domingo, 15 de diciembre de 2019

PAPAYAS Y VERSOS



“Mientras el corazón late, mientras el cuerpo y alma siguen juntos, no puedo admitir que cualquier criatura dotada de voluntad tiene necesidad de perder la esperanza en la vida”.
Julio Verne

En 1992 me convertí en cómplice del taller literario José Martí. Allí conocí a un papayero, un bachiller agropecuario que llegaba corriendo desde Pacora, luego de pasarse la mañana velando por el bienestar de un sembradío de…papayas.
Tiempo después supe que combatió contra el invasor en aquel aciago diciembre. También que, al igual que mi persona, es sobrino de un Mártir de la Gesta de Enero. Y si no queda claro que el mundo es un pañuelo, también me entero que un tío suyo, fue jefe de un tío mío. Conocí a su madre, y entendí, mejor dicho, comprendí, de quien aquel trabajador aprendió el significado de la palabra amistad.
Y el bachiller agropecuario hoy es doctor en pedagogía, y profundizo su compromiso con la patria, ya no con las armas, si no con la educación, específicamente, con la educación ambiental. Fundó su familia y siguió escribiendo poesía.
El pasado 4 de diciembre, la Universidad de Panamá le otorgó el galardón poético Tobías Diaz Blaitry por su poemario Noticias de Comarca. Hay mil decenas de razones y una más (el premio fue de B/ 10 000.00 más la publicación del libro) para asegurar que en dicho concurso participó lo más ilustre de la poesía panameña. Además, y es muy importante mencionarlo, es un concurso que hace homenaje a un poeta de obra significativa.
Ese bachiller agropecuario convertido en poeta es el doctor Martín Ricardo Testa Garibaldo. Martín, un ejemplo digno a seguir, su historia nuestra juventud debe conocerla. Martín es el resumen de ese adagio que dice: un buen escritor, es un buen hombre.

domingo, 2 de junio de 2019

LA CIUDAD DE LOS ODIOS Y LOS AMORES

LA CIUDAD DE LOS ODIOS Y LOS AMORES
“Cada uno es hijo de sus obras, no de sus apellidos.
Miguel de Cervantes Saavedra


¿Qué es la ciudad? ¿Un espacio físico? ¿Una forma de relacionarnos? ¿De convivir? Y si es una forma de convivir, ¿la ciudad de Panamá nos detesta o nos tiene cariño?
A veces pienso que esta ciudad mía y nuestra, nos odia. Y no son los altos edificios, ni el asfalto de sus múltiples avenidas atascadas y llenas de baches. Es la forma en que nos tratamos. A veces pienso que esta ciudad no es más que el espacio que habitan nuestros resentimientos.
Llegué a esta conclusión en el mes de enero pasado. Yo estaba fuera del país, pero me contaron que durante la Jornada Mundial de la Juventud la ciudad de Panamá estaba irreconocible, era otra, era la ciudad amable de los alegres istmeños.
Las autoridades cumplían sus funciones a tiempo y de buena gana, y los ciudadanos, sí, los ciudadanos abandonaron, por unos cuantos días, ese afán por agredirse. Las ganas de quedar bien frente al mundo pesaron tanto, que la ciudad fue esa ciudad que toda persona sana desea habitar por el resto de su vida.
Este próximo agosto se conmemoran los 500 años de fundación de esta nuestra querida ciudad. Habrá funciones de gala, eventos con invitados internacionales, desfiles fastuosos y mucho más. No dudo que la ciudad brillará a todo fulgor, pero sigue allí la inquietud: ¿y después de la fiesta la ciudad de Panamá volverá a ser la el hábitat de nuestros rencores o el festejo será el punto de inicio de una nueva forma de tratarnos? Somos excepcionales, culturalmente hablando, vivimos en la única ciudad caribeña en las costas del océano Pacífico, somos divertidos y bulliciosos, ¿tendremos la suficiente entereza para después de la fiesta construir cada día buenas razones para seguir felices?

miércoles, 20 de marzo de 2019

ME HABLASTE A TRAVÉS DE ELLOS


ME HABLASTE A TRAVÉS DE ELLOS
(Una poética envuelta en luz y lágrimas)



