domingo, 29 de mayo de 2011

BOSQUES Y POESÍA

La esperanza también es amarilla (Dece Ereo-Panamá)

“La poesía es una política por y para la vida, una defensa permanente de nuestro derecho a existir con dignidad, un testimonio de lo más profundo del ser humano.”

Víctor M. Toledo
Un bosque talado es beneficio económico para alguien: una compañía maderera, una urbanizadora o una comunidad campesina. Pero un bosque talado también es pérdida; por lo general, los perdedores son quienes no pueden huir de las consecuencias de la tala.
La poesía es una rama del conocimiento humano y éste puede servir o para alentar la convivencia con los bosques o para acelerar su desaparición. Antes de hablar del poema como conocimiento, voy a mencionar una relación muy obvia que existe entre la poesía y los bosques.
Me refiero a la publicación. Si es una impresión en papel, implica obligatoriamente tala de árboles. Si es en Internet, no corren mejor suerte los bosques: la generación de electricidad no es inocente, las hidroeléctricas sepultan bosques bajo sus aguas y pienso que no es necesario explicar los daños de la explotación petrolera. Las termoeléctricas, además, contaminan el aire, aumentan al acides de las lluvias y éstas provocan la caída de las hojas de los árboles. Entonces, coincido con el escritor mexicano Gabriel Martín: si la publicación, de una u otra forma, conlleva muerte de árboles, que lo publicado valga la pena. ¡Qué no sea una mediocridad!
Ahora, lo más importante, la poesía como conocimiento humano sirve para acomodarnos dentro de un sistema depredador del ambiente o para desinstalarnos del mismo. ¡Y todo ello sin hablar de pajaritos o helechos! Como nos deja bien claro, a lo largo de toda su obra teatral, el alemán Bertolt Brecht: ¡No es posible vivir así! ¡No se puede ser cómplice de la muerte! En el mejor de los casos, la poesía es un virus que nos enferman de vida. Quizás los poetas tendrían que preocuparse más por ser hombres y mujeres que escriben para hombres y mujeres.

domingo, 22 de mayo de 2011

BOSQUES Y ARTE

Muerte y follaje (Dece Ereo-Panamá)

“Siempre que ocurre lo mismo, sucede igual.”
José Candelario Trespatines

¿Qué se puede pensar de una declaración como la siguiente: si todos talan, talemos nosotros para construir nuestra Ciudad del Arte? ¿Y de esta otra: soñemos y construyamos nuestra Ciudad Jardín del Arte? Me quedo con esta última. La primera es…¿cómo es que va el refrán de las buenas intenciones y el camino al infierno?

En Panamá existe la intención de construir una Ciudad del Arte. Implica talar parte de una zona boscosa que sirve de pulmón a la capital. Pero si desde antes de su construcción, ya se concibe como un conjunto de edificaciones que han de armonizar con la naturaleza, no es grave el asunto. Es más, según los planes de desarrollo de la metrópoli capitalina, en unas décadas, dicha Ciudad del Arte se convertirá en el centro de la urbe. Un lugar de esparcimiento familiar, como ya lo es un antiguo club de golf convertido en parque. Aunque, ¿de qué tipo de distracción hablamos? ¿De caminar para aliviarse el estrés? Si de eso se trata, no hay ningún problema, eso es fácil de lograr. Hasta los cementerios sirven para tal actividad. Ahora, si se trata de un espacio desde el cual se generen los proyectos culturales del país, eso si que está muy, pero muy difícil. Y simplemente lo es, porque el estado panameño ha subsistido toda su existencia sin políticas culturales, y cuando las ha intentado tener, no las ha sostenido. De repente, la sociedad panameña sí tiene una hoja de ruta para el tema cultural: la hostilidad abierta o solapada para toda manifestación artística. Los gobiernos no son más que el resumen de esa actitud. ¿O no es así?

