domingo, 28 de octubre de 2012

HASTA LUEGO



Humberto en el Pinate
“Cuando el hombre piensa a fondo en sí mismo, se da cuenta de que con vivir no tiene suficiente: necesita vivir bien, de una determinada manera, no de cualquiera. Dicho de otro modo: vivir es necesario, pero no suficiente. De ahí que surja la pregunta: para qué vivir (la cuestión del sentido) y, en función de ello, cómo vivir. Justamente ahí comienza la ética.”
Noelia Martínez
Vivimos en los tiempos de la comida rápida, del atragantarnos, del no estar satisfechos con lo ingerido, del seguir atragantarnos para ver si así, de una vez  por todas, llenamos el vacío que tenemos. A ver si saciamos el hambre que tenemos, el hambre de paz. Hambre de serenidad.
A pesar de mis discursos, el sosiego a cada rato se me escapa del alma. Por eso admiro tanto a quienes lo tienen y no lo dejan poner pies en polvorosa. Por eso admiré a mi colega Humberto Santos. Un accidente cardiovascular se lo llevó, pero mi admiración se quedó aquí.
Diferíamos en nuestra concepción del destino: para él ya estaba escrito, para mí es un mar de incertidumbres. En este momento, me sería muy fácil (y vil) afirmar que fue precisamente esa forma de ver al universo quien no le permitió percatarse de las señales que le dio su cuerpo. Nunca sabré si tuvo señales. Pero sí sé que su convicción generaba paz. Paz para él, nunca explotaba en ataques de ira ni caía en la tentación de la intriga. Paz para nosotros, sus colegas, que sabíamos que una conversa con Humberto eran unos minutos de charla firme, pero sin sobresaltos. Y ese detalle, en una institución educativa, es muy valioso. Muy, pero muy valioso.
Tengo otra tentación. Preguntarme por qué con tanto docente sembrador de conflictos, quien se marchó fue Humberto Santos, el profesor de la serenidad. Y es allí donde surge la lección humbertina: los eventos ocurren y punto. No es necesario buscarle la quinta pata al gato.

domingo, 21 de octubre de 2012

TRABAJAR CON GANAS O NO TRABAJAR



La cerradura
 
“Vivimos en una cárcel. La diferencia es que tenemos la llave para abrir la puerta y al reo, otro le abre la celda.”
Zelideth Rosales

Trabajar con desgano no sólo atenta contra la felicidad del propio apático, puede ser, incluso, causa de dolor a terceros. En Panamá, hace pocos años, cientos de pacientes de la Caja del Seguro Social fueron intoxicados con dietilenglicol; bastan 15 miligramos de esta sustancia para envenenar a una persona que pese 200 libras. Los intoxicados bebieron frascos enteros de jarabe para lo tos con dietilenglicol. Es un escándalo de proporciones mayores, pues no sólo estuvieron involucradas altas personalidades del mundo político en la compra de la toxina, si no que los trabajadores responsables de fabricar el jarabe para la tos confundieron glicerina con el dietilenglicol. La glicerina es espesa como la miel, el dietilenglicol es diluido como el agua. ¿Inexperiencia o desidia?
En Panamá hay una expresión que contesta esa inquietud: ¡Me vale v…! ¡Qué soy funcionario público a cargo de vidas humanas! ¡Me vale v…! ¡Qué esta sustancia no se parece a la que siempre uso! ¡Me vale v…! ¡Qué comenzaron a aparecer los afectados! ¡Me vale v…! ¡Qué se están muriendo los afectados! ¡Me vale v…! 
Pero esa expresión, no sé, ese resumen extra concentrado de la apatía me huele más a cárcel que a liberación. Sí. ¿Qué por qué lo digo? Porque suena a la frase expresada por un infeliz que no es dueño de su vida. Alguien que no ha podido realizar sus sueños, que, quizás, lo más triste, nunca ha enfilado el buque de su vida en la dirección correcta para alcanzar sus metas. Alguien que se rindió, tal vez, antes de empezar la lucha. ¡Me vale v…!  Es un triste lema. Es un trío de palabras tan duras y resistentes como los barrotes de una cárcel.