“Me derrumbo en el hondo mar de los espectros
Que vienen a silenciar mi voz.”
Aura Sibila Benjamín Miranda
Aún no me acostumbro a tus silencios, tus misterios, tus esfinges. Tantos años persiguiéndote y no me hablas directamente, siempre buscas mediadores. Hoy tengo suerte. Me hablaste a través de 26 de ellos, de sus lágrimas y de sus luces.
Primero me hablaste en boca de Aura y me dijiste: “La poesía es escribirme…” ¿Escribirme? ¿Representarme con palabras? ¿El gran secreto a develar siempre será el propio? ¡Ah! Es decir que rasgar el velo es obligatorio. Luego añadiste: “Escucha… ¿Escuchas? Cierra tus ojos y mira este momento eterno en que vuela una mariposa clandestina”. Volviste a tu idioma bello y misterioso. Siempre hermoso.
A través de María Gabriela, la siguiente medium, me dijiste: “Ondeo el papel virgen como la bandera blanca de la tregua ante las guerras no planeadas, ni propiciadas. Esa bandera se mancha con mi intento de escribir poesía”. En estos años en que te he estado buscando, encontrado y vuelto a perder, he entendido que eres la guerrera que asalta espíritus, los exprimes, les sacas tinta y con ella haces algo más que manchar una página. ¿Será que con esa tinta purificas lo recóndito de cada ser?
Por medio de Isabel me expresaste: “Que atrevimiento el suyo, tocar sin entrar”.  Eso es lo que me haces todos los días. Me choco con tu silencio, con tu cordial y cercana lejanía. Así eres poesía, una atrevida que se anuncia tras la puerta y que nunca acepta la invitación a pasar, a sentarse cómodamente en el sofá de la sala, a tomar una infusión de canela. Así eres, la que prefieres que abra la puerta y corra tras de ti.
“Vive, convierte tu piel en rocío o en lava, que la indiferencia no congele tu sudor”. Me estremeces, poesía, estremeces mi apatía al poner en Danae estas palabras. Sé que nunca eres neutral, jamás buscas ser objetiva. Nadie te puede acusar de ser un témpano de hielo. Por el contrario, eres el mismo volcán que nos traes el mensaje de lo profundo.
Es muy conocido aquel adagio que reza así: una imagen vale por mil palabras, pero una vez escuché a un amigo aseverar que sí una imagen vale por mil palabras, mil palabras provocan un millón de imágenes. Así entiendo lo que me mandas a decir con Osvaldo: “Simplemente me dejo poseer por las imágenes”. Una cascada de imágenes provocando palabras y palabras provocando imágenes; una cascada que no para.
Alguna vez, querida fugitiva, te he alcanzado, rodeado con mis brazos y besado tus labios. Tú me has correspondido. Que acertada eres al decirme por medio de Laura: “Te llamo de tiempo en tiempo y soy dicha cuando me contestas.”
“Nació el día con sus testigos silenciosos, el viento, el mar, el sol girándole”, estas palabras me las mandaste con María Beatriz y comprendo que eso es lo que me queda después de tanta fatiga: ser testigo, ser silencio, ser el que escucha.
Y escuchando le di la bienvenida a una forma especial de sapiencia; bien lo expresaste en labios de María Eugenia: “Cura la ignorancia” y añadiste “Las sombras se sientan a beberse en mi café”. Siempre reducimos el conocimiento a lo racional, al uso de la corteza cerebral y desdeñamos al resto del encéfalo, ese que no acabamos de entender. Poesía, bien lo resumió tu mensajero Erasto: “Para espantar las sombras, inmolar mi carga, y alcanzar, corazón, de nuevo, el rumbo”.
Buena brújula eres, guías a tus adeptos hasta el nido de lo imposible. Me lo recordaste con las palabras de Claudia: “La tierra yerma engendra peces”.
Y es que de eso se trata, precisamente, de tomarle la mano al imposible, saltar la soga juntos y descubrir tu magia tal como hiciste que Greisy lo cantara: “Con pocas líneas puedo decir o callar mucho”. Eso es el oficio literario: poner una palabra al lado de otra, una tras otra, unas cuantas, no muchas, y con esos pocos vocablos ordenar un nuevo universo nacido desde el caos del más profundo rincón del poeta.
No es fácil tal aventura. Es la eterna pregunta. La larga inquietud. La del poeta que busca y busca. En esa vereda tienes encaminado a Héctor Aquiles y lo hiciste trovar: “Todavía me busco. Busco esa poética. No sé donde está. Quizás al lado de mí tratando de conquistarme”.
