jueves, 26 de diciembre de 2013

HOMBRO CON HOMBRO

La lámpara genial
“¿Trabajo en equipo?, cuál equipo si todos quieren ser capitanes.”
Víctor Paz
Hace unos meses realicé mi último intento de formar parte de un grupo. Así es. Último. Mi reserva de trabajo en equipo se agotó. ¡Adiós a las reuniones! Pero eso no significa que he dejado de admirar a quienes si logran trabajar hombro a hombro por una causa que los une.
Durante los últimos 30 años fui testigo de uno de los más eficientes equipos de trabajo que he conocido. Se trata de un dúo. Elena y Luisa. Dos religiosas dedicadas a la evangelización en las comunidades de la Nueva Concepción y la Ciudad Radial, del corregimiento de Juan Díaz.
¿Y qué tiene de especial este par de heroínas? Tienen las cualidades que, me parece, garantizan el éxito del trabajo en equipo. Primero, la claridad de objetivos a lograr. En la última década, ambas crearon un hogar para proteger a niñas en riesgo social. ¡Y a eso se dedicaron! Segundo, la delegación de funciones. Liderazgo no es mandar, es gestionar las acciones y los recursos necesarios para el logro de objetivos; Elena se encargó de estimular las mentes de las niñas y Luisa, con su ejemplo, fortalecer su auto disciplina. Y tercero, y en mi humilde opinión la cualidad más elemental, Elena y Luisa son amigas, las mejores amigas.

Hasta ahora no he mencionado el más importante de los detalles: Elena acaba de fallecer. Pero la solidez de su influencia intelectual aún está viva, muy viva en mí. Y lo está porque gente como Elena, y Luisa también, cuando te tocan la  mente lo hacen con su corazón. Rápidamente les resumo como fue mi experiencia. Hace 22 años Elena me consiguió un trabajo como maestro de religión, pero soy biólogo, ¿cómo, entonces, dar las clases? Simple, involucrándose con los niños y las niñas; ese fue el consejo de Elena. Eso es educar. Los estudiantes no son muebles, son personas. Espero estar a la altura de tan buena enseñanza. 

martes, 17 de diciembre de 2013

DE LOS CAPRICHOS DEL EMPERADOR

¿Qué esconde la plata?

"Siento que hay una actitud de desafío."
Luis Eduardo Camacho
Un óleo no es una acuarela y un mural tampoco es un graffiti. Puedo comprender que no toda la población de una nación entienda en que consisten las diferencias, pero no puedo aceptar que el más alto magistrado de mi país no lo sepa y que sus asesores no comprendan que es su obligación ilustrarlo antes de que él haga funestas declaraciones al respecto. Eso no es más que una simple y llana manifestación fascista. Sólo para quedar claro: los fascistas cuando escuchan la palabra culturan desenfundan las pistolas.
Los funcionarios públicos sólo pueden hacer lo determinado por la ley, los particulares pueden hacer todo lo que la ley no les prohíbe. Ha estallado un conflicto entre el presidente Martinelli de la República de Panamá y el grupo artístico El Kolectivo. Este colectivo quiere pintar un mural conmemorativo a los cincuenta años de aniversario de la Gesta Heroica del 9 de enero de 1964 en, precisamente, la Avenida de los Mártires, el presidente con aspiraciones imperiales amenazó con pintarlo con pintura gris las veces que sea pintado; el vocero imperial dejó entrever la posibilidad de acciones más enérgicas. Ni el emperador ni su arrastrovocero han mostrado ningún decreto ni ley que prohíba el pintar el mural mencionado. En esta confrontación desigual me queda muy claro que para el gobierno lo que importa son los caprichos del emperador y no el cumplimiento de la ley.
Sin embargo, de este caso emana un tufo que no deja de asustarme. Y es que deja entrever que para el gobierno panameño la libre iniciativa ciudadana es un acto de  rebeldía. Me imagino que para los nazis eso era un problema, igual para Franco o Pinochet. ¿Será que este dilema está sacando a la luz la ideología que está imperando? ¿Será que caminamos rumbo al fascismo?

sábado, 7 de diciembre de 2013

MI ESTRATEGIA DE GUERRA: BAILAR Y REÍR

Primera Maestra

“Por lo tanto, en la guerra, el camino es evitar lo que es fuerte y atacar lo que es débil.”

Sun Tzu 
La verdad es que no soy un tipo ambicioso, por lo menos no ambiciono lo que comúnmente se ambiciona: poder y prestigio, riqueza. Pero tengo una pretensión por la cual he declarado más de una guerra: nunca permitir que otro me imponga su voluntad. Claro, que por haber ganado esas batallas no tengo ni poder, ni prestigio, ni riqueza.
Para vencer siempre desubico a quienes desean domesticarme: enloquezco y reniego del poder, la fama y la riqueza. Como esa locura es mucho más mal vista que todas las locuras juntas, los domesticadores prefieren mantener su distancia y es allí cuando los ataco. Río y bailo feliz sin tener prestigio, riqueza, poder. La mayoría de los domesticadores no soportan ese ataque.
Me cuido mucho de no cometer el error de caer en la incoherencia, vigilo, me vigilo con mucho celo, estrictamente estoy pendiente de cultivar en mí la caridad y la nobleza para así evitar caer en la tentación de la envidia. Envidiar sería ser derrotado. Sabiendo de antemano que la horda de los domesticadores está derrotada si uno no les envidia su poder, su riqueza y su prestigio, me lanzo a la batalla sin ningún temor. Y bailo y río y soy feliz sin tener ninguno de sus bienes. Y lo que más me encumbra en la victoria es que bailo y río y soy feliz sin prestarle atención alguna a los domesticadores. No es asunto mío si se dan o no cuenta de mi felicidad. 
Como bailo y río para yo ser feliz, dejo la puerta abierta para que los domesticadores se retiren; si cuando se marchan declaran que estoy loco y que no vale la pena domesticarme, no hago problema de ello; total, ellos son los que se retiran sin haber podido domesticarme. Esta forma de batallar me la enseñó mi primera maestra, mi madre; ella ya no está conmigo, pero hay muchas primeras maestras que siguen enseñando como batallar. ¡Feliz día de las madres!