sábado, 13 de octubre de 2012

HOMO SAPIENS, CONFLICTO Y EXTRAÑEZA




“La cultura, aunque se exprese local o nacionalmente, siempre integrará la universalidad.”
Henrie Petrie             
La humanidad nació con necesidad de globalización, con intenciones de poblar la totalidad del planeta; hace más de 100 mil años, desde las sabanas centrales de África, un primer grupo de Homo sapiens comenzó a recorrer y a colonizar el orbe. Cuando los descendientes de los esos primeros africanos llegaron al congelado territorio que hoy conocemos como Europa, encontraron a otro grupo humano, el Homo neanderthalensis.
De como fue dicho encuentro no hay mayor evidencia, pero el resultado final fue: el hombre de Cromañón pobló el planeta (incluyendo la lejana Abya Yala) y los neandertales se extinguieron. ¿Qué ocurrió? ¿Nuestros ancestros los dejaron sin recursos? ¿Les declararon la guerra? ¿Les transmitieron nuevas enfermedades? ¿La nueva tecnología cromañónica supero fatalmente a la primitiva tecnología neandertalística? ¿Los genes de los neandertales quedaron diluidos en medio del creciente océano de ADN del Homo sapiens?
No tenemos respuestas concluyentes a estas interrogantes, pero las podemos intuir al estudiar los resultados de posteriores encuentros entre diversos grupos de Homo sapiens.
Alejandro Magno, cuando se encontró con el Imperio Persa, hace poco más de 2 300 años, con su espada cortó los tejidos que mantenían unido a dicho estado provocando su extinción. Así, la cultura helénica se difundió hasta los confines del valle del río Indo. A pesar de que lo griego era lo dominante, gracias a la política alejandrina de fusión, hubo mestizaje, tanto biológico como cultural. Hasta la llegada de los talibanes, en Afganistán existían unas estatuas de Buda vestidas con túnicas griegas. También los conquistados hicieron resistencia cultural, hoy en día los habitantes de Bagdad y Teherán se autodenominan persas, no griegos.
A los galos no les fue bien cuando Julio César los encontró. Lo que el dictador romano hizo en su momento, hoy en día sería calificado de genocidio. En estos tiempos los habitantes de la Galia Transalpina hablan francés, una lengua que nació siendo un dialecto del latín. La lengua original de los  galos está extinta, el latín no se habla fuera de los círculos académicos.
En cada encuentro o choque de civilizaciones ocurre la imposición, la resistencia y el mestizaje. ¿Las nuevas culturas nacen envueltas en pañales de dolor? Pues, mientras se piense que la expansión de una cultura sucede en el vacío y se niegue la existencia válida de otras manifestaciones culturales, la globalización será sinónimo de conflicto.
Más ejemplos. Sesenta años antes de los viajes de Cristóbal Colón, un militar y navegante chino, Zheng He, desde Nankín y con una flota mucho mayor que cualquier armada europea de la época, exploró los mares desde la actual Indonesia (en el océano Pacífico), hasta el canal de Mozambique (en el océano Índico), pasando por el golfo Pérsico y la península Arábica. Pero no conquistó ningún territorio. Para los chinos el resto del mundo les pareció muy primitivo. Además, en su economía no existían los conceptos de colonialismo y mercancía tal y como lo manejarían los europeos medio siglo más tarde.
Los acontecimientos iniciados el 12 de octubre de 1492 son hartos conocidos. Pero hay que señalar y subrayar algo importante, importantísimo. Así como no hubiese sido posible la hegemonía del hombre de cromañón sin la extinción del neandertal, así como occidente no se hubiese finalmente impuesto sobre oriente sin las conquistas de Alejandro Magno, así como la actual unidad europea no se hubiese dado sin Roma, Julio César y el genocidio galo; así mismo, no se hubiese dado el desarrollo del actual capitalismo sin la  conquista y colonización de Abya Yala por parte los europeos. ¿Se puede hablar de reivindicaciones para los pueblos abyayalenses sin una crítica al capitalismo? No lo creo.
La actual globalización neo liberal tiene tanto que ver con la mundialización de las culturas, como la conquista del nuevo mundo tuvo que ver con la evangelización. Hoy la mundialización cultural sirve de excusa para el proyecto económico neo liberal, así como la evangelización cristiana lo fue de la conquista europea del territorio abyayalense. Las razones económicas siempre fueron las verdaderas razones.
Pero la cultura, ese quehacer realizado por todos los humanos para relacionarse con el ambiente y con otros seres humanos, y a pesar que la historia parece sólo registrar encuentros de guerra y muerte, la cultura siempre ha velado por la creatividad y el ingenio humano. Y hoy, 520 años después, se hace impostergable el desarrollo de nuevas formas de relacionarnos entre nosotros. Formas que tengan poco o nada que ver con las pesadillas provocadas por las guerras de conquistas de Alejandro y Julio César; formas inspiradas, por ejemplo, en la carta del jefe Seattle, de la tribu Suwamish, carta que dice entre otras cosas: “¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.”
Extrañémonos de las guerras por el petróleo, de la opulencia de unos pocos rubios sin melanina en la piel y de la miseria de varios miles de millones de niños y niñas de pieles que estallan en bellos colores, del abandono y la soledad que sufre tanto anciano y anciana que dedicaron sus vidas a criar hijos e hijas que no los atienden, de la destrucción de las selvas y mares, de las mejillas moradas a golpes de tantas mujeres, de la escasez de medicamentos y de la abundancia de la cocaína; extrañémonos de los planes y transformaciones curriculares cuyo objetivo real y último es uniformarnos culturalmente, de como cada día los pálidos que se han adueñado del planeta, en nombre de la civilización, de su civilización, nos saquean los bolsillos y de como nos secuestran la fe, el amor y la esperanza. Extrañémonos de que 520 años más tarde aún exista quien dude del genocidio sufrido por los pueblos de Abya Yala y África. Pero sobre todo, extrañémonos de como satanizan a los jóvenes, de como satanizan a los jóvenes pobres, de como satanizan a los jóvenes pobres que hoy, con valentía, se atreven a preguntar públicamente: ¿Cómo se puede comprar o vender la dignidad o el coraje que habita nuestro corazón? Esa es para nosotros una idea extraña. ¡Muy extraña!