Y esa búsqueda, donde el premio es hallar lo buscado y dejarlo ir, la misma búsqueda se convierte en tibio hogar. ¡Linda paradoja! Ayudaste a Mirna a descifrarlo: “Escribo para refugiarme de la tormenta…Vida y muerte se abrazan en cada texto. Es entonces cuando entiendo por qué escribo.”
Descubrir, conocer, entender, comprender, asumir. Así transcurren las horas del poeta, así hasta que la poesía se adueña de su vida, y te adueñaste de la vida de Dionisio: “Te pertenezco, incluso, cuando un desconocido, que soy yo mismo, se convierte en mí y deja de llover sus cenizas”.
Pertenecerte, a ti poesía, es caminar en una dirección específica. La de los valientes, que llenos de corajes, se atreven a profundizar en ellos mismos. Ya iniciaste a Irasema en esa marcha, en ese rumbo: “Quién diría que mirar hacia adentro atemoriza más que la vida… La vida afuera es nada, pero aquí, adentro, todo es poesía”.
Y hay que regresar a escuchar, abrir los oídos, los conectados al cerebro y los otros, los conectados al alma. Y dejarse llevar por la música, así como lo lograste con Emily: “Es interesante cómo se escucha el mundo”.
Y uno se convierte en caja de resonancia, desde donde las sinfonías alzan el vuelo, en espejo, desde donde el Arco Iris dobla el cielo. Se lo revelaste a Guillermo: “Proyectar de vuelta lo que en uno se refleja”. Ese es el compromiso del poeta.
Le dijiste a Sara que me dijera: “Devuélveme la vida en un poema”; sé, y lo sé muy bien, que se puede respirar, caminar y haber perdido la vida, pero ¿acaso un poema podría restituirla? ¿Tanto poder tienen unas palabras colocadas con especial cuidado en un orden exclusivo? Sí, según el maestro Roberto Manzano, sí. De acuerdo al poeta cubano la poesía ordena las emociones, así visto el asunto, la muerte sería la entropía emocional y la vida, la claridad emotiva.
Y tú, amiga, no permites encontrar ese albor en el mismo espacio sensible utilizado ayer; Argelia me dio tu mensaje: “Se observan nuevos territorios”, bueno, siempre que se esté dispuesto a viajar contigo. ¿A dónde? Esa no es la pregunta. ¿Cómo? Esa sí lo es.
“El camino se hace y deshace mientras lo transito…Voy juntando trozos de historias rotas, imágenes robadas de algún sueño”, parece que ya se lo aclaraste a Zaquira, como hacer el viaje: con los ojos del alma abiertos y prestas las redes de la mente.
Ese viaje resulta, finalmente, tener sus peligros. Quien acepte acompañarte tendrá que enfrentar al más aguerrido de los guerreros, Rafael ya fue instruido sobre quien es ese combatiente: “El tiempo ha sido un asesino con plusvalía”.
Un instante sin ser vencido por ese cruel sicario, es un momento ganado para la vida; herido, sí, perder de vista la victoria, nunca; así me lo mandaste a decir con Maninaindi: “Y así renazco en cada verso, me hago verso y mi soledad es menos”.
Pero caminar a tu lado es deambular por rutas dulces y vías amargas. Conseguiste que Félix lo resumiera muy bien: “Soy por la palabra…Mas no era mía, era de otros”. Por ti poesía crecemos, sin embargo, nunca seremos tus dueños, al contrario, tú eres la ama.
Aunque pensándolo bien, tiene sus ventajas no ser tu patrón. Los señores, muchas veces, usan antifaces para amedrentar y así no perder los títulos de su poder, pero “Escribir poesía es dejar caer las máscaras”. Las caretas impiden el mutuo descubrimiento. No ser tu dueño es “pensar que la poesía me ha elegido. Que hay un poco de mí en cada poema, y que al mismo tiempo es posible que quien lo lee encuentre algo de sí mismo en lo que escribo”. ¡Ah! Esto me lo mandaste a decir con  Elicena.
Al final, lo único que importa, ¿qué es lo único que importa? Al final, lo importante es ser, como pusiste en labios de Glenda: “Musgo que es beso en las piedras de mi nombre, grita y aúlla lo que soy”.
Al final, me lo dijo Rosamaría en tu nombre: “Poesía, ¿vendrás a abrasar lo oblicuo de mi ser? Ignora mi llanto, no pares de escarbar mi vientre hasta que erupciones tú”. Al final, lo único que importa, lo que de verdad es importante, es que te invoquemos y que tú nos respondas, amada poesía.


