jueves, 28 de junio de 2007

Presentación del libro Heurísticas de David Robinson por Paco Moreno el 27-VI-2007


Este libro que David Robinson nos ofrece hoy bajo el nombre de Heurísticas es una colección de cien artículos que se empezaron a publicar cada viernes con el nombre de cibertículos desde diciembre de 2001 en el diario Día a día.
Así como un pintor va haciendo bocetos de los temas que considera interesantes para la composición de sus cuadros, así mismo David fue recopilando estas notas, muchas de las cuales bien podrían ser semillas para una novela o para un voluminoso ensayo. Estos cien bocetos, tan breves que en algunos casos me atrevería a calificar de caricaturas, son notas recogidas por el autor en su peregrinaje por la vida, sacando consecuencias de los hechos con que se ha ido tropezando, despertando las conciencias dormidas de sus conciudadanos, denunciando las injusticias de las que son víctimas sus prójimos o él mismo en muchos casos.
La limitación de estos cien artículos en apenas 187 páginas les puede dar una idea de su brevedad, de su concisión. Aquí se cumple a cabalidad el refrán que dice que lo bueno, si es breve, es doblemente bueno.
El título del libro nos sugiere que esta serie de artículos se debe a la heurística, a la invención que es fruto de la investigación, pero no de la investigación sistemática, libresca, sino de la que se plantea el hombre de la calle, el hombre (y la mujer, por supuesto) que tiene que verse forzado cada día a ganar el pan y que se pregunta por qué está condenado a chocar continuamente en los barrotes de la jaula donde la civilización lo tiene preso. El subtítulo Del instinto al oficio nos hace pensar que el autor, empujado por ese instinto vital que lo lleva a retar al destino, se propone comunicar sus inquietudes a otros semejantes mediante el oficio de escritor.
La mayor parte de estos artículos van precedidos de epígrafes. Son sentencias breves o frases enjundiosas dichas por diferentes personajes de todas las épocas, algunos tan antiguos como el filósofo Epicteto o el evangelista San Mateo, pasando por Mario Benedetti, Pablo Ruiz Picasso, Mario Vargas Llosa, Desmond Tutu, Jean Paul Sartre, Eduardo Galeano, Mohandas Gandi, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Stephen Hawkins, etc. y otros tan próximos a nosotros en el tiempo y en el espacio como los escritores Ernesto Endara, Rose Marie Tapia, Carlos Wynter o el cantante Rubén Blades,
David Robinson es un educador. Su vocación docente le permite estar en contacto directo con los que, para bien o para mal, heredarán los triunfos o los fracasos de la sociedad actual. En las páginas de este libro se refleja la preocupación del autor por esa juventud que, desligada cada vez más de las tradiciones y de los principios morales de sus abuelos, navega a la deriva sin brújula ni timón, mirándose el ombligo a falta de algún horizonte donde fijar la vista. Estoy seguro de que muchas de las páginas de este libro están inspiradas en la preocupación del autor por nuestra juventud y por la responsabilidad que nos cabe a los adultos en el porvenir de las generaciones venideras.
David Robinson es un excelente escritor y, por ser escritor es artista. La literatura es un arte y él desde luego, domina la magia de las palabras para darle lustre y belleza a lo que escribe. Sin embargo yo veo en David Robinson, además del artista, al filósofo; pero no un filósofo académico, doctrinario, sino un filósofo del pueblo, un filósofo descalzo, que sabe encontrar conceptos profundos en el acervo popular, en las preocupaciones cotidianas, y que sabe expresar esta sabiduría en el lenguaje sencillo de la gente común. Un filósofo descalzo, que dice verdades como ruedas de molino que en su rodar aplastan a hipócritas y timoratos. Yo veo a David Robinson como una especie de Diógenes que no necesita más mansión que un simple tonel y cuyos deseos se limitan a que ningún poderoso le tape el sol.
En estas heurísticas David Robinson se va sacando del alma jirones de sí mismo, pedazos de intimidad, con el mismo dolor con que una madre pare sus hijos. Después nos va mostrando esos retazos de sus entrañas uno por uno en estos artículos que hoy nos ofrece en forma de libro, con el mismo entusiasmo con que una madre exhibe el fruto de su vientre.
David Robinson pone bajo la lupa de su criterio transparente los temas más diversos y los comenta con un inconfundible estilo literario directo y desenfadado. Aquí van a encontrar ustedes opiniones sobre la ética, sobre el bien y el mal, la cordura y la locura, el odio y el amor, la vocación, la felicidad, la venganza, lo bello y lo feo, el pensamiento, la cultura, la identidad, la vida, lo real y lo ficticio, la libertad, el destino, la verdad y la mentira, la culpa y el perdón, la confianza, la utopía…
Opina el autor en un mismo artículo sobre Julio César y sobre el fútbol, en otro nos habla de la fe y de las bacterias, Toca la sociedad en sus facetas más sensibles. Habla del hambre y del consumismo, del derecho y de la corrupción, de los depredadores y de las víctimas, de competir y de compartir, del trabajo, de las profesiones y los oficios, de la discriminación, del machismo, de los contratos, del matrimonio, de los hijos, de la civilización occidental, de las religiones y de la tolerancia, de la delincuencia y de la policía, del tráfico de drogas, de los mesías y sus seguidores, de los mitos…
A David le duele la Patria. Nos habla del 9 de Enero, de la identidad nacional de los panameños, de la ampliación del Canal…
Pasa de la profunda reflexión sobre algún tema trascendente a la ironía o a la sátira con la agilidad mental del escritor polifacético, que sabe cómo tratar los temas más diversos.
Igual comenta el mayo francés de 1968 como los pavos de los diablos rojos, la literatura de autoayuda o los que cruzan la calle por debajo de los puentes peatonales, las hipotecas de los bancos o la Cucarachita Mandinga..
Y, por si fuera poco, David también nos hace partícipes en este libro de ciertas experiencias personales, ya sean satisfactorias, como la presentación de su libro de cuentos Soles de tinta y papel, o lamentables, como las conmovedoras palabras que pronunció en el sepelio de su madre.
Los cien artículos de este libro me recuerdan los del Diccionario filosófico de Voltaire, pero hechos a nuestra medida, más concisos, más actuales y más nuestros. Son espejos donde los lectores podemos vernos reflejados, donde podemos encontrar nuestros propios mitos y nuestras propias dudas, nuestras miserias y nuestros temores y, lo que es más importante, aprenderemos a convivir con estos demonios porque el autor nos llevará de la mano a conocerlos.
Es un libro escrito, como dijo en el siglo XIII Gonzalo de Berceo, “en román paladino en qual suele el pueblo fablar con so vezino”. Yo creo que bien vale, como los versos de Berceo, “un vaso de bon vino”, con el que brindar esta noche por el libro y por su autor.

