños y niñas de pieles que estallan en bellos colores, del abandono y la soledad que sufre tanto anciano y anciana que dedicaron sus vidas a criar hijos e hijas que no los atienden, de la destrucción de las selvas y mares, de las mejillas moradas a golpes de tantas mujeres, de la escasez de medicamentos y de la abundancia de la cocaína; extrañémonos de los planes y transformaciones curriculares cuyo objetivo real y último es uniformarnos culturalmente, de como cada día los pálidos que se han adueñado del planeta, en nombre de la civilización, de su civilización, nos saquean los bolsillos y de como nos secuestran la fe, el amor y la esperanza. Extrañémonos de que 520 años más tarde aún exista quien dude del genocidio sufrido por los pueblos de Abya Yala y África. Pero sobre todo, extrañémonos de como satanizan a los jóvenes, de como satanizan a los jóvenes pobres, de como satanizan a los jóvenes pobres que hoy, con valentía, se atreven a preguntar públicamente: ¿Cómo se puede comprar o vender la dignidad o el coraje que habita nuestro corazón? Esa es para nosotros una idea extraña. ¡Muy extraña!

sábado, 6 de octubre de 2012

DE ESTA DISTINGUIDA DISTINCIÓN



“El destino de un escritor no es la fama, ni la gloria póstuma, sino escribir libros.”
Jorge Luís Borges

¿Qué es un premio literario? Es estacionarse, por un par de minutos, bajo la luz de los reflectores y tener la oportunidad de decir algo, que ojalá sea interesante.
Recibir hoy esta especial distinción, de manos de un jurado conformado por dos filósofos y un implacable crítico literario, en este preciso momento de mi historia literaria, es un cordial reencuentro con el género donde nací como escritor: el cuento.
Este galardón coincide con las gestiones que llevamos adelante un grupo de egresados del Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá, trámites que buscan formar una asociación con el objetivo de dar nuestra contribución efectiva y concreta a la institucionalización de la literatura dentro de nuestra universidad anfitriona. Vivimos tiempos extraordinarios y en días así, es pecado que un escritor destine recursos valiosos para sólo contemplarse el ombligo y es una soberana lástima jugar al yo-yo. Además, un bono extra, es el más agradable de los honores acompañar a Gloria y a Elena en esta premiación.
¿Qué es el Premio Diplomado en Creación Literaria 2012? Es la oportunidad de declarar que los egresados del diplomado estamos aquí para caminar con la UTP y sus autoridades en la promoción de la literatura panameña. Este premio es la mejor de las excusas para celebrar esta declaración con los amigos. Celebrar con ustedes aquí presentes. Ojalá y pronto, otra egresada, otro egresado del Diplomado de Creación Literaria de la UTP, tenga la misma excusa.
 

domingo, 30 de septiembre de 2012

CUATROCIENTOS CIBERTÍCULOS



Contrastes
 
“La literatura es como echar una botella al agua y esperar a ver a quien le llegó.”
Laura Restrepo          
Una década y 400 cibertículos. Diez años y miles de aprendizajes. 120 meses y cientos de transformaciones fundamentales. 520 semanas y decenas de pasos esenciales para la profesionalización. 3 650 días y una inmensa satisfacción.
En estas últimas 8 760 horas he aprendido que para mí escribir no es un pasatiempo, es una profesión. Y no sólo por el hecho de que, en algún momento, me representó ingresos (estos cibertículos fueron publicados durante un lustro en un diario de la localidad y por cinco números aparecieron en una revista). No. No es así. Al publicar semanalmente fui moldeando mi cotidianidad con el compromiso de escribir.
En estos últimos 525 600 minutos mi persona quedó transformada totalmente, es que descubrí que los temas que más me apasionan tienen que ver directamente con la filosofía de vida, con mi ética personal. Y sí, sí tengo una moral personal. Y no, no me escudo bajo el título de poeta y escritor para ser un desastre. Tengo una moral que incluye no ser perfecto.
En estos últimos 31 536 000 segundos fui colonizado por una atípica satisfacción. La del raro. En mi adolescencia aprendí a ser raro y a sobrevivir al que dirán. Ahora, cuando voy rumbo a la tercera edad, me siento orgulloso de haber sido fiel y leal a mi raritud. Esa experiencia está reflejada en estos 400 textos. Ser raro es salirse del marco de la normalidad y es tan normal ser esclavo.
Por estos cibertículos no me van a dar el Premio Nacional de Literatura, los envío al ciberespacio sin saber cual será su destino, pero lo hago sabiendo que los escribí con un alto grado de profesionalismo, tal como se lo merecen todos los lectores del mundo.

domingo, 23 de septiembre de 2012

DE LA VERDAD, ¿O ES DEL OPINAR?



 Buho y vela sin luz
"Estas palabras son un simple punto de vista, que no la verdad." 
Isabel Herrera de Taylor  

Una supuesta razón para declarar la guerra es para imponer la verdad. Los estados y los individuos quieren tener la razón y así decir la última palabra. Y por esta causa las religiones, los caudillos y las ideologías han plagado de dolores las aguas, los suelos y el aire del planeta.
Quizás parte del problema estriba en confundir un hecho con una opinión, un testimonio con una definición. Todos estos conceptos son partes de la verdad, pero por sí solos no son la verdad. La observación de un fenómeno por una persona, es sólo eso, una observación; un hecho es la misma observación realizada por muchas personas. Si hago una declaración sobre algo que sólo yo observé, a lo sumo estoy haciendo público un testimonio personal y quien lo escuche, puede  deducir sus propias conclusiones. Las observaciones, aunque sean hechas por millones de personas, siempre tienen un grado de incertidumbre. Por miles de años, billones de seres humanos vieron salir el sol por el este, cuando en realidad es el planeta quien gira de oeste a este.
Las definiciones universales no funcionan universalmente; María puede ser la mujer idolatrada para el hombre que la ama, pero también puede ser la mujer odiada por aquella chica a quien ella le quitó el novio. Las opiniones jamás deberían ser una sentencia categórica. Pienso que mejor funcionan como sugerencias. Al final, pienso que lo importante, lo verdaderamente importante, es que las opiniones sirvan de excusa para un honesto y libre diálogo.