sábado, 30 de noviembre de 2013

MÁS POESÍA Y MENOS POLICÍA

"La poesía, es verdad, puede dar acceso al mundo del alma y del espíritu, y mucho mejor que la religión. Porque lo que caracteriza a los poetas, es su capacidad de captar realidades extremadamente sutiles y de expresarlas en sus obras. 
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Ayer fue el black Friday. Ayer fue el recital +Poesía –Policía. Ayer ningún centro comercial vendió trocitos de humanidad. Ayer algunos oyentes nos llevamos a casa una renovación de espíritu humano. Pero, un momento, ¿de qué se trata esto? ¿De arruinar la economía de las ofertas y los baratillos? ¿De desprestigiar a la Policía Nacional? No, de ninguna forma. Total, los baratillos ya tienen arruinadas a muchas economías familiares y a la policía le bastan sus propias acciones para deshonrarse.
En tiempos de coaliciones entre partidos políticos para el saqueo de las arcas del tesoro nacional, precisamente en estos tiempos, se concretó un nuevo tipo de alianza a favor del arte de amar y de la colectividad. El Festival de Poesía Ars Amandi, cuatro talentosas gatas poetas, y el Colectivo, cuatro gatos tercos deseosos de hacer patria, dieron el primer paso para, desde la poesía y la plástica, resistir la deshumanización que sufrimos aceleradamente en estos últimos años. Porque, definitivamente, en estos últimos cuatro años el bestialismo ha crecido más que en los últimos cuarenta. Sin embargo, que bueno que hay un sin embargo, cuatro gatas poetas y cuatro patriotas tercos llegaron para quedarse y recordarnos que aún somos humanos.
Qué? ¿Qué pintar murales en la ciudad de Panamá y leer poemas en el transporte público van a hacer la diferencia? No, pero sí. Mientras sea posible que un transeúnte vea el mural y, antes que lo censuren, comprenda algo; mientras sea posible que un usuario escuche un verso y descubra algo antes de pedir su parada; mientras eso sea posible, todo será posible.

sábado, 23 de noviembre de 2013

LEALTAD A LA LITERATURA

Profundidad

“Si realmente, la literatura es el conducto, pero no el único que va a servir para construir una sociedad más libre, el vehículo no será la alta literatura escrita para esas élites eruditas que ya poseen el conocimiento, sino una literatura más sencilla capaz de llegar a las masas para hacerles vibrar con los graves problemas que afectan al universo, desvelando situaciones sobre las que el hombre cierra los ojos, tapadas por un cúmulo de mentiras y tan repetidas que hasta parecen la verdad absoluta.”
Manu de Ordoñana              
A la literatura se le puede ser infiel, pero jamás desleal. Un escritor puede coquetearle a las otras artes: asistir al teatro o al cine, gozar de la música, aplaudir al ballet, o hasta ir a una pictórica; pero lo que no puede hacer es prometerle algo y no cumplirle.
La primera promesa de un escritor a la literatura es la de ser un buen lector. Esa promesa no necesita mucha explicación. La segunda es sacar tiempo para escribir, una hora diaria o un minuto cada década, no importa, lo que importa es saber que esa hora y ese minuto le pertenecen a ella. El tercer juramento consiste en no enamorarse de sus palabras y tachar, tachar y tachar; de ser necesario, practicar el homicidio, la eutanasia o el aborto con los textos que no cumplan con el mínimo estético que el mismo escritor se ha impuesto.
Hasta aquí, posiblemente, no haya mayor desacuerdo. De aquí en adelante puede que sí lo haya. El cuarto ofrecimiento radica en asociar a la literatura con la vida. Para algunos literatos esto se reduce a oler cocaína y a acostarse con la mujer de algún desprevenido. Otros se comprometen con la lucha por la justicia y la libertad; abundan los ejemplos de poetas y escritores que entregaron sus vidas en los altares de sus ideales. En lo muy personal, considero esta cuarta promesa, además de no negociable, como muestra de la madures de un ser humano que tiene como uno de sus oficios escribir literatura. Ese ser humano que también escribe, cree en lo que escribe y lo practica y lo vive. Ese ser humano que también escribe, no osa defender con sus escritos a la verdad y mentir en lo cotidiano de su vida. Ese ser humano que también escribe es, sobre todo, leal a esos seres humanos que sacan tiempo para leerlo. No es que sea complaciente al escribir, es que es noble al tratarlos, al encontrarse con ellos.
La lealtad a la literatura es lealtad a la vida, es decir, a los seres vivos, es decir, a la gente. Pero es más fácil ser, supuestamente, leal a los libros (que al fin y al cabo son cosas) que a las personas (que al fin y al cabo te pueden cuestionar).
Hay otra forma de deslealtad a la literatura y a la gente. En el mundillo literario, hay mucho simpatizante dispuesto a defender a muerte, en nombre de la calidad de la obra, los abusos y excesos de algún literato. Poco importa que sea un megalómano narcisista, un enfermo de la envidia, un delincuente, o lo peor, un desleal que traiciona su propia obra literaria. Y esa defensa al sociopata literario es, por usar el más suave de los términos que se me ocurre en este momento, una hipocresía. No me imagino a ninguno de esos apologistas defendiendo a un docente que realiza maravillas en el aula de clase, pero que es cliente frecuente de la prostitución infantil.