lunes, 25 de junio de 2007

EL CAOS ES UN ORDEN INCOMPRENDIDO


“El misterio es la cosa más bonita que podemos experimentar. Es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos.”
Alberto Einstein
El llamado orden es al final una decisión. Objetiva, mística o cósmica. Individual o colectiva. Tomada conciente o inconscientemente. Fruto del consenso o de la imposición. Fundamentada en los hechos observables o en las razones reveladas. Pero algo decidido no necesariamente es algo totalmente verdadero. Una decisión sólo es una decisión y, repito, el orden no es más que una decisión producto de la percepción e interpretación de la realidad. ¡Y la realidad es tan difícil de atrapar en nuestras pretenciosas definiciones!
Así fue que nació el desprestigio del caos. Con tanto esfuerzo invertido para que una decisión adquiera el estatus de orden, ¿Cómo permitir el libre tránsito del sedicioso caos? Es que puede que el caos sea algo no decidido y sin interés por alcanzar el rango de cosa decidida. También, simplemente puede ser que esté más allá del alcance de nuestras capacidades y eso es un duro golpe a nuestro ego.
Sin embargo, el caos siempre, para nuestra fortuna, ha estado entre nosotros. Como un espíritu, que por desconocido, alienta el cambio, la creación, el arte y la filosofía; sobre todo, como un misterio que, cual imán, nos atrae y transforma. Involucrarse con el caos implica evolución, y eso es definido como peligroso por el orden establecido.
La tradición afirma que la realidad sólo tiene un plano posible y resulta que basta que nos movamos y la observemos desde otro ángulo, y nos daremos cuenta de que la realidad, en realidad, es una red de implicaciones y contradicciones. Si nos llenamos de temor ante esta nueva visión, la llamaremos caos; de no hacerlo, entenderemos que estamos ante una oportunidad. Entonces, parece que la única diferencia entre orden y caos es nuestra decisión: miedo u oportunidad.

