domingo, 27 de diciembre de 2015

GOLPE DE ESTADO AL NIÑO DIOS

“¿En que momento los cristianos nos dejamos robar la navidad? ¿En qué momento los cristianos permitimos que Santa Claus y los personajes de Disney acapararan la navidad? ¿En qué momento los cristianos nos empezamos a preocupar más por arreglar el arbolito y pintar la casa con el mejor color, que por colocar un hermoso nacimiento que refleje el verdadero motivo de ésta celebración El nacimiento de Jesús? ¿Y en qué momento los cristianos volveremos a encontrar el verdadero sentido de la navidad?" 
Verónica Rodríguez Frías
Hace unos años, bueno hace muchos años, a inicio de la década de los ochentas, leí un artículo muy interesante escrito por un joven argentino; no recuerdo ni el título ni el nombre del autor, sí me acuerdo del tema. El texto explicaba que el éxito ideológico del capitalismo se debía a las fisuras, provocadas por el desgaste histórico, que habían sufrido las religiones tradicionales. Pienso que dicha hipótesis terminó de comprobarse en los noventas, cuando diversos autores convirtieron en dioses inexorables a las fuerzas del mercado. Sin embargo, el proceso tomó su tiempo y fueron muchos los involucrados.
El mecanismo fue más o menos el siguiente. Empresas transnacionales se apoderaron de íconos de la tradición cristiana y los ligaron fuertemente con sus productos. Los más famosos han sido Santa Claus (cara navideña de la Coca Cola) y el árbol de navidad (la mejor razón para consumir energía eléctrica). Ni hablar de la enajenación de los paisajes nevados en el trópico, ni de la frustración de las niñas y niños bien portados que no reciben regalos.
El consumismo ha arrinconado a los ancestrales valores cristianos. Santa Claus le dio un golpe de estado al Niño Dios. Pero el hachazo es funesto, no es mortal. Aún no es tarde, basta comprender que el valor del regalo no está en el precio, sino en el amor depositado en él.

domingo, 20 de diciembre de 2015

PATRIOTISMO SUBSIDIADO

“Queremos pensar algo fuera de la lógica capitalista de mercado, pero sin poder estar real, física, cultural y económicamente fuera de esta lógica liberal y mercantil. Esa es nuestra realidad... aspiramos a ver la vida más humanistamente dentro de un sistema ajeno a dicho humanismo.”
Fernando Penna
Tengo sentimientos encontrados. Por un lado considero necesario y obligatorio hacer justicia y convertir cada 20 de diciembre venidero en fecha de luto nacional. Mis amigos asesinados (Demetrio y Becerra) así lo reclaman, también el resto de los inocentes inmolados y mucho más aquellos hombres y mujeres que cayeron en combate, en especial, Gustavo Torreglosa. ¿Cómo olvidar el malestar de ver a los marines que desde los hummers saludaban como reinas de carnaval? Pero, y este es el otro lado del asunto, ¿cómo no recordar con irritación que hubo ciudadanos que, en efecto, celebraron el sangriento jolgorio?
A los pocos meses del cruel asalto, cuando aún las calles eran patrulladas por las tropas invasoras, en una de las cafeterías de la Universidad de Panamá (la más alta casa de estudio del país), un individuo gritaba: “Este pueblo es marcista”. El susodicho no hablaba de ser seguidor de Carlos Marx, sino de Marc Cisneros, el comandante de los agresores.

En misa campal el arzobispo declaró que ojalá el 20 de diciembre se recordase como liberación. Un escritor panameño dijo que le perdonaba a los gringos el 9 de enero por haberse llevado a Noriega. ¿Exagero? ¿Y el 9 de enero hoy en día? ¿Acaso el 8 de enero no se vacían de licor las bodegas? ¿Qué significa el 20 para los menores de 30 años? Temo que el 20 de diciembre se convierta en un carnaval de recordación del día en que los gringos nos liberaron del dictador. ¿Exagero o bien el 20 de diciembre se puede convertir en una extensión del blak fraidei? No basta el día libre, es necesario, obligatorio, el compromiso con la memoria patria.

domingo, 13 de diciembre de 2015

LA MÁQUINA OXIDADA



"Donde hay felicidad, hay creación. Cuanto más rica es la creación, más profunda es la felicidad".
Henri Bergson

Un automóvil con la máquina oxidada no puede funcionar, no importa que tenga llantas nuevas, que el piloto sea un súper campeón de carreras o que tenga el tanque lleno con una fórmula especial de combustible. Y así como un auto con el motor estropeado no puede correr, un sistema educativo con su maquinaria trancada por el óxido tampoco puede funcionar.
Me parece que el mecanismo de funcionamiento de la educación, los seres humanos que somos partícipes de él, en el mejor de los casos, estamos tirando cada uno por su lado y en el peor, somos cómplices del desánimo, la improvisación, el oscurantismo, la confusión y, lamentablemente, de los miserables que todos los días irrigan su ponzoña, esos enfermos que buscan venganza, como si los estudiantes tuviesen culpa de su fracaso y mediocridad.
¿Para qué ir a la escuela? Cierto que el aparato legal panameño establece cuales son los fines de la educación y que muchas personalidades prestigiosas proclaman bellos discursos sobre el perfil que debería tener el egresado de los colegios panameños; pero, en la práctica, el asunto parece reducirse a estudiar para conseguir un empleo. Paradójicamente, lo enseñado poco tiene que ver con el mercado laboral. Entonces, ¿de qué se tratan todos los intentos realizados en Panamá para paliar la crisis educativa? ¿De atenuar el problema y no resolverlo? ¿Será que somos adictos al desorden y a la incoherencia? ¿Será que el objetivo de la educación panameña es instruirnos en como ser pocos creativos a la hora de poner orden y resolver problemas?
No es por falta de recursos, ni de buenas intenciones, es peor el asunto. La crisis seguirá hasta que reconozcamos lo primordial, hasta que aceptemos que, como nación, no tenemos la menor idea de que hacer con la educación. 

martes, 1 de diciembre de 2015

QUEREMOS APRENDER

"El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender."
Plutarco
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos aquello que nos emociona. Si la clase es una cárcel, no despertará interés y tampoco logrará aprendizajes. Si la clase es un espacio alegre, despertará interés y conseguirá mayor aprendizaje.
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos aquello que entendemos, que logramos comprender. Una clase cuyos conceptos estén estructurados para el educando y en el orden lógico del educando es más fácil de asimilar por parte de, ¿adivinan? El educando.
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos aquello sobre lo que ya conocemos algo. La clase no es para que el educador demuestre erudición, sino para que practique la sabiduría de conectar los conocimientos que pretende impartir con los conocimientos que ya tiene el educando. ¡Los estudiantes no son tablas rasas! ¡Las mentes en blanco no existen!
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos aquello que nos reta, lo que nos  mantiene la mente despierta y motivada. Educar es animar a educarse.
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos aquello que nos es dado con amor. La información que nos llega a través de los sentidos pasa por las emociones antes de ser procesada por la razón y al escuchar algo amoroso, su recuerdo se consolida de forma más eficiente.
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos de las historias con datos inesperados, que crean sorpresas, que rompen con la monotonía, que mantienen en vilo a la clase.
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos de quien nos plantea y formula un problema creativo interesante, de quien nos alienta a resolver el problema lo mejor posible, de quien nos da las herramientas para expresar y comunicar las respuestas adecuadamente.
Aprendemos y, sobre todo, aprehendemos de los buenos maestros.