No sé, de repente, y de nuevo, soy el equivocado; pero me es imposible separar lo plasmado en un papel o lo practicado en un salón de clases de lo experimentado en la vida. No sé, de repente, y de nuevo, soy el equivocado; pero me alegra serlo.

domingo, 17 de noviembre de 2013

9 DE ENERO: MÁS QUE AL RESCATE DE LA MEMORIA Y DE LA PATRIA

(Palabras dicha en la presentación de la novela 9 de enero de Andrés Villa)

Me gustaría contarles como llegué a estar aquí frente a ustedes. Sé de la vocación de Andrés Villa por la novela histórica, por lo tanto no fue sorpresa que escribiese una sobre los acontecimientos del nueve de enero. Supuse que no era sorpresa que me llamara para presentar dicha novela. Como Andrés y mi primo Tito Yanis tienen toda una vida de ser amigos y Tito y yo somos sobrinos de un Mártir del 64... La sorpresa fue comprobar que Andy no conocía este último dato. La segunda sorpresa me la llevé al leer la novela. Comparar dicha lectura con cualquier noticiero nacional actual, es como hablar  de dos países distintos. En Panamá han crecido el número y el tamaño de los edificios, pero otras cosas más valiosas han decrecido, cuando no han desaparecido. Y esa es la virtud de esta novela. Nos retrotrae a esa patria que se perderá irremediablemente si no asumimos nuestras responsabilidades ya.
“Un hombre del pueblo y ‘de pueblo’ como el escritor Andrés Villa nos regala, en las cercanías del cincuentenario de los funestos hechos del 9 de enero de 1964, una novela homónima, que tiene como propósito sacudir la conciencia de una nación y poner en perspectiva la valoración que hace de su historia.”
Estas son palabras del académico Rodolfo de Gracia Reynaldo, pero ¿quién es hombre del pueblo? Quizás todos estemos de acuerdo que para serlo, primero hay que aceptar que se es y vivir como tal. Y esto lo deja bien claro Andrés en el texto que nos convoca. Sus fuentes, su idioma, su enfoque, así lo constatan. Sin rebuscamientos y con la mayor de las diafanidades, Villa nos relata los hechos tal como se lo transmitieron sus informadores. Nos transporta al lugar de los hechos, pero sobre  todo, logra que los protagonistas nos compartan sus emociones.
“Todos esos factores eran un caldo de cultivo aderezado con la impotencia y la rabia que en ese  9 de enero de 1964 atrajeron a todos a la Avenida 4 de Julio.”
Con estas palabras, Andrés añade un ingrediente importante a la definición de pueblo. El pueblo, en este caso, el pueblo panameño lo forman las mayorías excluidas de los beneficios del canal. Y fue, precisamente, dicha marginación la que enfureció a quienes se lanzaron contra la cerca. El pueblo es la patria. Gracias a la furia de los excluidos, Panamá es soberana en el canal. Pero hoy como en el 64, el empobrecimiento persiste. La patria sufre.
Nada mejor que leer la novela para conocer los aciagos hechos del 64, así que no voy a comentarlos, voy a compartir con ustedes mis reflexiones sobre tres actitudes registradas en ella.
“No griten,  es un hospital, hay enfermos—dijo alguien. Los  que iban  adelante gesticularon para que los de más atrás  no gritaran. Las arengas cesaron y en toda la columna reinó un solemne silencio, aunque siguieron subiendo la cuesta con decisión.”
Igualito que en las actuales manifestaciones, ¿verdad? ¿Cuál es la queja que hoy día aflora con cada cierre de calle? La afectación a terceros. En el diccionario de uso diario del ciudadano panameño se ha perdido la palabra consideración. Sin embargo, los manifestantes de enero del 64 no sólo eran considerados con sus compañeros y profesores en sus aulas de clases, también en las calles cuando marchaban contra sus opresores.
“Chencho ha perdido un zapato y camina con dificultad. Está en retirada, pero sigue  custodiando  su bandera. Solo  la soltará en manos de un compañero cuando entre nuevamente al colegio.”
Responsabilidad, otra palabra perdida en el mar de la desidia. Sistema educativo en crisis, familia disfuncional, medios de comunicación mediocres y negligentes. Próximos a cumplir 50 años de la fecha conmemorada, la irresponsabilidad parece cabalgar sobre Bucéfalo y los panameños parece que hemos olvidado que Bucéfalo era un caballo de guerra.
“Los estudiantes se reagrupan  en la Avenida  4 de Julio. Detienen autos  y le cuentan lo sucedido a todo el que los quiere oír.”
Después de la ofensa, los aguiluchos acudieron al pueblo y el pueblo los escuchó. Y no sólo el pueblo, también el presidente del gobierno nacional, Roberto Chiari les prestó atención y actúo en consecuencia; ni la Cuba de Fidel Castro después de la Invasión de Bahía de Cochinos rompió relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, Panamá sí.
A lo largo de esta novela, Andrés nos habla de un Panamá considerado y responsable. De una sociedad aún con la capacidad de dialogar con ella misma. Lo ocurrido el 9 de enero de 1964 fue espontáneo, no fue un plan de los comunistas, fue una población comunicándose rápida y eficientemente. Esa fue la gesta: un pueblo escuchó a sus jóvenes y los defendió. La afrenta de los zonians no sólo fue rasgar la bandera, también fue manchar las camisas blancas de nuestros estudiantes. Por eso aquel enero es glorioso, por eso estos tiempos son desastrosos.
¿Qué estoy exagerando? Permítanme hacerles una pregunta. ¿Me pueden decir el nombre de uno de los mártires? ¿Cuántos recordaron a Ascanio Arosemena? ¿Cuántos a Estanislado Orobio?  Tranquilos, no se incomoden, pero acabamos de experimentar una consecuencia de pertenecer una sociedad que no sabe dialogar. En una sociedad así, sólo es escuchado quien más grita y quien no lo hace es olvidado. En una sociedad así, abunda la gente escandalosa y más abundan los extremadamente silenciosos. En una sociedad así, hasta entre los muertos queda marcada la diferencia entre ruidosos y callados. Andrés nos recuerda que una vez pudimos escucharnos, ¿será que ya no lo hacemos? En el 64 el pueblo se lanzó contra la cerca de la zona, en el 89 se lanzó a saquear el comercio de las ciudades de Panamá y Colón. Hemos perdido cosas muy valiosas, entre ellas, la memoria. Y sin memoria, ¿puede haber patria?