viernes, 22 de junio de 2007

DE LA AUTONOMÍA Y LA TORPEZA


“El niño empieza obedeciendo a su madre y acaba obedeciéndose a sí mismo”
José Antonio Marina
Según la mitología griega, el bello joven Narciso no pudo resistir la tentación de ir tras su imagen reflejada en una fuente y murió ahogado. Según Homero, el astuto Odiseo, para poder escuchar el canto de las sirenas, tapó con cera los oídos de sus compañeros de aventuras y se hizo amarrar al mástil de su nave; el resultado del tal estrategia fue que no perdió a su tripulación y pudo escuchar el maravilloso canto de las sirenas, sin lanzarse al mar y morir envuelto en las olas.
¿Por qué Narciso y Odiseo tuvieron destinos diferentes? Suertes muy, muy distintas, por cierto. Narciso fue maldecido por la diosa Némesis a enamorarse de su propia imagen; Odiseo decidió amarrarse al mástil. Narciso fue marioneta de una diosa vengativa, Odiseo fue dueño de su destino.
¿Estos relatos mitológicos tendrán alguna aplicación en nuestros días? Sospecho que sí. Un día, mientras hacía fila en un banco, la dama que me precedía llamó a alguien y la conversación, más o menos, fue del siguiente talante: “Bueno, mi niña, ya llegaste de la escuela; ahora almuerza, tu comida está en la nevera, la metes en el microondas por dos minutos, espera que se enfríe un poquito y te la comes, dejas el envase en el fregadero que cuando yo regrese lo friego. Después, te acuestas por media hora y te pones a hacer la tarea, te la voy a revisar. Cuando termines la tarea, puedes ver televisión hasta que llegue yo a la casa”. Evidentemente se trataba de su hija. Me dio la impresión de que le planeó la tarde a la niña. ¿A diario haría lo mismo? ¿Osaría planearle a sí mismo la vida?
¿Esa niña de adulto, cuando ya no esté mamá, tomará sus propias decisiones o permitirá que las tomen la programación televisiva, las revistas o en el peor de los casos, una secta satánica? Hoy día hablamos mucho de ser uno mismo. Pero, ¿Estamos encaminados a ello o por el contrario se busca uniformar a todos y cada uno de los individuos? Narciso u Odiseo, he allí el dilema.

domingo, 17 de junio de 2007

HAY REINOS QUE DURAN TAN POCO TIEMPO


“La verdad histórica no es lo que sucedió, es lo que juzgamos que sucedió.”
Jorge Luis Borges
Setenta y seis años duró el reino del planeta Plutón. Se acabó. ¿Qué harán ahora los astrólogos? El caso del destronamiento, del que otrora fuera el noveno planeta de nuestro Sistema Solar, deja en evidencia que muchas de las ideas que consideramos absolutamente verídicas, no necesariamente lo son. Es más, muchas verdades no son más que consensos entre entendidos y en el peor de los casos, meras arbitrariedades.
Así le ocurrió a Plutón. Se encontraron otros cuerpos parecidos al “planeta” en cuestión, y surgió el dilema: darles o no el título de planeta a esos otros cuerpos. La decisión salomónica: quitarle el título a Plutón.
Claro que hay argumentos válidos para la expulsión del club planetario: Órbita elíptica y no circular como todos los demás planetas, se formó en un proceso muy distinto y está compuesto fundamentalmente de hielo. Y por supuesto, su tamaño inferior al promedio de los otros ocho planetas.
Tres mil astrónomos reunidos en Praga, por medio del voto universal, acordaron que Plutón ya no podía ser un planeta de nuestro Sistema Solar. ¿Habrá consecuencias? Claro que sí. Hay que re-editar miles de textos escolares, enciclopedias y otros textos. Pero la más importantes de todas, reconstruir todo el andamiaje mental de miles de millones de seres humanos que fueron educados en la certeza de nueve planetas, siendo Plutón el último de ellos.
Las verdades son nuestras verdades, puede ser. Sin embargo, es importante reflexionar el caso de Plutón. ¿Cuánto de lo que yo considero verdad no tiene cimientos más fuertes que los que sostenían a Plutón como planeta? ¿Cuántas de mis verdades no son más que mis creencias? O lo execrable, ¿Cuántas de mis verdades no son más que creencias de otros? No olvidemos el fin del reino de Plutón. ¿Y qué harán de ahora en adelante los astrólogos?