domingo, 8 de noviembre de 2015

NEURÓTICOS Y REDENTORES

"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas."
Pablo Neruda
Hay una definición de neurosis que me funciona muy bien: neurótico es aquel individuo obsesionado con una serie de pensamientos que le bloquean la objetiva percepción de la realidad y esto le provoca un terremoto emocional.
Entre los muchos tipos de pensamiento que se ajustan a esta definición, me gustaría comentar sobre uno en particular, el relacionado con el supuesto cumplimiento del deber. Estos pensamientos a veces conducen al individuo a caer en la trampa del redentorismo: Tengo qué… Estoy obligado a…Debo hacerlo…
Me he topado con algunos obsesionados con el deber, algunos tienen profesiones donde la irresponsabilidad simplemente es un pecado mortal; sin embargo, otros solamente se pueden calificar como casos patológicos. En los primeros el cumplimiento de su cometido tiene por fruto la consecución de objetivos específicos, pero en los segundos lo único alcanzado es el malestar.
Una cosa es el educador que se exige al prepararse para dictar sus clases y otra muy diferente es aquel que considera su deber defender las deportaciones de colombianos llevadas adelante por Maduro, el presidente venezolano. El primero logra influir positivamente en sus alumnos, el segundo sólo logra derramar inútil bilis.
Y es que los obsesionados del segundo tipo, en el fondo, están convencidos de su papel conspicuo e indispensable en la consumación de la causa, su causa, que, por cierto, es la más sublime forma de salvar al mundo y a la humanidad. Lo triste del asunto es que todo no pasa de ser un permanente ataque neurótico. Cero logros, miles de malestares. 

domingo, 25 de octubre de 2015

LO CONFIESO, ME ENSEÑARON A SER EDUCADOR

“El binomio emoción-cognición es indisoluble, intrínseco al diseño anatómico y funcional del cerebro. Y es que la emoción es el ingrediente secreto del aprendizaje, fundamental para quien enseña y para quien aprende.”
Francisco Mora
Gracias a que tuve la fortuna de toparme con las personas convenientes, hoy con orgullo puedo decir que soy un profesor de biología con vocación. Me tomó casi toda mi carrera docente entender el por qué fue así. ¿Qué hicieron esos héroes y heroínas que me emocionaron tanto hasta convertirme en educador? Pues eso, emocionarme. Pero, ¿cómo lo hicieron?
Lo primero que hicieron fue sacarme de mi engañosa zona de comodidad. En mi familia fue Aurora Orobio (mi madre), en los muchachos exploradores fue Moisés Solanilla (el jefe de la tropa 19), en el colegio Remón Cantera fue Manuel de Jesús Morales (mi profesor de biología), en el Dai Ichi Karate Kai fue Meregilda Shaw (mi sensei), en la Universidad de Panamá fue Alberto Taylor (mi asesor de trabajo de graduación), en el grupo teatral Laberinto fue Jarl Ricardo Babot (mi maestro de arte), en la pastoral juvenil fue el reverendo padre José “Popito” Quesada, y en el barrio fue Carlos Matías (el hombre más sabio que ha pisado la Ciudad Radial).
Cada uno me dejó claro, muy claro, que ellos no me debían nada. Que yo no les estaba haciendo un favor al aceptar ser su pupilo. Es más, que su confianza me la debía ganar con esfuerzo y trabajo. No voy a mentir, a la edad que los conocí les di muchas razones para recelar y aún así nunca me descalificaron y esa fue la más grande de las lecciones que les aprendí.
En más de una ocasión otros colegas, que observan cuan sargento de infantería puedo ser en el aula de clases, me han preguntado que hago para que los estudiantes me tengan algo de aprecio. Siempre les contesto lo que nunca hago: hacerles sentir que son una pérdida de tiempo.
Y esa es una de las más terribles prácticas del sistema educativo, como si la finalidad del proceso de enseñar y aprender consistiera en desalentar a los jóvenes. A veces siento que se trata de envidia a la juventud, como si los jóvenes tuvieran la culpa de los fracasos de los viejos. Ojalá esté equivocado, por que de no estarlo, estamos hablando de una gran asquerosidad.
De mis ocho héroes y heroínas aprendí que hay una regla de cumplimiento obligatorio: si dar clases es una pérdida de tiempo, mejor busco otro trabajo. Porque si no soy capaz de convertir 40 minutos en 2400 segundos con algún valor de interés, el del problema soy yo.
Y es en este punto donde sé que he tomado mis riesgos, mis grandes riesgos, de los cuales, por cierto, no me arrepiento. Mis titanes se arriesgaron por mí. Dar clases hoy en día es tratar con chicos y chicas criados y criadas por la televisión, a quienes en la primaria los padres les hacían las tareas y que, si bien pueden buscarse problemas, muy pocas veces asumen la responsabilidad de resolver tales apuros. Dar clases hoy, en general, es darle clases a una juventud sumamente pasiva. ¡Qué paradoja! Los jóvenes de hoy tienen una amplia y sólida zona de comodidad. ¡Y no quieren salir voluntariamente de ella! Así que, ¿qué queda hacer?
Entiendo que la zona de comodidad es un conjunto de hábitos, actitudes y emociones que entorpecen la evolución personal, el aprender algo nuevo. ¿Cómo romper esa modorra?  Con otros hábitos, otras actitudes y no temiendo conectarse emocionalmente con los estudiantes. No se trata de hablar de hábitos y actitudes, sino que los educandos los vean en el docente. ¿Quiero que los muchachos sean personas cultas? Pues yo tengo que serlo; ellos lo van a percibir, claro que lo van a percibir, pesa a la opinión de algunos, su silencio no es síntoma de autismo.
Ahora viene lo delicado, la conexión emocional, que es al fin y al cabo quien facilita el  aprendizaje significativo. Reír juntos es uno de los más sólidos puentes que dos personas pueden tender. Con la práctica aprendí a distender el ambiente con algún comentario gracioso sin perder el hilo de la clase. ¡Sépanlo! La autoridad de un docente radica en que conoce el tema que está desarrollando y tiene la humildad de reconocer cuando se le escapa la información. No se trata de tener siempre la razón, sino que en el aula la razón prevalezca, por eso, cuando es un estudiante quien tiene la información correcta hay que felicitarlo y no amargarse por ello.
Preguntar y poner a pensar me parece más valioso que dar una explicación directamente. Y aquí viene el primer riesgo: saber cuando la respuesta equivocada dada por un estudiante se puede convertir en gracia y cuando no. Pregunto y contesto y embromo y acepto las burlas y espero que el asunto no me reviente en la cara.
Hay otra emoción básica, que no tiende puentes, pero que de ser enfrentada y superada, acrecienta algo esencial para el proceso de enseñar y aprender: la autoestima. Hablo del miedo. ¿Por qué usar tan perniciosa emoción? Porque ya los jóvenes viven con miedo. Ya está allí. Lo único que hago es materializarlo en alguien al que pueden enfrentar y vencer: mi persona. No conozco de antemano la carga síquica de cada uno de los estudiantes, muchas veces me han estallado bombas en el aula. Pero si pueden vencerme, salen mejor preparados a la vida  real. ¿Qué es vencerme? Trabajar, pensar y preguntar. Ganarse el derecho a decirme: no le tengo miedo y esta es su respuesta.
Debo confesar que me paso de tosquedad. Definitivamente, no soy un mar de ternura. Pero cuando veo a egresados del colegio luchando y repitiendo sin miedo la consigna, está prohibido rendirse, me animo a seguir tomando el riesgo.
Hago lo que sea necesario para ganarme la atención de los estudiantes dentro del aula y por esa razón cuando descubro que uno de ellos está en otro planeta, lo hago pagar ese desliz. ¿Cómo? Preguntándole y preguntándole. Pero me importa muy poco si se tiñe el cabello o se afeita la cabeza al rape. ¿Me explico? ¿Dejo claro en dónde pienso que debe estar el énfasis?
 Otro detalle terrible y real del sistema educativo es que tiene poco que ver con la vida de los estudiantes. A mis héroes y heroínas les aprendí a exponer, lo que sea, usando ejemplos de la vida cotidiana. Y entre hablar de los orgánulos de la célula y las anécdotas que conozco sobre ser parte de un equipo, espero estar regalando a los educandos un que otro tesoro.
En mi memoria tengo un baúl lleno de palabras y ejemplos que hoy son mi tesoro. Aurora me decía una y otra vez: El mundo no es blanco y negro, está lleno de grises. También: Que yo sepa no parí un manco. Una vez Moisés tocó una oruga y la mano le ardió, vi como la tomó con una hoja seca y la puso en un arbusto; no sé que cara puse yo, pero él me dijo: No fue culpa de ella. Meregilda nos decía que ella no podía enseñarnos a pelear, que eso ya lo sabíamos, que la sociedad violenta que nos tocó vivir ya nos había enseñado a ser violentos, que bastaba ver como subíamos a un bus en las mañanas, que ella nos podía enseñar algo más valioso: un pasatiempo que con disciplina se puede convertir en un estilo de vida: el arte de las manos vacías. Manuel de Jesús siempre me hablaba en clases con tono de legionario, pero a la hora de la hora siempre sus decisiones académicas eran guiadas por la compasión. Alberto muchas veces me dijo que era muy inconveniente dejarse llevar por la antipatía que un estudiante me despertara. Popito me dejó bien clara la diferencia que hay entre las dinámicas de una clase y el dinamismo que debe tener esa clase. A Carlos le escuché las más contundentes defensas que alguien pudo hacerle a la amistad. Y a Jarl, a mi muy querido Jarl, le escuché estas palabras: Nunca pongas en juego tu dignidad; me será muy difícil olvidar su frase: el que quiere, quiere hasta debajo del palito y el que no quiere, no quiere ni el palacio. De todos aprendí que hay que involucrarse para poder  transformar las palabras en vida. Así entiendo, comprendo, asumo y hago vida las palabras y ejemplos de mis maestros. La apuesta es que también las hagan vida los estudiantes. Porque si la escuela no es vida, ¿para qué madrugar por una farsa? 