lunes, 7 de enero de 2019

PALABRAS A MI SOBRINO


“El proyecto de Nación no es el Canal de Panamá, ni tampoco nuestra posición geográfica privilegiada. El proyecto de Nación son nuestros hijos, las futuras generaciones, el porvenir.”
Marcos A. Gandásegui
Querido Davisín, querido sobrino, sobrino que cargué en mis brazos, mis brazos que también abrazaron a Monina, mi bella hermana, tu bella madre, te hablo desde mi oscuro podium de ánima penitente. Mi alma no descansa, no puede descansar.
Querido Davisín, querido sobrino, sé y lo sé muy bien que no recuerdas mis sonrisas. Pero también sé y lo sé muy bien que tú y yo estuvimos conectados. Fuiste tú quien dio la alarma: ¡Tío Pipo pum, pum! ¡Tío Pipo pum, pum! Sino hubieses dado ese pitazo, yo hubiese muerto sin volver a ver el rostro tierno de mi madre, el rostro tierno de tu abuela.
Querido Davisín, querido sobrino, la historia está escrita, la de Ascanio, la mía no. Te la cuento. Estudié hasta el I bimestre de 6° año en el Instituto Bolívar, de allí pasé a la nocturna del Instituto Nicolás Victoria Jaén, me cambié porque quise trabajar, quise hacerme responsable de mi vida, quise dejar de ser una carga para mis padres. Además, trabajando en Salsipuedes, recogía algunos reales con los cuales patrocinaba una que otra actividad de la federación de estudiantes. El 9 de enero de 1964 era ya casi el final del IV bimestre, faltaba un mes y unos cuantos días para graduarme del bachillerato. Pero la ocupación colonial no quiso que fuese así.
Aquella tarde de dolor y gloria, de sangre y honor, los aguiluchos llegaron hasta mi aula de clases y nos contaron la humillación, y nos hablaron del escarnio, y mi pecho no pudo menos que estallar y marchar hasta la frontera impuesta. Sabes muy bien que, al igual que tú, soy panameño hijo de inmigrantes, tu abuelo es colombiano, tu abuela es peruana, pero tu abuelo y tu abuela quisieron más a esta patria que muchos malandrines nacidos aquí. 
Caminamos desde Bella Vista hasta la frontera impuesta, la que hoy conoces como avenida de Los Mártires. Allá tomé la bandera y marché con ella y marchamos todos, varias veces, entre el comisariato de Curundú y el Nido de Águilas. Veníamos de regreso desde el Instituto y en la esquina del Hotel Tívoli, en esa  maldita esquina y desde ese maldito hotel, cerca de las diez de la noche dos  balas del 45 me alcanzaron. Una atravesó mi cuerpo, la otra reventó mis pulmones. No creas que me causó alguna consternación saber que saquearon ese hotel.
Me llevaron al Santo Tomás y me dieron por muerto. A la una de la madrugada del 10 de enero se percataron que aún vivía y hasta a esa hora comenzaron a atenderme. La noche del 9 de enero fui herido y di la batalla por mi vida hasta la noche del 11 de enero. Dicen que si el banco de sangre no hubiese colapsado, quizás me hubiese salvado. Quizás en el siguiente mayo hubiese celebrado mi cumpleaños número 19. Pero Panamá es tierra de paz, ¿cómo estar listos para la guerra? ¿Quién iba a imaginar que el odio se atrevería a tanto? Antes de partir, al ver el rostro lloroso de mi madre, sólo pude consolarla con estas palabras, mis palabras: todo es por la patria.
