viernes, 27 de septiembre de 2013

UN VISTAZO DESDE LEJOS A LAS NUEVAS LETRAS PANAMEÑAS

Solitaria
“Escribir no solo requiere un intenso trabajo sino la capacidad de renovación constante, porque es imprescindible ofrecer nuevas formas de ver las mismas cosas para reescribirnos y resignificarnos.”
Tes Nehuén
El titán Cronos tenía la costumbre de ingerir a sus hijos. Y así lo hizo hasta que Zeus lo enfrento y lo destronó. Igualmente, quien quiera ganarse el título de escritor debe imitar al dios rey del Olimpo, debe enfrentar y vencer al tiempo.
A mi modo de ver, para no desaparecer en el tubo digestivo de Cronos, es oportuno cumplir con tres condiciones. La primera de ellas es la disciplina. La obra del escritor oficioso, del que se sienta a escribir y no a dar excusas de porque no escribe, huele a trabajo, a investigación y a reflexión. Ese olor lo sentí hace poco en la feria del libro, al escuchar un cuento sobre un capítulo poco conocido de la Segunda Guerra Mundial, quien lo escribió sabe como mirar el pasado; Shantall Murillo, a pesar de su juventud, sabe muy bien reinterpretar el pasado.
Allí mismo, en la feria del libro, pude ver como mis colegas escritores cumplían con la segunda condición. Voy a compartirles uno de mis tesoros secretos. Hace casi una década tuve un encuentro que fue una verdadera lotería, me tope con Mario Vargas Llosa; él participaba de una manifestación de apoyo al pueblo español que acababa de sufrir el ataque terrorista del 11 de marzo de 2004. Lo abordé y resultó ser un hombre extremadamente amable. Hablamos el tiempo que duró el mitin: 29 fructíferos minutos de conversa y uno de los temas que abordamos fue su relación con las editoriales. Me contó que si la editorial le dice que tiene que ir a un rincón del planeta a promocionar su última publicación él va muy gustoso. Eso es lo que veo en cada feria del libro: escritores buscando incidir en los gustos del lector. Me llamó la atención una nave espacial que aterrizó en el pabellón infantil y lo que más me llamó la atención fue el tamaño de su tripulación; me parece que Eunice Obaldía incluyó en ella a toda su familia y, además, a un par de vecinos. Para imponerse al tiempo es preciso involucrarse en la promoción de la propia obra literaria, Mario Vargas Llosa lo hace. Víctor Rodríguez Sagel no lo hizo, ¿alguno de ustedes lo recuerda? No entregar la obra al público convierte al acto creativo en mera terapia ocupacional.
No abundan los escritores que cumplan la última condición, pero aquellos que la asumen le dan decoro al oficio literario. Y hablo de los que guardan especial lealtad a su pueblo y a los pueblos del mundo, los que van más allá del juego del yo-yo y tocan las profundas fibras de la patria pequeña y de la patria grande. Soy testigo de un acto de tal nobleza y me honra serlo. Me nació llamarlo el pabellón Carlos Francisco “Chico” ChangMarín. A Gloria Melania Rodríguez, su autora, no le ha bastado ganarse dos veces el premio de literatura infantil que lleva el nombre de tan insigne escritor, sino que ha asumido como suya la labor de mantener viva la memoria de su paisano: un chino comunista que fue maestro, pintor y cuentista; padre, esposo y amigo; compañero. Un poeta que no se permitió el lujo de acostarse sobre sus laureles y olvidarse de los campesinos pobres de Veraguas y de la infancia de este país. ¡Qué bueno que Gloria ni juega al yo-yo ni se acuesta sobre laureles!

¿Qué cómo andan las nuevas letras panameñas? Andan como todas las anteriores: bregando. En cada generación arrancan muchos, pero al cabo de un tiempo, a veces muy corto, un alto porcentaje desaparece en las entrañas de Cronos. Pero los que bregan, se quedan en la historia literaria, en la historia de la patria. Ellos y ellas pertenecen al mejor linaje de Zeus, ellos son los dueños del rayo, ellas heredaron las alturas del monte Olimpo. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