lunes, 11 de junio de 2007

ENSEÑAR O NO ENSEÑAR, HE ALLÍ EL DILEMA


“He podido comprobar que el ‘método de enseñanza’ más difundido en las universidades panameñas es que el profesor hace como que enseña y los alumnos hacen como que aprenden.”
Manuel Castro Rodríguez
Me parece que me voy a contradecir. Es que ahora, después de haber titulado este artículo, me percato que enseñar o no enseñar no es el dilema. ¡Claro que hay que enseñar! ¿Y cuál es entonces el conflicto? Creo que la pregunta es: ¿Enseñar qué?
¿Para qué un niño termina la educación básica general? ¿Para ir a la secundaria? ¿Y para qué un adolescente asiste a la escuela media? ¿Para graduarse en la universidad? ¿Y es qué hay garantías de que todo educando llegue hasta la educación superior?
La educación tiene tres áreas: La conceptual, que es la tradicional transmisión de conocimientos; la procedimental, que es la identificación de los procesos; y la actitudinal, que tiene que ver con las actitudes necesarias para la sana convivencia y el mejor aprovechamiento de los recursos disponibles.
Soy un convencido de que estamos en los tiempos de fácil acceso a los contenidos. Internet, la televisión por cable, los medios impresos, la radio y hasta los rumores, constantemente vierten información (de cualquier tema) a la audiencia. Superficial, poco reflexiva y acrítica. Sí. Pero allí está.
También, la creciente pobreza me obliga a concluir que no todos los jóvenes podrán pagarse su educación universitaria. Entonces, ¿Enseñar qué? Pienso en una escuela ideal, donde los estudiantes adquieran hábitos básicos como el de la lectura, y el principal, el de aprender a resolver problemas. Por ejemplo, en lugar de definir la célula, plantear una serie de problemas que el estudiante debe resolver para llegar a la comprensión de lo que es una célula. Nada nuevo. Constructivismo lo llaman. Procesos y actitudes. Habría que resolver un punto. Los padres de familia deben dejar de hacer las tareas a los estudiantes y los docentes no pueden seguir calificando a los padres de sus alumnos.

domingo, 3 de junio de 2007

¿Y CUÁL ES QUE ES MI NOMBRE?


“El mejoramiento de la calidad de los servicios educativos debe convertirse en objetivo prioritario y preocupación constante del Estado, no sólo en virtud de su importancia para el verdadero desarrollo del país y vía fundamental para alcanzar la justicia social, sino que está en juego la nacionalidad panameña.”
Manuel Castro Rodríguez
Cuando era niño en la pantalla chica abundaban las series del oeste norteamericano. No faltaban los vaqueros, los revólveres, las vacas y caballos, las diligencias, los alguaciles, y por supuesto, los indios. En muchos de esos programas éstos últimos se comunicaban por señas. Una vez pregunté a uno de mis tutores del por qué de ese comportamiento y me contestó así: “La guerra fue tan abrupta y violenta que los indígenas olvidaron su idioma”. Me imaginé que sólo era cosa posible en la televisión.
Crecí y la historia me indicó que en la realidad había casos equivalentes a los televisivos. Aquí mismo en Panamá. Grupos indígenas enteros perdieron la práctica de su idioma y sus tradiciones. Y todo producto de la mal intencionada integración al estado panameño. ¿No lo cree? ¿Victoriano Lorenzo era indio o cholo? ¿Qué es un cholo con idioma propio? La respuesta es muy triste, ¿O no?
La crisis de la educación panameña sigue sin ver luz al final del túnel. Se habla de la educación básica y la media. Pero ¿Y sí el epicentro está en la educación superior? ¿De dónde son egresados los profesores de secundaria? Una catedrática universitaria hablaba de la baja calidad del estudiantado que tienen que recibir, hizo especial énfasis en que no tenían el hábito de la lectura. ¿Tienen que recibir estudiantes que no dan la talla? Creo que no. Además, si durante la formación superior el estudiante no hace lo necesario para perfilarse como un profesional de calidad, ¿Quién dijo que hay que graduarlo? ¿No será que el problema estriba en cuidar las horas de clases de los catedráticos universitarios? ¿Acaso no pueden cuidarlas haciendo investigaciones y sugerencias sobre como salir de la crisis?