El buen amigo Andrés Villa con está y el resto de sus novelas, contribuye a la restauración de la memoria, al diálogo con la historia. Esto es la patria, recibir un legado y transmitirlo. Si en los tiempos de la globalización queremos seguir siendo panameños, es necesario y obligatorio cuidar nuestro legado. Ya Andrés hizo su parte, ahora nos toca a nosotros. 

sábado, 9 de noviembre de 2013

PALABRAS MÍNIMAS

Onomástico
Según mi partida de nacimiento, a las siete y tres minutos de esta mañana arribé a los 53 años. Llego a esta edad con un único convencimiento: que no hay tales convencimientos, que la vida cambia demasiado rápido como para estar convencido, por  siempre, de algo que está llamado a transformarse y a dejar de ser lo que inicialmente me convenció. Quizás tenga una convicción un poco permanente, tal vez bastante permanente: que la vida es un instante, que 53 años no son nada; aún tengo vívido el recuerdo de mi maestra Zenaida de Pérez copiando una lección en el tablero. Vida te doy las gracias por permitirme compartir este instante que es el resumen de
27 856 800 instantes. Gracias a todos ustedes, a todas ustedes. No dejen escapar los instantes.

De la felicidad
¿Qué es la felicidad? Esa es la gran pregunta. Contestarla es tan esencial como respirar o comer. ¿Qué será? Podemos comenzar diciendo que no es la felicidad. No es un artículo que pueda comprar en mi centro comercial favorito ni es un aeropuerto donde mágicamente aterrizo. No depende ni del grueso de mi billetera ni de cuanta gente digo conocer. Ni siquiera de mi muy ferviente activismo. ¿Qué será la felicidad? Ella es una actitud, es inclinarse a pensar y sentir, cuando se sufre, que el dolor pasará, que no es eterno, que será vencido por el tiempo. ¿Que qué es la felicidad? Es saber, tener la total certeza, cuando se está alegre, de que la alegría tiene mi mano agarrada y me está invitando a bailar. Es aceptar la invitación y gozar la danza intensamente y con entusiasmo. La felicidad es aprehender al dolor y también a la alegría, para aprender de ellos y así saber dejarlos ir cuando les toca irse. ¡Eureka! Al fin lo comprendí.

domingo, 3 de noviembre de 2013

UN ESCRITOR ES EL COMPLEMENTO DE UN LECTOR



Cisne al frente

“Hablo de la política como el lugar donde dialogamos con el prójimo para tomar decisiones.”
Carlos Fong
Una gráfica de datos consta de una variable dependiente y otra independiente. En el mundo literario, ¿quiénes son la variable dependiente? ¿Quiénes la independiente? ¿Los escritores o los lectores?
Para contestar, hay que volver a preguntar: ¿puede haber buenos escritores sin buenos lectores? En realidad, ¿quiénes mantienen vivo el universo creado en la escritura?
Puede que aún falten preguntas, pero contestemos las que tenemos. ¿Sabes por qué los círculos de lectura son círculos y no pirámides? ¡Uy! Hice otra pregunta. Bueno, sigo. Los círculos de lectura son círculos y no pirámides, pues son espacios democráticos donde cada opinión vale, claro está, siempre y cuando esté fundamentada en la comprensión del texto. Es un espacio de iguales que se adueñan del universo plasmado en lo escrito.
Cierto es que en la obra el autor es quien demuestra maestría en el manejo de la técnica estética, pero más cierto es que sin lectores todo ese esfuerzo es inútil. ¿Inútil? Sí, inútil. ¿Por qué? Porque a pesar de lo pensado comúnmente, no hay literatura sin lectores.
Si a partir de este instante ya no se publicasen más libros, hay tantos ya impresos que aún habría literatura, pero si los lectores del mundo se declarasen ya en huelga permanente, por más maestría de los escritores, sino tienen quien lea su obra, todo su esfuerzo cae en saco roto. Entonces, ¿quiénes son la variable independiente y quiénes la dependiente? ¿Quiénes son las verdaderas estrellas de la literatura?

domingo, 27 de octubre de 2013

ASÍ HABLÓ JERICÓ

La luz que vio Jericó

“Los esclavos ya tienen que ser libres para alcanzar su liberación.”
Herbert Marcuse                                                  
Estas fueron las palabras de Jericó, así habló después de que las escamas cayeran de sus ojos, luego de encontrarse con la luz, después de recibir la vista como regalo y de no arrepentirse de haber recibido dicha dádiva. Así habló ese ser humano llamado Jericó.
Ya no soy el que soy el que fui, aún no soy el que seré, sólo soy el que soy y lo soy con entusiasmo. Y soy eterno, mi entusiasmo entusiasma este instante que estoy viviendo.
Y de mi vida entusiasmada aprendí que para quien no espera, todo es ganancia; para quien no recuerda, todo es nuevo y quien no desea, ni espera ni recuerda y está forzado o a vivir con entusiasmo o a perecer por inanición existencial.
Y de mi vida entusiasmada aprendí que buena es la esperanza, pero no lo es esperar algo que dependa del entusiasmo ajeno. Buena es la memoria, pero no lo es recordar algo que despierte deseos que dependen del entusiasmo ajeno. Bueno, muy bueno es vivir dependiendo únicamente del propio entusiasmo.
Y de mi vida entusiasmada aprendí que mi fervor es gratuito y que por él no tengo que pagar con excusas a quienes se asustan en su presencia, ni debo sacrificarlo en el ara de los deseos de aquellos a quienes no les importa mi vida y que tampoco me importa que opinen. Mi ánimo es mi ganancia, mi sorpresa, mi salud existencial.