sábado, 6 de octubre de 2012

DE ESTA DISTINGUIDA DISTINCIÓN



“El destino de un escritor no es la fama, ni la gloria póstuma, sino escribir libros.”
Jorge Luís Borges

¿Qué es un premio literario? Es estacionarse, por un par de minutos, bajo la luz de los reflectores y tener la oportunidad de decir algo, que ojalá sea interesante.
Recibir hoy esta especial distinción, de manos de un jurado conformado por dos filósofos y un implacable crítico literario, en este preciso momento de mi historia literaria, es un cordial reencuentro con el género donde nací como escritor: el cuento.
Este galardón coincide con las gestiones que llevamos adelante un grupo de egresados del Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá, trámites que buscan formar una asociación con el objetivo de dar nuestra contribución efectiva y concreta a la institucionalización de la literatura dentro de nuestra universidad anfitriona. Vivimos tiempos extraordinarios y en días así, es pecado que un escritor destine recursos valiosos para sólo contemplarse el ombligo y es una soberana lástima jugar al yo-yo. Además, un bono extra, es el más agradable de los honores acompañar a Gloria y a Elena en esta premiación.
¿Qué es el Premio Diplomado en Creación Literaria 2012? Es la oportunidad de declarar que los egresados del diplomado estamos aquí para caminar con la UTP y sus autoridades en la promoción de la literatura panameña. Este premio es la mejor de las excusas para celebrar esta declaración con los amigos. Celebrar con ustedes aquí presentes. Ojalá y pronto, otra egresada, otro egresado del Diplomado de Creación Literaria de la UTP, tenga la misma excusa.