domingo, 18 de octubre de 2015

TALIBANES DEL CARIBE

“El país de hoy no se diferencia al del pasado. Relativamente no hay mucha diferencia, sólo han cambiado los personajes detrás de una gran palabra: Democracia. Hay conocimiento, lo que no hay es aplicación de ese conocimiento; no se está preparando para vivir a plenitud con honestidad. Yo no estoy satisfecho, como no lo está el resto de los panameños.”
Félix A. Dormoi B.
Hace mucho tiempo leí que la historia humana es una especie de secuencia cíclica de tres tipos de poderes: teocrático, autocrático y democrático. En la teocracia los representantes de Dios ejercen el poder en su nombre y la ciencia no tiene mayor cabida; en una autocracia una minoría, en nombre de su causa justa, cualquiera que esa sea, que incluso puede ser la misma democracia, ejerce el poder y la ciencia sólo es tomada en cuenta mientras sirva para sostener el poder de los dictadores; en una democracia los ciudadanos ejercen el poder en nombre de su propia soberanía y el uso del método científico debería ser obligatorio al momento de tomar decisiones.
Pienso que estamos adentrándonos en una nueva era teocrática. Y no me refiero sólo al crecimiento del Islam. El mundo cada día es más religioso. Las religiones tradicionales, aunque parecen estar en pleno retroceso, en realidad se están radicalizando. Y los baches dejados por ellas los están llenando nuevas formas de pensamiento mágico. Obviamente, eso significa menos respeto a las instituciones democráticas, menos tolerancia a las opiniones disidentes. ¿Será que ya en Occidente, en secreto, se está reuniendo la leña para las hogueras?
Quizás me repliques diciendo que en Europa y en el resto del primer mundo el cristianismo está en franca retirada. ¿Sí? ¿Recuerdas que el hoy San Juan Pablo II fue pieza esencial en la derrota del bloque socialista en la Guerra Fría? ¿Que Benedicto XVI definió a Europa como cristiana y que ningún jefe de estado europeo lo contradijo? ¿Te atreverías a negar que el actual Papa Francisco sea una fuerte corriente de opinión mundial? Te recuerdo que en nombre de Dios George W. Bush le declaró la guerra a Afganistán y que Mel Gibson, en el estreno de su película La Pasión de Cristo, declaró ser católico fundamentalista.
Ojalá y la fuerza de la negación no te cierre los ojos y así puedas ver lo que pasa en el planeta. Y el planeta incluye tu pequeño entorno. En el colegio secundario donde laboro, me percato como los estudiantes cristianos me miran con condescendencia al momento de explicar temas como la evolución y la biotecnología genética. A veces tengo la sensación que contestan mis preguntas con lo que suponen yo quiero escuchar. ¡Y eso es terrible! Una vez metí la pata, pero hasta el fondo; una chica dice en el salón que los homosexuales no entrarán al cielo, le digo que si la Biblia maldice a los homosexuales, también la obliga a ella a someterse a los varones; desde ese día es mucho más dócil a la voluntad de su novio.
Temo que el pensamiento mágico no se agota en las religiones tradicionales. Temo que está infiltrado en otras actividades que deberían tener otros fundamentos. ¿Han escuchado a un vendedor de esos productos nutricionales que maravillosamente tienen efectos positivos en la salud? ¿Lo han escuchado discutir con otro vendedor de otra marca de tales productos? ¿O a un defensor de la omnipresencia y omnipotencia de las fuerzas mercantiles renegar de la evidencia que señala la manipulación que realizan las corporaciones sobre la economía mundial? ¿De como guarda silencio cuando se mencionan los sobornos, chantajes y actos violentos consumados por las potencias económicas y militares del mundo sobre los países más débiles?
Conocer algo es relacionarse con ese algo. En la ciencia tal relación está cimentada en el estudio de los hechos verificables y la magia, por el contrario, se asienta en las creencias. Creer en la existencia de Dios, es una creencia. Creer en la inexistencia de Dios, es una creencia. Creer en un comprimido con efectos asombrosos, es una creencia. Creer en la omnisciencia del mercado, es una creencia. ¡Y las creencias no necesitan ni pruebas ni evidencia, les basta el hechizo que ocurre en la mente del creyente!
¿Quieres hacer un experimento? Poco antes de un juego de la Selección Nacional de Fútbol haz una encuesta sobre cuales van a ser los resultados del partido. Y escucha las respuestas. He escuchado cosas como: ¡Hay que creer! ¡El que no cree no es panameño! ¿Por qué tales argumentos? ¡Por preferir pensar mágica y no científicamente!
Si esto sigue así, si seguimos rumbo a la teocracia, al mundo de la verdad única, prácticas despreciables como el racismo, la xenofobia, el machismo y otras porquerías parecidas destruirán la civilización tal y como la conocemos hoy. Estos vicios en más de una ocasión histórica se han disfrazado de defensores de la fe verdadera, para así impunemente agredir a sus víctimas, para difundir el odio con toda libertad, para regresarnos a la barbarie.
Sea en nombre de Dios o del mercado los equivocados, según los fanáticos, serán extinguidos. ¿Y quiénes son los equivocados? Los que piensen diferentes. En una democracia la diversidad de pensamiento es esencial, pues mientras más respuestas se presenten a la hora de resolver un problema, más posibilidades habrá de que el consenso efectivamente solucione el inconveniente. En una teocracia el enemigo no es un autócrata, es un demócrata.