Así habló ese ser humano llamado Jericó el día que las escamas cayeron de sus ojos.

domingo, 13 de octubre de 2013

LA ANMITOLOGÍA

Mareados

“¿Quieres asustar al mundo? No tengas miedo…”
Calle 13
El más odioso escollo de la felicidad humana es la explotación y opresión de los pueblos. Pero mientras los expoliados sean cómplices de su propio saqueo, no podrán zafarse de los abusadores. Ellos tienen la obligación de librarse de las ideologías que los paralizan, que los mantienen idolatrando a quienes los saquean, sumergidos en la incoherencia personal.
Las cadenas mentales son mucho más fuertes y duraderas que las metálicas. Ellas son las responsables de la colaboración de los individuos en su propia esclavitud. Los esclavos, en el fondo de su ser, están convencidos de que sus amos son ídolos omnipotentes. ¿Qué hacer? Romper las cadenas anuladoras de la individualidad. ¿Cómo? Abandonando los mitos que nos hacen creer que los amos tienen derechos sobre nuestro destino.
La anmitología es una filosofía de vida que busca comprender, para luego rechazar, los mitos que sostienen el poder de los ídolos. El esclavo que, por medio de la introspección, hace conciencia de sus ídolos internos, ya está en camino de la liberación. El esclavo que, por medio de la observación, descubre los ritos por el cual lo someten, ya está en camino de la liberación. El esclavo que entiende que este es un proceso permanente, ya está liberado.

Todos los días somos víctimas de los ídolos. Todos los días tenemos que desligarnos de ellos. La anmitología permite entender que un ídolo es todo aquello, sea persona, animal o planta; cosa mueble o inmueble, discurso o credo a quien el individuo le otorga poder para no ser cien por ciento responsable de su propia existencia. La anmitología me permite entender que los mitos sólo son  mitos y que los únicos mitos válidos son los que yo sé que son mitos. 

sábado, 5 de octubre de 2013

EL TORTUOSO CAMINO HACIA LA IDOLATRÍA

Ofrenda
"Nadie cambia si no siente la necesidad de hacerlo."
Henry Ford                   
La idolatría consiste en entregar a un ídolo el poder de decisión personal. Así el individuo se desresponsabiliza de su vida y se somete a los dictados del ídolo. Paradójicamente, no cumple con su propia vida, pero sí con el culto al ídolo.
La raíz de toda idolatría es el miedo al desamparo y el interés de bienestar. Es antinatural  buscar vivir mal. El problema es que tarde o temprano el miedo original al desabrigo se convierte en pánico a quedar excluido de la manada y el deseo de dicha se convierte en ansía de hegemonía. Tarde o temprano el idólatra quiere convertirse en ídolo.
La idolatría siempre es una falsedad. Puede ser que el idólatra esté equivocado sobre las bondades del ídolo; por ejemplo, una persona enamorada concluye erradamente que el sujeto de su enamoramiento es perfecto y llega a esa conclusión por no ver al tal sujeto tal cual es. Puede ser que el ídolo le mienta al idólatra, siguiendo el mismo ejemplo, sería cuando al enamorado el sujeto de su enamoramiento le engaña descaradamente. Y el peor de todos los casos es aquel donde el idólatra reniega de toda evidencia y  se adhiere sin condiciones al ídolo. El enamorado, una y otra vez, observa las flaquezas del sujeto de su enamoramiento, escucha sus mentiras, sabe que son mentiras y aún así prefiere mantener la situación; ¿y por qué? Porque así podrá culpar de su desdicha al sujeto de su enamoramiento y librarse de toda responsabilidad al respecto.

Y es que ese es el quid del asunto: la responsabilidad. Y ella asusta gracias a los fiscales de hierro a quienes les encanta buscar las faltas, no para corregirlas, sino para condenar y escarmentar a alguien. Todo sería diferente, si en vez de preguntar de quién es la culpa, con la ulterior reacción en cadena de gente lavándose las manos, se preguntara quién tiene la solución.

viernes, 27 de septiembre de 2013

UN VISTAZO DESDE LEJOS A LAS NUEVAS LETRAS PANAMEÑAS

Solitaria
“Escribir no solo requiere un intenso trabajo sino la capacidad de renovación constante, porque es imprescindible ofrecer nuevas formas de ver las mismas cosas para reescribirnos y resignificarnos.”
Tes Nehuén
El titán Cronos tenía la costumbre de ingerir a sus hijos. Y así lo hizo hasta que Zeus lo enfrento y lo destronó. Igualmente, quien quiera ganarse el título de escritor debe imitar al dios rey del Olimpo, debe enfrentar y vencer al tiempo.
A mi modo de ver, para no desaparecer en el tubo digestivo de Cronos, es oportuno cumplir con tres condiciones. La primera de ellas es la disciplina. La obra del escritor oficioso, del que se sienta a escribir y no a dar excusas de porque no escribe, huele a trabajo, a investigación y a reflexión. Ese olor lo sentí hace poco en la feria del libro, al escuchar un cuento sobre un capítulo poco conocido de la Segunda Guerra Mundial, quien lo escribió sabe como mirar el pasado; Shantall Murillo, a pesar de su juventud, sabe muy bien reinterpretar el pasado.
Allí mismo, en la feria del libro, pude ver como mis colegas escritores cumplían con la segunda condición. Voy a compartirles uno de mis tesoros secretos. Hace casi una década tuve un encuentro que fue una verdadera lotería, me tope con Mario Vargas Llosa; él participaba de una manifestación de apoyo al pueblo español que acababa de sufrir el ataque terrorista del 11 de marzo de 2004. Lo abordé y resultó ser un hombre extremadamente amable. Hablamos el tiempo que duró el mitin: 29 fructíferos minutos de conversa y uno de los temas que abordamos fue su relación con las editoriales. Me contó que si la editorial le dice que tiene que ir a un rincón del planeta a promocionar su última publicación él va muy gustoso. Eso es lo que veo en cada feria del libro: escritores buscando incidir en los gustos del lector. Me llamó la atención una nave espacial que aterrizó en el pabellón infantil y lo que más me llamó la atención fue el tamaño de su tripulación; me parece que Eunice Obaldía incluyó en ella a toda su familia y, además, a un par de vecinos. Para imponerse al tiempo es preciso involucrarse en la promoción de la propia obra literaria, Mario Vargas Llosa lo hace. Víctor Rodríguez Sagel no lo hizo, ¿alguno de ustedes lo recuerda? No entregar la obra al público convierte al acto creativo en mera terapia ocupacional.
No abundan los escritores que cumplan la última condición, pero aquellos que la asumen le dan decoro al oficio literario. Y hablo de los que guardan especial lealtad a su pueblo y a los pueblos del mundo, los que van más allá del juego del yo-yo y tocan las profundas fibras de la patria pequeña y de la patria grande. Soy testigo de un acto de tal nobleza y me honra serlo. Me nació llamarlo el pabellón Carlos Francisco “Chico” ChangMarín. A Gloria Melania Rodríguez, su autora, no le ha bastado ganarse dos veces el premio de literatura infantil que lleva el nombre de tan insigne escritor, sino que ha asumido como suya la labor de mantener viva la memoria de su paisano: un chino comunista que fue maestro, pintor y cuentista; padre, esposo y amigo; compañero. Un poeta que no se permitió el lujo de acostarse sobre sus laureles y olvidarse de los campesinos pobres de Veraguas y de la infancia de este país. ¡Qué bueno que Gloria ni juega al yo-yo ni se acuesta sobre laureles!

