“En el negocio
el resultado es lo importante. En la fiesta, es el acto mismo lo que cuenta. Si
puedes hacer que cualquier acto tenga un significado en sí mismo, entonces
estarás de fiesta y podrás celebrarlo.”
Osho
¿Qué es la
felicidad? Esa es la gran pregunta. Contestarla es tan esencial como respirar o
comer. ¿Qué será? Podemos comenzar diciendo que no es la felicidad. No es un
artículo que pueda comprar en mi centro comercial favorito ni es un aeropuerto
donde mágicamente aterrizo. No depende ni del grueso de mi billetera ni de
cuanta gente digo conocer. Ni siquiera de mi muy ferviente activismo político,
cívico o religioso.
¿Qué será la
felicidad? Ella es una actitud, es inclinarse a pensar y sentir, cuando se
sufre, que el dolor pasará, que no es eterno, que será vencido por el tiempo.
¿Que qué es la felicidad? Es saber, tener la total certeza, cuando se está
alegre, de que la alegría tiene mi mano agarrada y me está invitando a bailar.
Es aceptar la invitación y gozar la danza intensamente y con entusiasmo. La
felicidad es aprehender al dolor y también a la alegría, para aprender de ellos
y así saber dejarlos ir cuando les toca irse.
Es equivocado pensar que la felicidad es un estado
permanente y constante de bienestar, de risas y alegrías. ¿Y por qué no? Porque
en la vida nada es inmutable, todo tarde o temprano va a cambiar. Ahora sonrío,
más tarde lloraré. Entonces, ¿ahora soy feliz y más tarde infeliz? Depende.
¿Depende de qué? De aprender algo de cada situación. De ejercer mi libertad, en
algún grado, bajo cualquier circunstancia. De entender que lo que se fue, se
fue y lo que llegó, llegó. De tener, al final, la capacidad de estar en paz
conmigo mismo. Comprenderme y comprender mis circunstancias me permite ser mi
mejor amigo, y eso, amigo mío, es la felicidad.
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