En el estado democrático la ciencia debe ser la principal herramienta usada en la administración de la cosa pública. ¿Por qué? Porque si en la democracia conviven múltiples visiones de como ha de ser la sociedad, se hace necesario un método que nos conecte lo mejor posible a la cambiante realidad, que nos permita discernir cual es la acción que más nos conviene en un momento dado, cual la mejor estrategia.
Desconocer las evidencias recogidas por las ciencias siempre tendrá graves consecuencias para las democracias. ¿Por qué hay crisis ambiental? Por renegar de los estudios biológicos que nos enseñan como funciona un ecosistema. ¿Por qué cada día aumenta el número de neuróticos en las calles? Por renegar de los estudios psicológicos que nos dicen que nacemos seres humanos, pero que tenemos que hacer el esfuerzo necesario para crecer y convertirnos en personas humanas. ¿Por qué hay crisis social? Por renegar de lo que ya han probado ha saciedad las ciencias políticas: si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Las autocracias se pueden dar el lujo de repudiar los estudios científicos, total en ellas sólo importa el bienestar de los tiranos. A las teocracias no les interesa el tema, total, al final Dios velará por el bienestar de la sociedad y si no lo hace por toda la población, lo hará por lo menos por sus vicarios.
¿Por qué la democracia debe tener su sostén en la ciencia? La ciencia estudia a la realidad, aquello que está fuera de nuestra mente y que para no ser traicionados por ella, nuestra mente, a la hora de interpretarla a ella, la realidad, debemos realizar las mejores observaciones posibles, preguntarnos sobre lo observado, proponer posibles respuestas, comprobarlas, sacar conclusiones. Un régimen democrático para ser sano debe basar sus planes de gobierno en dichas conclusiones.
¿Por qué la democracia históricamente termina siendo sólo un lindo discurso? Porque sus planes de gobierno olvidan el método científico y se fundamentan en las opiniones, deseos e intereses de sus elites dirigentes. Aunque sean buenas sus intenciones, esos individuos terminan por enajenarse y usando la fuerza para imponer sus opiniones. Eso es lo que hacen los dictadores, ¿no? Y un buen amigo de un teócrata es un autócrata. ¿Las elites dirigentes de los gobiernos llamados democráticos son responsables de esta vuelta a la teocracia?
Hace muchos años, durante la construcción de la hidroeléctrica del río Bayano, edificaron unas casas de concreto para los indígenas desplazados por la inundación causada por la represa; las casas nunca fueron habitadas, al final fueron demolidas. ¿Por qué ocurrió ese desperdicio de recursos? Porque los indígenas duermen en hamacas y las casas de cemento no tenían donde colgarlas. ¿Quién falló? ¿No fue aquel que partió de su visión del cómo deberían vivir los indígenas y no de cómo realmente viven?
El desarrollo de la ciencia conlleva el desarrollo tecnológico. Y por eso mismo en las teocracias ortodoxas la tecnología es abandonada. ¿Qué en estos días el uso de la tecnología es lo cotidiano y eso contradice la entronización del pensamiento mágico? Pero. ¿Para qué se usa cotidianamente la tecnología? ¿Para pensar? ¿Para idiotizarse? ¿La idiotez no es una  forma de abandono del mejor uso posible del progreso tecnológico? ¿Acaso los fanáticos se están montando sobre los hombros de los idiotas para adueñarse del mundo?
Imaginemos que vas a una fiesta y te ofrecen una bebida alcohólica y la rechazas. Quien hace el ofrecimiento te pregunta si estás enfermo y tú contestas que no. Luego de escucharte, y para dejar de mirarte como bicho raro, tu interlocutor deduce que te convertiste en siervo del Señor, sin preguntarte sí en verdad te convertiste en siervo del Señor. ¿Por qué ese antojo? Porque el paradigma que afirma que la decencia es hábito exclusivo de los cristianos llegó para quedarse entre nosotros sin ser cuestionado. Y hay más. Se dice que la educación sexual de los niños es competencia exclusiva de los padres de familia, sin embargo, esos mismos padres de familia exigen que en la escuela se enseñe religión. ¿Eso no es manipular al supuesto estado laico panameño? ¿Serán estas las condiciones necesarias para que un grupo de fanáticos instaure aquí en el Caribe, una teocracia estilo taliban, pero de confesión cristiana?
Si esto sigue así, cualquier día se pedirá suspender la enseñanza de la evolución biológica en las escuelas y cuidado dicha petición la realicen profesores de biología. Si esto sigue así, cualquier día nos despediremos de las instituciones democráticas y sabremos lo que es vivir bajo el régimen de los talibanes del Caribe. Si esta corriente de pensamiento mágico sigue creciendo y ganado poder, cualquier día amanecemos en una era de oscuridad iluminada por las hogueras listas a incinerar a los herejes.

domingo, 11 de octubre de 2015

DEL LLANTO DE LOS CULTUROSOS


“La apuesta por la transformación política encuentra su mayor aliado en el campo de lo cultural. Si no se da la batalla cultural se puede perder la batalla política.”
Carlos Monsiváis

