domingo, 20 de julio de 2014

REVOLUCIÓN FRANCESA

¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
La Marsellesa
Aunque la Primera República fue aplastada por la bota de Napoleón Bonaparte, haciendo parecer totalmente inútil el guillotínico baño de sangre llevado adelante por el Incorruptible Maximilien Robespierre; aunque el régimen republicano demoró poco más de ocho décadas en reemplazar cualquier forma monárquica de gobierno. A pesar de estas y otras vicisitudes, la Revolución Francesa marcó un antes y un después en el devenir histórico de Occidente.
Gracias a ella se destruyó al sistema feudal y a la monarquía absoluta, por lo menos en lo formal, dando paso al nacimiento de las repúblicas de corte liberal. Se separó a la iglesia del estado, permitiendo así la libertad religiosa y la convivencia ecuménica dentro de una nación laica. La burguesía asumió el papel protagónico que en el Antiguo Régimen tenía la nobleza. Se difundieron por toda Europa las ideas democráticas. Y esas ideas llegaron al Nuevo Mundo e inspiraron las independencias de las colonias iberoamericanas. Crecieron los movimientos nacionalistas. El mundo político cambio y lo hizo para siempre.
En lo personal, mis años de estudios en la Escuela República de Guatemala, donde hice mi primaria, fueron iluminados por el canto de La Marsellesa. Pienso que dichas notas calaron en mi infantil espíritu y lo convencieron de rechazar, ya de adulto, a los tiranos. Ahora de viejo, además, rechazo con más fuerza a esos tiranos enanos de la vida cotidiana, a los manipuladores.

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