¿Qué cómo andan las nuevas letras panameñas? Andan como todas las anteriores: bregando. En cada generación arrancan muchos, pero al cabo de un tiempo, a veces muy corto, un alto porcentaje desaparece en las entrañas de Cronos. Pero los que bregan, se quedan en la historia literaria, en la historia de la patria. Ellos y ellas pertenecen al mejor linaje de Zeus, ellos son los dueños del rayo, ellas heredaron las alturas del monte Olimpo. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

DEL FINAL DEL CAPITALISMO

La uva incomestible

“Lo que se anuncia detrás de las crisis financieras es el agotamiento de las categorías de base del capitalismo: mercancía y dinero, trabajo y valor.”
Anselm Jappe
Capitalismo, en estos tiempos, es sinónimo de crisis. Y la permanente crisis se debe que capitalismo también es sinónimo de acumulación desmedida y no sostenible. No veo como culpar a comunistas y ambientalistas de este desbarajuste.
El capitalismo entró en contradicción, ha quedado en evidencia su problema medular, la generación de riqueza en sí misma. ¿Quién la genera: el trabajo o la especulación financiera?
A pesar de lo dicho por sus detractores, de lo que diariamente afirman los medios de comunicación social, de lo que dicen los voceros de la crisis, es el trabajo quien atribuye valor a los bienes. El trabajo realizado por la gente, por máquinas operadas por hombres y mujeres. La riqueza no la genera la especulación en las bolsas de valores.
Y es esa falacia, la defensa y sustentación de esa mentira, quien nos tiene sumergidos en este desastre de nunca acabar. Para sostener su economía mitológica y así ser cada vez más acaudalados, los especuladores se han dedicado sistemáticamente a reducir el poder adquisitivo de los trabajadores y de las trabajadoras, de sus familias y demás dependientes.
Despidos masivos, reducción de salarios y beneficios, desaparición de pensiones, crecimiento de un inmenso banco de desempleados con títulos universitarios. ¿Resultados de todas estas crueles medidas? Mucha, pero mucha gente con muy pocos reales en el bolsillo y por lo tanto, con muy pocas posibilidades de participar en la economía real. ¿Su opción? El sector informal, el contrabando, la  delincuencia, el crimen organizado o algo peor, la rendición.
Lo triste de esta situación es que bien puede durar, empeorando, 200 años más.

jueves, 12 de septiembre de 2013

LA ÉTICA DE LA AURORA


“No se puede encontrar la paz evitando la vida.”
Virginia Wolf
Escucho a muchos amigos decir que la felicidad no existe, que a lo sumo hay instantes de alegría intercalados entre momentos tristes. Pero ¿y si la felicidad es algo más que estar alegre?
La vieja canción del payaso que, a pesar de las risas, vive con el corazón roto resume la vida de muchos mortales. La felicidad parece escasear porque se le reduce a un sentimiento grato que no puede ser permanente de forma natural. Las drogas terminan por convertirse en una prolongada, si es que no es eterna, condenación. La felicidad no es una emoción.
La ética estudia las obligaciones morales del ser humano. ¡Y nuestra sociedad está llena de obligaciones! Tenemos que ser infantes bien portados, buenos estudiantes, profesionales exitosos, magníficos cónyuges, excelentes padres, abuelos bondadosos y, finalmente, cadáveres fáciles de maquillar. Si te fijas, nunca se nos dice que estamos obligados a ser felices, que la sociedad tiene la obligación con nosotros de enseñarnos a buscar, hallar y sostener nuestra felicidad; más bien se nos inculca que hay que comprar un billete de lotería, para ver si le pegamos al gordo y así gozar de la felicidad, por lo menos durante algún tiempo.
Cada día viene con su amanecer. En cada aurora la luz estalla y las sombras huyen. Después de las horas de oscuridad, todo parece renovarse. ¿Y si así funciona la vida? ¿Y si la gracia de todo es vivir en periódica renovación? ¿Y sí lo que ocurre es que desconocemos como hacer estallar los fulgores y espantar a las oscuridades? ¿Y si nuestra gran obligación es aprender a ser feliz y compartir la felicidad? Aprender a ser feliz y compartir la felicidad. Pienso que ese es el fin que debe tener la ética. Lo demás, solamente, es lo demás.

jueves, 5 de septiembre de 2013

LA ÉTICA COMO TEMA

"La primera obligación del hombre es ser feliz y la segunda hacer felices a los que lo rodean."
Charles Chaplin
Tengo que confesarte algo: la ética se ha convertido en mi tema de reflexión favorito. Sigo con las confesiones. Escribo mucho sobre el tema, pero tacho mucho más. La vida, una y otra vez, me demuestra que es imposible atraparla en unos renglones. Ella no es un silogismo, es un acontecer, algo que ocurre y ese algo es más que sólo respirar.
Me encantan las preguntas. Y tuve la fortuna de tropezarme con esta: ¿Para qué vivir? Responderla se convirtió en la más tenaz, íntima e intensa de mis búsquedas. Hallar la respuesta me tomó muchos años. Pero la encontré: La vida es para ser feliz.
Te estás sonriendo, ¿verdad? Pensarás que es mucho tiempo gastado para sólo hallar una respuesta tan obvia. Pero todo ese tiempo fue bien invertido. Descubrí que una cabeza llena de cuentos de hadas es una cabeza alejada de la felicidad. Al cerebro hay que adiestrarlo para ser feiz de manera realista y sostenible. Es que existe la triste paradoja humana.
La vida está plagada de malestares y nosotros mentimos y nos mentimos para disimular el dolor; mentir parece una defensa contra la tortura. Sin embargo, y esta es la paradoja, cuando la alegría intenta colarse en nuestras vidas, nosotros, los que declaramos con ansias querer ser dichosos, volvemos a mentir para así pretender que nunca nos dimos cuenta de que pudimos ser felices. Así no somos responsables de buscar, hallar y sostener nuestra felicidad.
La ética estudia el comportamiento humano. Y me fascina lo relativo al crecer humano y a la construcción de la felicidad. Pienso que ese es el fin de la vida: madurar y abandonar la conducta de los chiquillos llorones.