Si hay un discurso que me aburre, de los muchos discursos aburridos que hay en Panamá, es ese donde los involucrados con la cultura, los culturosos, se lamentan y lloriquean por el frío trato que reciben. Y más me fastidia cuando se lo escucho a personas que, con su esfuerzo, se ganaron un puesto en la sociedad panameña. Ellos y ellas con sus actos demuestran, cada día, que la ruta es  batallar sin tregua y por ello los admiro, pero me irritan cuando salen con su perorata de pobrecito de mí que nadie me quiere. ¿Por qué este comportamiento bipolar? ¿Será una pose para presentarse, ante ellos mismos y sus seguidores, como sacrificadas heroínas, sufridos héroes o será que, al igual que el resto del país, manejan algunos conceptos ambiguos que terminan por perjudicar el desarrollo cultural de todos? Lo primero es innecesario y lo segundo es gravísimo.
El maestro Néstor Castillo una vez declaró que Panamá es un país hostil al arte. La fuente de dicha hostilidad es el sistema económico imperante en este país que tiene muy claro cuales no son sus prioridades, que le hace el vacío a todo aquello que no le interesa, que guarda silencio y da la espalada y abandona aquello que le huela a sinfonía o literatura. ¿Esto no es un escenario de guerra de baja intensidad? Me parece que sí y pienso que quien se decida hacer arte tiene que entrar a ese ruedo y resistir los bombazos y lanzar torpedos. ¿Qué no se quiere guerrear? Bien, ese es su privilegio, pero todo el mundo debe estar enterado y comprender que ceder en la batalla y optar por el cómodo llanto es un espectáculo deprimente. Es preciso clamar una y otra vez que diez millones de litros de lágrimas no pueden reemplazar ni equipararse a 10 gotas de sudor derramadas al trabajar para cambiar esa situación. Sudar o no sudar, ese es el dilema.
Siguiente confusión. Tan cultura es la tecnología de las juntas de embarre, como la escritura de sonetos. La cultura nos convierte en humanos. Somos mamíferos cuyo proceder está determinado más por el aprendizaje y menos por el instinto. Es imposible que un hombre o una mujer, una niña o un niño, un pueblo rural o un barrio urbano no tengan cultura. Pero he allí el detalle: reducir la cultura al conocimiento y dominio de las bellas artes convierte a los culturosos en seres especiales, pequeños dioses. Será seres espaciales. Esa reducción excluye a las mayorías por incultas. ¿Por qué, entonces, los excluidos deben bien mirar a quien es cómplice de su marginación? ¿Por sus versitos? ¡Paja más grande!
Y la cosa empeora, más todavía. Tenemos tantas décadas de retraso adrede en el campo cultural que aún acompañando a los marginados no hay garantías de su beneplácito. Quien deseé, por ejemplo, tener éxito como bailarín clásico en Paris de Parita tendrá que invertir muchos años en educar a la población e involucrarse en la transformación de las estructuras económicas e ideológicas que dominan la región. ¿Qué es mucho trajín para sólo bailar El Cascanueces? Pues o se asume ese compromiso o se hace el ridículo. Hay que ubicarse en esa realidad y buscar hasta encontrar la estrategia adecuada que permita algún éxito, que lo más probable es que sea un pequeño triunfo. También puede ser que se intente mil veces sin resultados favorables. Muchos son los factores implicados, no hay garantías. Parita no tiene nada que ver con Versalles, sino con las guerras del cacique Paris, con la faena agropecuaria y para poder hacer una función de ballet en una de sus plazas es obligatorio ser valientes y tenaces por mucho, mucho, mucho tiempo.
Es una buena noticia que hoy en día exista la posibilidad de estudiar a nivel superior alguna carrera artística, pero eso no asegura nada, no es suficiente. ¿Qué expone un pintor en una galería de arte: su título universitario o su colección de cuadros? Al final los títulos terminan sirviendo para dar clases en las universidades y en los colegios; pero una sociedad que elimina los cursos de artes, ¿para qué necesita profesores en esas áreas? ¿Qué eso no está bien? Para los amos del sistema económico nacional eso está muy bien. ¿Qué no se está de acuerdo? Pues, entonces, ha enlistarse en las filas del anti-capitalismo y a hacer la revolución. ¿Qué esa es una medida muy drástica? Entonces no joder y ha ubicarse.
Tomó todo el siglo XX probar que en Panamá la soberanía si da de comer, ¿cuánto tiempo tomará entender que la cultura es parte integral de nuestro desarrollo nacional? Mucho tiempo y mucho más tiempo será si, en vez de dedicarnos a trabajar con bravura y persistencia, andamos con asquerosas caras de afligidos e indignados, como si la sociedad nos debiera algo por nuestros rimbombantes rótulos de poetas y artistas. ¡Qué arrogancia!
En resumen: el sistema económico de Panamá es hostil a la labor cultural. Primero las cajas registradoras, lo que produce reales, luego el arte, la música, la poesía. Y eso siempre y cuando el hacerlo no represente gasto alguno, sino es muy complicado el asunto, si la televisión, la que no da acceso a la cultura, ese día no transmita el último “realiti chou” de moda. Si un infante insistiese en meter un cuadrado en el espacio de un triángulo, comenzaríamos a sospechar de su obcecación; sin embargo, los culturosos hacen lo mismo y encima esperan ser aplaudidos por su enajenación. ¿Qué mayor locura que exigir a la población una conducta sin haber pagado el precio para que dicho comportamiento se haga realidad?
Los culturosos parecen estar encerrados en sus guetos mentales, allí viven ufanándose de sus pírricas y escasas hazañas, buscando excusas para su pereza, quejándose de la ingratitud del país que los desdeña a ellos y favorece a los mercaderes sin talento que venden basura disfrazada de arte. ¿Pero acaso no son esos buhoneros los que llegan hasta donde se encuentra la gente? ¿Los que llenan el vacío dejado por los culturosos que prefieren berrear que subir al tinglado?
Mientras una generación entera de culturosos no apueste por la educación, por la generosa creación de nuevos paradigmas; mientras una generación entera de culturosos no apueste por la gente, la gente no va a tener ninguna razón para voltear a verlos.

