sábado, 19 de junio de 2010

CUANDO SEA GRANDE

Goya

“Yo quiero ir a Coiba, quiero picar la roca, yo quiero ser hampón. Oír el pito del policía en la mañana. Yo quiero ser hampón.”
Anónimo

Un niño de ocho años sueña con ser pandillero…No quiere ser bombero, ni ingeniero, ni doctor, ni maestro, ni policía, ni portero de la selección de fútbol. ¡No! ¡Nada de eso! Quiere ser hampón.


¿Y dónde ocurre eso? Debe ser un país donde la infancia está sedienta de héroes, donde los villanos asechan a la niñez, donde los casos de abuso infantil abundan, donde los infantes crecen alimentando la idea de la venganza, ya no cuando sean adultos, sino cuando tengan acceso a un arma de fuego. ¡Y sus muñecas puedan con el peso del plomo! ¡Y el pulso no les tiemble! ¡Y el estómago tampoco!


¿Y dónde ocurre eso? Debe ser un país donde la televisión transmita tanta violencia que derrame sangre por la pantalla, donde los delincuentes tienen sus cinco minutos de fama y los honestos son eternamente ignorados, donde se aplaude el juega vivo y se condena a la virtud, donde el dinero fácil es adorado y el trabajo es convertido en un prisionero. ¡Y pensando así crecen! ¡Y se reproducen! ¡Y así siempre la siguiente generación nacerá bajo el signo de la tentación del asesinato!


¿Y dónde ocurre eso? Debe ser un país donde ser un político es ser un corrupto, donde los funcionarios públicos coimean a los ciudadanos por cumplir las funciones por las cuales reciben su salario, donde la policía parece una tropa de niños exploradores al ser comparada con el crimen organizado, donde la policía no es ninguna tropa de niños exploradores, sino la pandilla protectora de los capos de la droga. ¡Y así se asesina! ¡Y así se gana dinero! ¡Y así se pierde la vida!


Por supuesto que ese país no es Panamá, porque si fuera Panamá los panameños dejarían de ver telenovelas y se organizarían y enfrentarían el problema y lo resolverían y así un niño de ocho años no soñaría con ser pandillero. Pero, ¿y si sí es en Panamá? ¿Qué esperamos los panameños? ¿La guillotina?

domingo, 13 de junio de 2010

EL BUEN AMIGO SÓCRATES

“Cuando sueñas solo, sólo es un sueño; cuando sueñas con otros, es el comienzo de la realidad.”
Helder Cámara


Hace un par de años se me dio, gracias al teatrista Dany Calden, la oportunidad de facilitar un Taller de Creación Literaria en el Instituto José Del Carmen Tuñón, instancia educativa de la Central Nacional de los Trabajadores de Panamá. Ya vamos para el cuarto año de realizar dicha actividad.


El objetivo del taller es despertar el duende creativo de sus participantes. ¡De todos! Habrá quien diga que, por mera ley de las probabilidades, no todos los que asistan tienen un duende que despertar. No me veo a mi mismo como un humanista apasionado, pero sí creo que todos merecemos una oportunidad, y que mucho del talento que no dio la naturaleza se puede cultivar con disciplina.


Definamos al duende creativo que he mencionado. Es la conjugación de facultades como la imaginación y la sensibilidad, la capacidad de observar y la cultura que se posee. Dicha conexión da como resultado, una declaración artística que nace desde lo más íntimo del individuo.


¿Cualquier persona puede regalar tal manifestación? Hasta ahora no conozco a nadie que no tengo un miligramo de imaginación y sensibilidad, capacidad de observación y cultura. Me he topado con casos que asustan por su escasez, pero no porque estén en cero en todos estos rubros.


Entonces, lo primero que hay que hacer es un llamado a alimentar las facultades mencionadas. Y esa llamada será permanente: ¡Hay que leer! ¡No temas sentir ni imaginar! ¡Observa más allá de lo aparente! Lo segundo es carpintería, sostener un constante interrogatorio que mantenga despierto al tallerista y le haga caer en cuenta de sus deficiencias y, por supuesto, sus logros. De sus deficiencias para que las corrija, y de sus logros para que los refuerce.


Este método no tiene nada de nuevo. Lo practicó Sócrates en la antigua Atenas griega. La Mayéutica o el arte de hacer parir ideas. Hoy da frutos el método. Ezequiel Dimas, uno de los más fieles talleristas, publica un libro de poemas. Hoy ya no lo llamo discípulo, lo llamo amigo.

domingo, 6 de junio de 2010

LO REAL Y LO CORRECTO

El hombre de retazos de papel-Dece Ereo


“En la misma medida en que no comprendo el poder, comprendo a quien se opone al poder, a quien lo censura, sobre todo a quien se rebela contra el poder impuesto por la brutalidad. La desobediencia hacia los prepotentes la he considerado siempre como el único modo valido de usar el milagro de haber nacido.”
Oriana Fallaci


La política en general se visibiliza a través de sus discursos y se concretiza en sus acciones. Lo políticamente correcto aspira que sus discursos no sean ofensivos ni discriminadores. La política real, en nombre de la objetividad científica, se empeña en la efectividad y eficiencia de sus acciones.


En el mejor de los escenarios, lo políticamente correcto promueve y mantiene una atmósfera de inclusión y respeto; la política real, la administración realista del estado.


En el peor de los escenarios, lo políticamente correcto no pasa del uso de un lenguaje que en nada disminuye la discriminación, y la política real se convierte en la práctica desastrosa de alcanzar el poder y mantenerse en él, sin importar para nada la consecución real del bienestar común.


¿Por qué tendré la sensación de que estamos en el peor de los escenarios? Me imagino que será por tantos años de sufrir un naufragio tras otro naufragio, de padecer frustración tras frustración. Me ha tocado ir varias veces al funeral de la esperanza; que suerte que ella resucite cada cierto tiempo.


Pienso que somos muchos los ciudadanos que nos sentimos obligados a resistir la opresión de una u otra forma. ¡Cada quien en su trinchera! Pero algo no ha funcionado. Los ciclos frustrantes constantemente se repiten. ¿Por qué?


Tristemente, creo que, de alguna manera, porque somos cómplices de la sociedad que criticamos. Tal vez hemos caído en la protesta eterna que nada transforma. O insistimos en discursear con la terminología correcta, que al final resulta tan especializada que imposibilita la viabilidad de los cambios. Quizá nos hemos olvidado de lo más importante. ¿Y qué será eso?


Creo que las dos cosas que importan son: la gente y que está prohibido rendirse. ¿O no es así?