Pero Davisín, a pesar de los muchos frutos de la sangre derramada, mi sangre, no puedo descansar, no me dejan hacerlo. Desde acá te digo que hay seres peores que los demonios del infierno. Los hombres, las mujeres que se burlan de la sangre del sacrificio valiente, los que se mofan de los muertos por la patria, esos son peores que Belcebú y sus legiones.
Querido Davisín, querido sobrino, estoy cabreado, estoy cabreado de tanta pose. Estoy asqueado de tanto turismo. Porque parece que de eso se trata, de ir a tomar el aire fresco frente a mi sepultura, de tomarse la foto a pocos pasos de la placa que identifica mis restos. ¿Será que los  más honestos son los que de una vez se marchan a las playas y olvidan el día de mi asesinato? Gobiernos van, gobiernos vienen y ni uno sólo ha sido capaz de reivindicar la totalidad de nuestra causa: Panamá para todos los panameños y no para unos cuantos.
Querido Davisín, querido sobrino, estoy cabreado, estoy cabreado de tanta mentira. Estoy cabreado de ver que aquellos que gritaron: ¡Maten a todos esos comunistas! Ahora son los que pelechan del canal. Esos que decían que la soberanía no se come, son los mejor alimentados por la soberanía. Estoy cabreado sobrino, muy cabreado.
Querido Davisín, querido sobrino, estoy cabreado, estoy cabreado de tanta incoherencia. Estoy cabreado del turismo revolucionario, de ver a tanto joven de mi edad que estudia en la universidad a la que las balas no me permitieron asistir, verlos ser patriotas hasta que se gradúan y el gobierno o el partido o alguna ONG patrocinada por mis asesinos los contrata. Son patriotas hasta que comienzan a cobrar un cheque por dejar de serlo. Y claro, mientras hacen la revolución no dejan de enriquecer a los dueños de las cervecerías, a los cómplices de mi asesinato.
Estoy cabreado, sobrino, estoy cabreado de ver a tanto turista del primer mundo exclamar con gran asombro en las marchas del tercer mundo: ¡Esto ser da revolución! ¡Que gud es ser revolucionario! Sobrino, ¿tú no crees que sería mejor que ellos regresasen a sus países a revolucionar las leyes de migración que nos impiden ir a sus tierras a hacer la revolución que ellos no se atreven a hacer allá y así nosotros poder regresar y hacer la revolución acá?
Davisín, soy Estanislado Orobio Williams, tu tío, la razón por la cual te sientes orgulloso de no tener la visa de los gringos. Pero también espero ser la razón por la cual te sientes orgulloso de tu trabajo, de tus amigos, tu bandera y tu país. Pero querido sobrino, te pido un gran favor, te lo pido desde mi oscuro podium, sigue conectado a mí. No a mi fantasma, a mí. No a mí nombre, sino a mi persona. Fui un muchacho que aún ama este país, que como hijo amó y también como hermano y como enamorado; apenas pude comenzar a trabajar lo hice y siempre que pude fui solidario; cuando tuve que cargar la bandera también lo hice. Mi pecho fue atravesado por el plomo y morí por no recibir la correcta atención médica. Sé y lo sé muy bien que jóvenes como yo aún abundan en Panamá. Davisín, conéctate a mí y diles mis palabras, diles que no las olviden: Todo es por la patria. Todo es por la patria. Que todo es por la patria. Sólo así podré abandonar este oscuro podium, sólo así podré descansar. Sólo así mi Panamá, tú Panamá será la patria, por fin, la patria de todos los panameños.