Por eso, reformularía la declaración con la cual me estoy quedando y diría: maduremos y construyamos una Ciudad Jardín de las Artes. No quiero dejar espacios para descuidos como pensar que la canallada de muchos, es suficiente consuelo.

domingo, 15 de mayo de 2011

LA OTRA GLOBALIZACIÓN

Abrazo (Dece Ereo-Panamá)
“Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada.” Antonine de Saint-Exupéry

Los resultados de la globalización neoliberal son muy evidentes: riqueza para pocos, pobreza para muchos. ¿Será reversible dicho proceso? Pregunta retórica. Más bien otro debe ser el cuestionamiento: ¿Será posible otra globalización simultánea?
Acabo de regresar del 7° Festival Internacional de Poesía Quetzaltenango (Guatemala) y estoy tentado a contestar que sí, que el florecimiento de festivales poéticos a nivel mundial es un sólido argumento a favor de la globalización de la poesía. Pero no puedo hacerlo. Y no por algo desagradable que ocurriera en Quetzaltenango, sino por defender lo observado allí.
Observé que Marvin García y el resto de los metáforos (los responsables de organizar el festival) son un grupo de amigos que están escribiendo parte de la historia, su parte de la historia, de la poesía del continente. No son un equipo de interesados en construirse una plataforma de promoción. Vi a una mujer de 61 años (discúlpame Ámbar Past) ametrallar al público con el más desparpajado de los vocabularios. No vi a una poetisa jugando a la repostería. Noté a la poetada bebiendo y hablando paja hasta tarde, dormir dos horas, levantarse y marcharse a las actividades programadas. No vi poses histéricas y narcisistas. Pero, siempre un pero se me atraviesa en la garganta, ¿podremos hacer más? ¡Ojalá que sí! ¡Necesitamos que así sea!
La globalización neoliberal engendra poetas ególatras. La otra globalización necesita de otro tipo. Los exige fieles a la vida y a lo humano. Por ejemplo, le sobran los que dicen que es una locura llevar poetas a un colegio popular, pero si aparece un patrocinador gritan al viento: poetizar a los jóvenes de los barrios es la columna vertebral de nuestra promoción poética. La otra globalización necesita de poetas que dejen de verse el ombligo. ¿Ya entiendes mi duda?

lunes, 2 de mayo de 2011

EL MINIMALISMO COMO ÉTICA

“Menos es más.”



Ludwing Mies van der Rohe


La ética es aquella parte de la filosofía a cargo del estudio del actuar humano. El minimalismo se refiere, en su definición más general, a reducir cualquier cosa a lo esencial, despojarla de los sobrantes.


¿Cómo se pueden conjugar los dos significados? Quizás escribirlo sea fácil, ya vivirlo sería otra cosa. Por lo pronto, conformémonos con escribirlo. Pienso que la ética de lo mínimo consistiría en vivir con lo básico. Desechar los excedentes. Emocionar y emocionarse con lo esencial. Pero, ¿qué es lo básico y esencial? ¿Qué lo excedente?


Sería mucha arrogancia de mi parte dar una respuesta definitiva a esas dos interrogantes. A los sumo plantearía que contestarlas sería una labor de búsqueda permanente. Todos los días habría que auto-examinarse y preguntarse: ¿Qué me sobra?


La publicidad y el mercadeo nos plantean la pregunta contraria: ¿Qué necesitas? Y a partir de allí se generan las ventas. La psicosis. El individuo termina viéndose desde lo que falta y no desde lo que tiene. Esa búsqueda permanente de lo que sobra, es una crítica al consumismo y una defensa del ambiente. Antes de comprar habría que preguntarse: ¿Este producto no va a terminar sobrando en mi vida? ¿No se convertirá en basura que va a ensuciar más al planeta?


Igual con las relaciones humanas. ¿Qué es lo esencial en mi amistad con fulanita de tal? ¿Qué es una carga en dicho lazo? Una vida minimalista sería una vida con poca carga a cuesta. De constante liberación de los recuerdos y de las expectativas. Esto no es nada nuevo. Quizás sólo haya que añadir que una vida minimalista sería una vida de belleza esencial.