domingo, 27 de septiembre de 2015

LOS ANARQUISTAS

Detalle de estatua de Leda Astorga

“Si se cree que el gobierno es necesario y que sin gobierno tiene que haber desorden y confusión, es natural y lógico suponer que la anarquía, que significa la ausencia de gobierno, tiene también que significar la ausencia del orden.”
Errico Malatesta
Es muy difícil mencionar la palabra anarquía y que quien escuche no salte sobresaltado a buscar refugio del inminente estallido de una o varias bombas. También es muy probable que esa misma persona no pueda dar una definición acertada de esta visión social a la que le teme.
¿Y por qué el miedo a la anarquía? Por lo que conlleva: responsabilidad.
En el anarquismo los individuos acuerdan libremente los pasos que son necesarios dar para su sana convivencia y bienestar común. Este pacto voluntario rechaza toda imposición y acoge como práctica cotidiana la construcción del consenso. La anarquía es una forma posible de organizarse, pero si los individuos no aceptan responsabilizarse de sus propias vidas y del destino de la comunidad, claro está, sólo será una quimera.
El consenso anárquico se sostiene en una confianza inquebrantable en el individuo, en que las mujeres y los hombres libremente pueden conformar comunidades de iguales. En nombre de dicha confianza rechaza los poderes establecidos que por siglos han subyugado a la humanidad.
Vivir convencido de que todo ser humano, cualquiera que este sea, es más importante que cualquier institución sedienta de poder, es caminar como ácrata, es decir, como anarquista. Y eso despierta el miedo a los clérigos, funcionarios y directivos beneficiados del orden establecido. Temen que caiga el velo encubridor de nuestra historia de dolores y ofensas, que los ojos de los ofendidos dejen de dedicarse a ver espejismos y comiencen a ver las pupilas de sus hermanos. No se puede predicar el anarquismo sin practicar la confianza en las mujeres y los hombres.
Confiar, creer, tener fe en los prójimos obliga a que los acuerdos se concreten de cierta forma: libremente y desde abajo hacia arriba. Los afectados resuelven y no reciben, pasivamente, respuestas impuestas. El éxito o el fracaso dependen de ellos y no de un mecenas, un partido o un gobierno que tarde o temprano exigirá el pago de la deuda, que a cambio exigirá la esclavitud de sus supuestos beneficiados.
El consenso anarquista es una coordinación entre iguales, que conlleva una acción directa de quienes crearon el consenso, sin intermediarios (redentores o libertadores que al final terminan convertidos en opresores y explotadores) y auto gestionada por ellos mismos (sin subsidios ni patrocinios). Únicamente, apoyo mutuo y solidaridad; nadie está por encima de nadie. Como nadie acumula poder, nadie tiene que convertirse en violento para defender el poder acumulado. Eso sí, todos perfeccionan su vida en libertad al resistirse, entre otras cosas, a ser víctimas corderiles de los violentos, sean estos personeros del estado o de las corporaciones.
El compromiso anarquista es para superar las perversiones que frenan el libre y diverso desarrollo humano. Tal compromiso se fundamenta en el juicio de los individuos y en su capacidad de construir consensos a lo interno de las sociedades de iguales. No cabe la coacción. La comunidad anarquista subsiste gracias a que no es dirigida por un hombre, la autoridad personal no es reconocida, sino por la capacidad de diálogo y compromiso en la acción de todos sus miembros. En esta comunidad el orden nace de la libertad. ¡Y eso no es motivo de miedo!
Quienes defienden las dictaduras, lo hacen en nombre de la seguridad y el orden. De un precepto que dice, equivocadamente de acuerdo con el anarquismo, que una persona o grupo puede saber lo que es mejor para todos. ¿Cómo alguien ajeno a mi vida puede saber lo que a ella le conviene? ¿Cómo la gran ciudad capital se atreve a decidir el destino de los pequeños poblados alejados de su periferia? ¿Pueden, en serio, los dirigentes capitalinos disponer cuáles necesidades de los barrios de la ciudad serán atendidas y cuáles pospuestas?
El mero sentido común indica que las prioridades deben ser determinadas por el diálogo entre los afectados que culmina en consenso y en acción directa. Sólo puede haber una comunidad sana si la soberanía de los individuos, su patria íntima, es respetada.
Una comunidad sana es aquella que vive libremente defendiendo los derechos que garantizan la vida libre de sus miembros. En ella cunde el entendimiento de que la libertad individual se perfecciona con la práctica de la solidaridad. ¿Ser libre rodeado de esclavos? Dentro de la lógica anarquista eso es un total absurdo. A muchos ofende el discurso y la praxis anti-capitalista del anarquismo. La actual fábrica de esclavos se llama capitalismo. ¿Qué el comunismo bolchevique también fabricó esclavos? ¿Cuál fue la suerte de los anarquistas durante el período soviético?
El anarquismo no admite la esclavitud por ningún motivo. Todos somos iguales en derechos sin importar más que el haber nacido humanos. Esta defensa de la equidad nunca se aleja de la realidad. Los hechos están allí para ser analizados, no ocultados. ¿Qué en este momento histórico es grande la enajenación del público en general? Eso es un hecho real que no puede ser obviado al momento de llevar adelante alguna estrategia liberadora. Hacerlo significa dejar de confiar en los seres humanos.
La responsabilidad, la habilidad de responder en cada situación, es una cualidad genética del ácrata. Sin ella no podemos hablar de anarquismo. No hay concreción de la nueva sociedad, sin individuos que se hagan responsables de construirla y asuman sus propias vidas.
Y gracias a este punto el anarquismo recibe el título de la más utópica de todas las utopías. De acuerdo a la historia de dolores que hasta el día de hoy hemos sufrido, es imposible que todos seamos seres responsables. Pero ¿por qué no? Porque nuestra educación no lo permite.
                    
Así es, estamos educados para ser irresponsables, para no asumir nuestras vidas, para ser esclavos. Los sistemas educativos fueron creados para garantizar que las sociedades beneficien a  las minorías en perjuicio de las mayorías, para que las mayorías vivan enajenadas y esclavas.
Entonces, ¿qué se hace? Educarse y educar desde donde se esté. Dialogar para educarse y educar. Actuar y evaluar la acción para educarse y educar. En realidad, el consenso es un espacio educativo. Cada individuo debe hacerse responsable de educarse para la libertad. Cada comunidad debe hacerse responsable de educarse para dejar atrás a la esclavitud. Solos o acompañados, pero no hay de otra. ¿O si la hay?

domingo, 20 de septiembre de 2015

LA IMPROVISACIÓN COMO POLÍTICA DE ESTADO

“Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie.” 
Giuseppe Tomasi di Lampedusa        
El próximo lunes 21 de septiembre, el Ministerio de Educación de Panamá comienza un experimento con una veintena de escuelas: implementar la jornada única, que en los colegios se labore de 7 de la mañana a 3 de la tarde. Mi opinión al respecto es la siguiente: ¡Jajajajaja!
Doy mis razones. El gobierno pasado y su ministra Lucy Molinar crearon "las escuelas de la excelencia" que tenían jornada completa y tuvieron que olvidarse de tal horario por no poder garantizarles almuerzos a los estudiantes. ¿Las familias, mal acostumbradas por los subsidios, asumirán ese costo extra o los infantes serán candidatos a sufrir desnutrición?
Para que todas las escuelas tengan jornada única hay que aumentar en por lo menos dos tercios el número total de aulas. Las actuales estructuras en su mayoría se están cayendo y no hay recursos para resolver ese problema. ¿Y van a poder construir nuevas escuelas?
Con la población estudiantil dividida en dos jornadas la ciudad de Panamá está ahogada en tranques. Con todo el estudiantado entrando y saliendo a la misma hora, las filas de autos serán de varias decenas de kilómetros. Si hoy en día un estudiante tiene que abordar el autobús, por tarde, a las cinco de la madrugada, ¿a qué hora deberá hacerlo con la jornada completa?
La hipótesis de las autoridades es que el tiempo extra en las escuelas es tiempo que los jóvenes no estarán en las calles. Es decir, confirman la intención de convertir los colegios en guarderías. ¿Cómo es el ambiente en las escuelas? ¿Están libres de pandillas? ¿De acoso escolar? ¿De violaciones a los derechos humanos? ¿Cuáles son los planes de contingencia del ministerio?
Y sólo para que quede claro, si implementan la jornada única a nivel nacional eso se va a traducir en un aumento sustancial a mi salario. ¿Hasta cuándo la irrazonable improvisación? ¿O lo absurdo es el verdadero objetivo en Panamá? Repito mi opinión sobre el tema: ¡Jajajaja!

