“Sostenemos como evidentes por
sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son
dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están
la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”
Preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos de América
Los
derechos naturales son los derechos propios del hombre. Son imprescriptibles e
inalienables. Ellos son el derecho
a la vida y a la integridad física, a la libertad, a la igualdad, a la seguridad, a la propiedad, al honor y al trabajo, entre otros. Hoy en
día todos los derechos naturales se encuentran
consagrados en las Constituciones Políticas de cada País y en otros escritos similares. Uno de los
primeros documentos que registra estos derechos del individuo y que aspira a
concretarlos en un proyecto político es la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de
América.
De ella rescato dos planteamientos esenciales: la
búsqueda de la felicidad como derecho inalienable que tiene todo individuo y el
derecho de los pueblos a constituir gobiernos que garanticen sus derechos y que
cuando no cumplan, los pueblos tengan derecho ha abolirlos. Hay que recordar que
en la sociedad tradicional la felicidad esta reservada para que la disfruten en
la otra vida los fieles salvos. Tampoco olvidemos que para la época en Europa
imperaba el Derecho Divino que justificaba el gobierno de los reyes por ser un derivado de
la voluntad del mismo Dios.
Pienso que la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos es uno de varios hitos que evolucionaron hasta alcanzar cumbres
como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Declaración de los
Derechos Civiles. Un dato curioso: el derecho a la libertad, del que habla esta
declaración, en el capitalismo, es el derecho a la libertad de empresa y, por
ende, el derecho a la propiedad. Ejercer tales derechos permitió el desarrollo
tecnológico y dio pie a que Karl Marx explicase la historia a partir de los
modos de producción.
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