viernes, 30 de agosto de 2013

TOPÁNDOME CON ELLOS LO DESCUBRÍ

Fundamento
“Existo como soy, con eso basta, Y si nadie lo sabe me doy por satisfecho.”
Walt Whitman
Tengo 27 años de laborar como docente. Siempre en colegios públicos, con jóvenes e infantes de extracto popular. Me ha tocado dar clases de inglés, física, religión, matemáticas, ciencias y biología. Incluso, en una ocasión, para completar mi carga horario fungí de bibliotecario. Seis colegios secundarios, una escuela primaria, cuatro provincias, cinco distritos.
A pesar de tanta vuelta y revuelo, siento que recién en los últimos 7 años he ido comprendiendo que es enseñar. Y pienso que he ido entendiendo este negocio de la enseñanza, porque creo que en realidad no enseño, por lo  menos no enseño lo que se supone que debería enseñar. Nunca he completado el programa y siempre termino conversando temas de otras materias diferentes a la mía, la biología. Estoy convencido de que nunca voy a ser condecorado.
He llegado a dicha conclusión al toparme con egresados del colegio donde trabajo. Los que tienen pocos años de haberse graduado me abordan como buscando que les diga una nueva palabra, cuando en realidad son ellos quienes ahora tienen la palabra. Los que tienen más año de haberse graduado me miran de arriba para abajo y sus rostros parecen preguntar: ¿Y este viejo panzón fue el que me hizo la vida de cuadritos? Porque, tengo que confesarlo, a eso me he dedicado, la primera veintena de años lo hice instintivamente, los últimos siete años lo estoy haciendo adrede: traumar chiquillos ajenos.
Y es que preguntar en una sociedad que reniega del arte de hacerse preguntas es incómodo. Ubicarse en un ángulo donde se obtenga una nueva óptica de la situación es incómodo. Preocuparse por aprender algo dentro de un sistema embrutecedor a quien lo único que le importa es la calificación, es incómodo.
Y he aquí mi gran confesión: he llegado a la conclusión que en realidad no he enseñado, he aprendido; porque sino fuese educador nunca hubiese aprendido a preguntarme cosas, a verlas desde otro punto de vista diferente al de la manada, a preocuparme por aprender y no por cumplir los requisitos que exige ese sistema oxidado y mal tratador que es la educación panameña.
Voy a mencionar a dos egresados que, pienso, me servirán para darme a entender. Ambos son empresarios, uno tiene un gran auto y se roza con las elites profesionales del país, el otro vende plátanos en un semáforo. Pero ambos cumplen el principal requerimiento de todo organismo vivo: luchar por sobrevivir. ¿Yo les enseñé eso? No. Afirmar eso sería mentir. ¿Quién se los enseñó? La vida.
Y ese ha sido mi gran descubrimiento en el aula de clase. No se trata de cuantas moléculas de ATP se producen por molécula de glucosa oxidada en el Ciclo de Krebs, el asunto consiste en que hago con esa energía atrapada en los enlaces de hidrógeno. Por eso pienso que en realidad yo no enseño, por lo menos no enseño biología. Pienso que en realidad aprendo biofilia.
¿Biofilia? Sí, aprendo a inclinarme a favor de la vida. A ocuparme con los seres vivos, incluyéndome. Es muy probable que al final de mi carrera docente tenga que pedir disculpas por no haber sido el profesor que dicen las reglas y disposiciones de las autoridades. Mis razones para no respetar los reglamentos fueron egoístas: no me permitían crecer y yo quería y quiero crecer.
¿Habré transmitido dicho sentir y pensar a mis estudiantes? Honestamente, no lo sé. Pero cuando veo a aquel muchacho vendiendo plátanos en un semáforo, cuando lo veo pelear, pelear y pelear, sonrío y pienso: este muchacho sí entendió qué es la vida.