domingo, 13 de septiembre de 2015

DE LOS TOZUDOS

“El progreso humano se debe a los obsesionados.”
Moisés Pinzón
Puede ser que la leyenda de Nerón ordenando el incendio de la ciudad de Roma, para después contemplarlo mientras tocaba el laúd, no sea más que eso, una leyenda. Sin embargo, ella sirve de metáfora del progreso traído, o más bien impuesto, por los llamados próceres del mundo. Ficción o no, el incendio de la urbe de ladrillo tuvo como resultado final el nacimiento de la metrópoli de mármol.
Obsesionados con sus proyectos, egoístas o filantrópicos, estos personajes arrastraron y hasta, de ser necesario, empujaron a la humanidad más allá de los límites fijados por la misma masa humana que, por comodidad y miedo, prefiere mantenerse inmovilizada.
Gracias a ellos abandonamos las cavernas y también supimos de guerras y de tantos otros dolores. Occidente no sería lo que es hoy sin la irrupción romana en su historia. ¿Qué tanto del derecho y la cultura de Roma conoceríamos sin genocidas como Julio César? Sin embargo.
Por cada codicioso emperador hay cien mil tozudos que sacrifican su bienestar y el de sus seres queridos en aras de su causa. Eso hay que subrayarlo. Estos hombres y mujeres, motores de la historia, encabezan las listas de los perseguidos y torturados por la masa humana que, por comodidad, le teme al cambio. Algunos están registrados en los libros de historia, muchos simplemente fueron olvidados. José Martí habló de ellos, hombres (y también mujeres) con el decoro de muchos hombres sin decoro (y también las hay mujeres). Bertol Brecht los llamó indispensables (y las indispensables también abundan).
Codiciosos y genocidas, honestos e indispensables. Plutonio y oro. Hoy somos lo que somos gracias a los tozudos. Nuestra historia es la de su perversidad y su bondad. 

domingo, 30 de agosto de 2015

ISABEL, LA CIENCIA Y LA POESÍA

“La ciencia explica y la poesía interpreta, ambas tienen en común que usan el raciocinio. Y aunque la ciencia mantiene un ritual riguroso llamado método científico, tiene la necesidad de usar metáforas, símiles y demás figuras literarias para darse a entender.”
Isabel Herrera de Taylor
Es posible, muy probable, conociendo el histórico deshábito por la lectura inteligente que la población panameña a veces se ufana de poseer, que este libro, Ciencia y poesía en Panamá de Isabel Herrera de Taylor, no rompa ninguna marca ni de lectores ni de ventas. Y eso es lamentable, porque quien lea este texto entenderá, comprenderá y, hasta puede ser, asuma el hecho que ciencia y poesía no son ramas del conocimiento que se excluyen entre sí. Tienen dos coincidencias fundamentales, la primera la menciona Isabel en el párrafo que usamos de epígrafe: tanto ciencia como poesía utilizan figuras literarias como las metáforas para poder explicar conceptos abstractos. La metáfora partícula de Dios permite entender lo esencial del bosón de higgs para explicar el origen de la masa de las partículas elementales que conforman el universo.
La segunda coincidencia es que tanto científico como poeta deben observar. No observarán lo mismo, pero ambos deben ser buenos observadores, de lo contrario sus conclusiones, teorías y poemas, serán fallidos.
Habrá quien diga que los versos no nacen de las observaciones hechas por el poeta, sino que son frutos de la divina inspiración. Piensan que afirmar lo contrario no sólo es prosaico y procaz, también es un atentado contra la misma poesía. Resulta ser que se equivocan. Nuestro cerebro procesa información de forma conciente, vía corteza cerebral, e inconcientemente a través del tálamo encefálico. Cuando el sistema se satura de estímulos, ocurre un reordenamiento de las interconexiones neuronales y ello bien puede culminar con la resolución de un problema demográfico o la escritura de un soneto. Este vulgar proceso biológico es la divina inspiración.
Me disculpo si sienten que asesiné a su diosa preferida.
Isabel en sus palabras preliminares nos informa que en muchas universidades ya hay foros entre poetas y científicos. Pienso que sus resultados finales serán una ciencia más humana y una poesía también más humana. Para ser inhumano basta ser un humano poco dispuesto a dialogar.
Finalmente, me gustaría resaltar una cualidad personal de mi amiga Isabel Herrera de Taylor, una conducta que aflora con fuerza y determinación en los renglones del libro Ciencia y poesía en Panamá. Mi querida Isabel no pudo esconder su vocación docente. Este libro lo escribió una maestra. ¿Quieres usted entender de ciencia? Lea este libro. ¿Quieres usted entender de poesía? Lea este libro. ¿Quieres usted comprender la relación entre la ciencia y la poesía? Lea este libro.
Este libro es una buena noticia para Panamá. Cultiva conocimiento con sensatez. En lo personal, considero este libro como una maravilla. Me tranquiliza al explicar como un mismo individuo puede escribir poemas poseyendo estructuras mentales que responden al método científico. Me alivia porque significa que no soy un esquizofrénico con doble personalidad.

Agradezco a Isabel su esfuerzo concretado en este libro. Si ustedes desean comprender el porque ciencia y poesía son caminos complementarios, van a tener que leer este libro.

domingo, 9 de agosto de 2015

EN EL REINO DE PIRRO


“Nunca más podrá mi país darse el lujo de sufrir otro de los éxitos de Montgomery.”
Príncipe Bernardo de los Países Bajos
Pirro de Epiro fue uno de los grandes oponentes de la República Romana. Llegó incluso a derrotarla en un par de batallas y, precisamente, fueron dichas victorias las que lo condujeron a su derrota final. Una personalidad mezcla de genialidad y valentía, ambición e impaciencia, y me imagino que también de inconsistencia y arrogancia, elevaron sus costes militares, tanto, que hicieron insostenible la conquista de Roma. En realidad, ni siquiera tenía planeado reemplazar al poder romano con el suyo propio, sólo obedecía sus impulsos, espontáneos e irreflexivos, nacidos de su oportunismo. ¡A la guerra por la guerra en sí misma! Y todo en nombre de su noble coraje. Pirro murió en una confusa batalla gracias a una pesada teja que le arrojó una anciana.
A veces siento que habito el reino de Pirro. Siento que en Panamá, el país donde vivo, parece haber más de un Pirro, pareciera que hay cientos de miles y todos se creen reyes guerreros. Y ninguno es un genio estratega. Y muchos de ellos son unos meros idiotas.
Todos tienen causas justas. Y se movilizan en nombre de ellas. Pero en un punto crucial sus actos se vuelven irracionales. Y en lugar de acertar el golpe final y obtener la victoria final y rotunda, o por lo menos garantizar el poder sostener la lucha a largo plazo, se desvían del objetivo, lo diluyen y se enfrascan en la torpe demostración de algo, algo que, de lograrse, será un gran signo, un enorme y brillante símbolo del estatus quo, pues al final nada cambia. Como que muerto el tigre se le temiera al cuero seco del felino. Nada de aquello de perder una batalla para ganar la guerra, al contrario, ganar pírricamente una batalla aunque eso signifique perder la guerra. Todo por la foto épica, por los 5 minutos bajo los reflectores. Y después la excusa: Yo sí peleé. Y después lo inconfesable: No hice lo necesario para ganar, en el fondo le temo al triunfo.