DEL FINAL DEL CAPITALISMO

La uva incomestible

“Lo que se anuncia detrás de las crisis financieras es el agotamiento de las categorías de base del capitalismo: mercancía y dinero, trabajo y valor.”
Anselm Jappe
Capitalismo, en estos tiempos, es sinónimo de crisis. Y la permanente crisis se debe que capitalismo también es sinónimo de acumulación desmedida y no sostenible. No veo como culpar a comunistas y ambientalistas de este desbarajuste.
El capitalismo entró en contradicción, ha quedado en evidencia su problema medular, la generación de riqueza en sí misma. ¿Quién la genera: el trabajo o la especulación financiera?
A pesar de lo dicho por sus detractores, de lo que diariamente afirman los medios de comunicación social, de lo que dicen los voceros de la crisis, es el trabajo quien atribuye valor a los bienes. El trabajo realizado por la gente, por máquinas operadas por hombres y mujeres. La riqueza no la genera la especulación en las bolsas de valores.
Y es esa falacia, la defensa y sustentación de esa mentira, quien nos tiene sumergidos en este desastre de nunca acabar. Para sostener su economía mitológica y así ser cada vez más acaudalados, los especuladores se han dedicado sistemáticamente a reducir el poder adquisitivo de los trabajadores y de las trabajadoras, de sus familias y demás dependientes.
Despidos masivos, reducción de salarios y beneficios, desaparición de pensiones, crecimiento de un inmenso banco de desempleados con títulos universitarios. ¿Resultados de todas estas crueles medidas? Mucha, pero mucha gente con muy pocos reales en el bolsillo y por lo tanto, con muy pocas posibilidades de participar en la economía real. ¿Su opción? El sector informal, el contrabando, la  delincuencia, el crimen organizado o algo peor, la rendición.
Lo triste de esta situación es que bien puede durar, empeorando, 200 años más.

jueves, 12 de septiembre de 2013

LA ÉTICA DE LA AURORA


“No se puede encontrar la paz evitando la vida.”
Virginia Wolf
Escucho a muchos amigos decir que la felicidad no existe, que a lo sumo hay instantes de alegría intercalados entre momentos tristes. Pero ¿y si la felicidad es algo más que estar alegre?
La vieja canción del payaso que, a pesar de las risas, vive con el corazón roto resume la vida de muchos mortales. La felicidad parece escasear porque se le reduce a un sentimiento grato que no puede ser permanente de forma natural. Las drogas terminan por convertirse en una prolongada, si es que no es eterna, condenación. La felicidad no es una emoción.
La ética estudia las obligaciones morales del ser humano. ¡Y nuestra sociedad está llena de obligaciones! Tenemos que ser infantes bien portados, buenos estudiantes, profesionales exitosos, magníficos cónyuges, excelentes padres, abuelos bondadosos y, finalmente, cadáveres fáciles de maquillar. Si te fijas, nunca se nos dice que estamos obligados a ser felices, que la sociedad tiene la obligación con nosotros de enseñarnos a buscar, hallar y sostener nuestra felicidad; más bien se nos inculca que hay que comprar un billete de lotería, para ver si le pegamos al gordo y así gozar de la felicidad, por lo menos durante algún tiempo.
Cada día viene con su amanecer. En cada aurora la luz estalla y las sombras huyen. Después de las horas de oscuridad, todo parece renovarse. ¿Y si así funciona la vida? ¿Y si la gracia de todo es vivir en periódica renovación? ¿Y sí lo que ocurre es que desconocemos como hacer estallar los fulgores y espantar a las oscuridades? ¿Y si nuestra gran obligación es aprender a ser feliz y compartir la felicidad? Aprender a ser feliz y compartir la felicidad. Pienso que ese es el fin que debe tener la ética. Lo demás, solamente, es lo demás.

jueves, 5 de septiembre de 2013

LA ÉTICA COMO TEMA

"La primera obligación del hombre es ser feliz y la segunda hacer felices a los que lo rodean."
Charles Chaplin
Tengo que confesarte algo: la ética se ha convertido en mi tema de reflexión favorito. Sigo con las confesiones. Escribo mucho sobre el tema, pero tacho mucho más. La vida, una y otra vez, me demuestra que es imposible atraparla en unos renglones. Ella no es un silogismo, es un acontecer, algo que ocurre y ese algo es más que sólo respirar.
Me encantan las preguntas. Y tuve la fortuna de tropezarme con esta: ¿Para qué vivir? Responderla se convirtió en la más tenaz, íntima e intensa de mis búsquedas. Hallar la respuesta me tomó muchos años. Pero la encontré: La vida es para ser feliz.
Te estás sonriendo, ¿verdad? Pensarás que es mucho tiempo gastado para sólo hallar una respuesta tan obvia. Pero todo ese tiempo fue bien invertido. Descubrí que una cabeza llena de cuentos de hadas es una cabeza alejada de la felicidad. Al cerebro hay que adiestrarlo para ser feiz de manera realista y sostenible. Es que existe la triste paradoja humana.
La vida está plagada de malestares y nosotros mentimos y nos mentimos para disimular el dolor; mentir parece una defensa contra la tortura. Sin embargo, y esta es la paradoja, cuando la alegría intenta colarse en nuestras vidas, nosotros, los que declaramos con ansias querer ser dichosos, volvemos a mentir para así pretender que nunca nos dimos cuenta de que pudimos ser felices. Así no somos responsables de buscar, hallar y sostener nuestra felicidad.
La ética estudia el comportamiento humano. Y me fascina lo relativo al crecer humano y a la construcción de la felicidad. Pienso que ese es el fin de la vida: madurar y abandonar la conducta de los chiquillos llorones.