miércoles, 14 de agosto de 2013

DE LAS VENTAJAS DE PERTENECER A LA MANADA

“Cuando el sujeto encuentra el sentido de su vida a través de su vinculación al orden social establecido y lo que éste le ofrece como metas y objetivos vitales, deja en un segundo plano su condición social o, mejor dicho, aunque sea consciente de que está sufriendo una injusticia, la justificará y aceptará como una variante más del sentido que le es propio como ser existencial."
Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Pertenecer a una manada tiene sus ventajas, sus grandes ventajas. Dentro de ella el individuo gana poder, poder que ejerce en la consecución de una causa, y no de cualquier causa, sino de la causa mayor. La causa de todas las causas. Hay otros beneficios.
La manada le impone su disciplina al individuo y termina por ordenarle la vida. Y esto no es gratuito, es para favorecer el trabajo en equipo. ¿Ya mencione la causa mayor?
Con dicha labor se gana prestigio, se deja de ser el tipo gris y anodino. Mientras más se trabaje por la manada, más prestigio y, por ende, más autoridad para denunciar y reprimir a los miembros que no cumplan las reglas de la manada. El mejor disidente es el disidente anulado.
Todo buen miembro de la manada no deja pasar oportunidad para demostrar lealtad a la manada, a sus miembros y, sobre todo, a su líder. No hay mayor lealtad al líder que reclutar nuevos miembros y comprometerse a convertirlos en fieles seguidores del líder, por supuesto.
El líder siempre da indicaciones que nadie nunca acaba de entender y que todos los de la manada, a pesar de la confusión, siguen con mucho entusiasmo. El ser fieles a las indicaciones del líder da un lugar dentro de la manada y, por tanto, dentro de la sociedad. No importa que la sociedad no entienda las indicaciones, no importa que la manada tampoco las entienda, sólo importa tener plena confianza en saber que el líder sí las entiende y comprende.
El individuo no tiene un puesto en la sociedad. La manada es quien tiene un lugar en la sociedad. Y lo tiene porque el líder se lo ha  dado. Así nace el síndrome del pretoriano, los mayores afanes de los miembros más prominentes de la manada se dirigen a proteger y satisfacer las necesidades del líder. El líder no se viste, se inviste. Y eso no hay que olvidarlo.
La manada se convierte en el centro de las vidas de sus miembros. Compiten por demostrarse quien está más comprometido con la manada y con el líder. Están orgullosos de pertenecer a la manada y de seguir al pie de la letra las indicaciones del líder. Como nadie entiende las famosas indicaciones se termina ponderando lo mágico y despreciando a la razón.
La lógica es reemplazada por una caricatura que sólo sirve para justificar las determinaciones del líder. Se olvidan los motivos originales que provocaron el nacimiento de la manada. Ahora sólo importa mantener vigente, pese a todo, a la manada. Y eso se logra al presionar a cada miembro a auto convencerse que su imagen en la manada es en realidad su propia identidad en la vida. El miembro de una manada se convierte en una imagen y deja de ser él. La consigna de su vida: Todo en la manada, nada fuera de ella.
Al final, el miembro  de la manada acumula poder esclavizante, él se vuelve esclavo y esclavizador, se adhiere a la divinidad de los preceptos manadiles y se lanza con todo su ser a la consecución de la gran causa: la manada debe conquistar el mundo y debe hacerlo de forma totalitaria. Cero disidentes. Menos que cero críticas a la manada.
Pertenecer a una manada tiene sus ventajas, sus grandes ventajas. Te olvidas de hacerte responsable de tu vida, no importa que seas manipulado; no tienes que preocuparte por construir tu poder personal, sólo lo entregas a la manada y punto. Pertenecer a una manada tiene sus ventajas, sus grandes ventajas. Claro que las tiene, únicamente tienes que renunciar a ser tu mismo. ¿No te parece muy bajo el precio?

sábado, 10 de agosto de 2013

DEDICATORIAS




“Porque la libertad no implica romper las cadenas que otros nos han puesto, sino aprender a liberarse de uno mismo (complejos, miedos, odios).” 

Víctor Paz

Mis escritos me han servido para crecer. He crecido en la comprensión de la felicidad y la infelicidad, de mi felicidad y de mi infelicidad. Escribiendo crecí y pasé de concebir historias de falsas complacencias a otras de constantes búsquedas. Puede ser que estos textos no sean genialidades ni totalmente originales, pero son el inventario de mis vivencias reflexionadas. Y esas vivencias fueron enriquecidas por algunas personas muy especiales, maravillosas.

Tuve la dicha de toparme con gente extraordinaria que así lo hizo posible. Con su paciencia, su firmeza, cariño. Debería mencionar a muchos en este escrito, pero no tendría suficiente espacio. Por eso he decidido que dos personas sean sacramento de lo maravilloso que es influir positivamente en otro ser humano. 
Dedico esta discusión escrita y las que vendrán a dos discutantes fundamentales en mi vida. A Aurora Elena, la mujer que parió mi ser biológico y conformó mi ser discutante. Ella me retó a pensar, a debatir con buen humor y a no ser un dogmático; siempre me dijo: no sólo existen el blanco y el negro, mira, allí están los grises. De ella aprendí las cosas importantes, que al fin y al cabo, no son muchas. También quiero mencionar a Carlos Matías Ramos. Con él discutí mucho, en especial, sobre temas relacionados con la felicidad y la amistad. Carlos llegó a hablar de escribir un ensayo sobre el amicalismo, la ética del ser amigo. A los dos mi homenaje póstumo. Nunca es tarde cuando la dicha es buena y la semilla de Aurora y Carlos ya está dando frutos. ¡Qué bueno!

viernes, 2 de agosto de 2013

DIÁLOGO ENTRE EL VIEJO Y EL JOVEN



Detente

“Nos están martillando una nueva ética que ya no es universal sino que se fracciona en dos: la de las clases dominantes y la de las clases dominadas. Entre las primeras, la ética significa cualquier acción que garantice aumento de sus fortunas; para las segundas, ética es no estorbar esos objetivos.”
Mauro Zúñiga Araúz

El Viejo: Yo ya justifiqué mi juventud, ahora estoy justificando mi adultez.
El Joven: ¡Valiente forma de hacerlo!
El Viejo: ¿Qué? ¿No crees que sea suficiente no pedir dinero prestado a los bancos para ganarme en mi edad madura el título de luchador?
El Joven: No, no lo creo. Eso es insuficiente. Una caricatura de protesta.
El Viejo: Pues mira quien habla…
El Joven: ¿Mira quién habla, qué?
El Viejo: Pues mira quien habla de luchas.
El Joven: Yo no fallo a ninguna marcha o piqueteo, ¿te parece poco?
El Viejo: Al contrario, me parece mucha complicidad.
El Joven: ¡Yo no soy cómplice!
El Viejo: Claro que sí lo eres.
El Joven: ¿Tienes pruebas?
El Viejo: Por supuesto…
El Joven: Muéstralas…
El Viejo: Si mal no recuerdo, tu protesta de moda es contra la minería destructora del medio ambiente. Pero en cada reunión, tú y tus compañeros compran cerveza en un supermercado y pagan con una tarjeta de crédito.
El Joven: ¿Y?
El Viejo: ¿Y tú quién crees que es el dueño del supermercado, de la cervecería, del banco de la tarjeta de crédito y de las minas destructoras del ambiente? ¿Adivinaste?