domingo, 2 de agosto de 2015

LA LETAL INCOHERENCIA

“Mi propia lectura de los pasados 500 años me lleva a dudar que nuestro propio sistema mundo moderno sea una instancia de progreso moral sustancial, y a creer que es más probablemente una instancia de regresión moral.”
Inmanuel Wallerstein                                                                           
Tengo que confesar que no le veo salida decente a este atolladero que nos asfixia. El capitalismo está en decadencia, y aún así, su capacidad destructiva está en pleno apogeo. Antes arruinaría al planeta, que dejarse morir. Muchos foros buscan soluciones y todos serán inútiles mientras sus asistentes valoren los bolsos Louis Vuitton y los zapatos Ferragamo. Hablo de valor, no de precio. Quien valora algo lo desea y el corazón está en los deseos. El más anticapitalista de los discurso es pura paja si la boca que lo proclama está subyugada por un corazón consumista.
¡Y ese no es el único conflicto que tiene la intelectualidad de las peroratas progresistas!
Hay una versión histórica que afirma que la biblioteca de Alejandría fue el recipiente de mucho del saber clásico del mundo antiguo. Sin embargo, fue destruida por cristianos fanáticos y su última directora, Hipatia, fue torturada y asesinada. Y nadie las defendió. ¿Por qué? Porque el faro de la sabiduría y sus responsables estaban desligados de la vida de sus vecinos. Los obispos si le tenían el pulso medido a sus feligreses. Parece que la llamada progresía, la intelectualidad de los discursos progresistas, ha olvidado este triste capítulo de la historia.
Discursos anticapitalistas más deseos consumistas más el rechazar a hombres y mujeres de supuesto bajo bagaje cultural es igual al absurdo del que se alimenta, ¿adivinan?, el sistema capitalista. Hace unos días descubrí en Internet un par de videos que afirmaban que la tierra era plana. ¡Plana! Llegó la hora de preocuparse. Si los intelectuales del planeta no dejan de lado la incoherencia y se comprometen con la promoción del conocimiento, más temprano que tarde ocurrirá un apagón del pensamiento y todos regresaremos a la era de las cavernas. ¿Exagero?

domingo, 26 de julio de 2015

DE LA PÉRDIDA DEL PODER DE CONVOCATORIA

“Por el rey, es verdad, pero... ¿Por qué rey?”
Giuseppe Tomasi di Lampedusa
En repetidas ocasiones he escrito que vivimos tiempos donde la solidaridad, que es algo distinto a la beneficencia, está perdiendo terreno y lo está perdiendo por múltiples razones. Hoy escribiré sobre una de ellas, una razón que pienso es fundamental.
Cuando los recursos son escasos y el problema es de gran magnitud, se hace obligatorio el trabajar en equipo; y es en este punto donde parece que la puerca tuerce el rabo; los mismos afectados parecen no interesados en resolver su afectación. Aquel que asume la responsabilidad del cambio aparece como un ser abandonado y no seguido por nadie.
Sin embargo, esa pérdida del poder de convocatoria no es gratuita, tras que los medios de comunicación masivos atentan contra toda iniciativa de organización para el cambio social e instauración, nuevamente, de la solidaridad entre nosotros, los supuestos agentes transformadores tienen actitudes que atentan contra sus buenas intenciones.
Parten de supuestos equivocados: 1-todo el mundo está de acuerdo con que hay que realizar un cambio; 2-yo conozco muy bien el tema; 3-yo debo dirigir el proceso de cambio. ¡Error! ¡Error! ¡Error! Este trío de equivocaciones conlleva otro par de síndromes.
Primer síndrome, el de la inconsulta. Resulta ser que el proceso que quiero llevar adelante necesita de los recursos y el tiempo del otro, de aquel a quien no he consultado sobre que piensa de la situación que me parece un problema. Puede ser que en un inicio aquel acepte participar, pero no tardará mucho en entrar en contradicción con el proceso solidario, pues termina repudiándolo por no comprenderlo, por no sentirlo suyo. Y eso nos empuja al segundo síndrome, el de la pertenencia. El problema le pertenece a todos, pero la solución es mía, porque yo soy el hombre que pensó que había que hacer algo. ¿Acaso tengo que seguir explicando?

domingo, 19 de julio de 2015

EL REINADO DEL MAL GUSTO

“La globalización nos ha traído muchas cosas buenas, pero también ha convertido la estulticia humana en pandemia.”

Paco Moreno

Hay un momento especialmente crítico en la historia personal de cualquier hombre, cualquier mujer. Es cuando tiene que asumir responsabilidades profesionales, compromisos familiares, cuando tiene que comenzar a pagar cuentas. Lo terrible es que ese instante puede servir de excusa para la estupidez y lo desmedido. ¡Cómo si ya no tuviéramos suficiente!
En nombre de las obligaciones hemos anulado las capacidades que nos inspiraron a pintar las cavernas. La creatividad está agotada, la imaginación sufre un soponcio. Mareados por una falsa originalidad y atrapados por la novedad del refrito, vivimos tiempos de rendición del talento y entronización del mal gusto. Es una fatalidad no poder diferenciar entre lo bello y lo feo.
¡Y todo gracias a una falacia! El consumismo impele a gastar, es un monstruo del comercio que necesita constantemente nuevas deudas con las cuales alimentarse y como la industria, cualquiera que ella sea, no tiene la capacidad de ofrecer ingeniosos inventos a la velocidad que el monstruo requiere, el resultado es que los individuos terminan comprando babosadas al precio de perlas gigantes. Oro por espejitos. Y como bono: la depresión. Y como bono extra: la tristeza. ¿Por qué? Por haber sacrificado nuestra creatividad e imaginación.
Nuestra sociedad es la sociedad de la triple D: desproporcionada, descuidada, deficiente. ¿Qué se puede hacer? A cada ciudadano y ciudadana le toca no conformarse con ser un simple pagador de cuentas y cultivar la moderación personal y aprender a manejar eficientemente sus recursos, tanto los económicos como los emotivos. Nos toca aspirar a la integridad. Tenemos la obligación de crear formas de vida que nos permitan caminar más allá del centro comercial.