sábado, 5 de octubre de 2013

EL TORTUOSO CAMINO HACIA LA IDOLATRÍA

Ofrenda
"Nadie cambia si no siente la necesidad de hacerlo."
Henry Ford                   
La idolatría consiste en entregar a un ídolo el poder de decisión personal. Así el individuo se desresponsabiliza de su vida y se somete a los dictados del ídolo. Paradójicamente, no cumple con su propia vida, pero sí con el culto al ídolo.
La raíz de toda idolatría es el miedo al desamparo y el interés de bienestar. Es antinatural  buscar vivir mal. El problema es que tarde o temprano el miedo original al desabrigo se convierte en pánico a quedar excluido de la manada y el deseo de dicha se convierte en ansía de hegemonía. Tarde o temprano el idólatra quiere convertirse en ídolo.
La idolatría siempre es una falsedad. Puede ser que el idólatra esté equivocado sobre las bondades del ídolo; por ejemplo, una persona enamorada concluye erradamente que el sujeto de su enamoramiento es perfecto y llega a esa conclusión por no ver al tal sujeto tal cual es. Puede ser que el ídolo le mienta al idólatra, siguiendo el mismo ejemplo, sería cuando al enamorado el sujeto de su enamoramiento le engaña descaradamente. Y el peor de todos los casos es aquel donde el idólatra reniega de toda evidencia y  se adhiere sin condiciones al ídolo. El enamorado, una y otra vez, observa las flaquezas del sujeto de su enamoramiento, escucha sus mentiras, sabe que son mentiras y aún así prefiere mantener la situación; ¿y por qué? Porque así podrá culpar de su desdicha al sujeto de su enamoramiento y librarse de toda responsabilidad al respecto.

Y es que ese es el quid del asunto: la responsabilidad. Y ella asusta gracias a los fiscales de hierro a quienes les encanta buscar las faltas, no para corregirlas, sino para condenar y escarmentar a alguien. Todo sería diferente, si en vez de preguntar de quién es la culpa, con la ulterior reacción en cadena de gente lavándose las manos, se preguntara quién tiene la solución.

4 comentarios:

Yolanda Ríos de Moreno dijo...

Esactamente, en ves de quedarse argumentando un problema, ver la raiz del mismo y solucionarlo.

Esto hablando de las generalidades, por supuesto.

Pero si cada uno pensara asi, resolveríamos rapidamente el problema que a cada quien le toque solucionar y sin darnos cuenta la rueda siempre iría hacia adelante.

Yolanda Ríos de Moreno dijo...

disculpas por el error en exactamente...

VICTOR dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
VICTOR dijo...

Es correcto, lo he dicho, la responsabilidad de vivir no pesa si se la echamos a otro a cuestas. Sobre todo al idealizarlo, o satanizarlo. Ya fuera por ver en esa persona nuestras carencias, o por ver en esa persona nuestros excesos. Digo yo que todo se basa en compararse. ¡Coño! que cada cual viva su vida como le da la gana, pero cada uno superándose a sí mismo a cada instante. Eso es todo. Si todos tendiéramos a la superación propia, habría menos problema en el mundo. ¿Y qué nos enseñan en la escuela?...tú tienes que ser como el pendejito ese. ¿Y qué nos dicen en el trabajo?...sé un líder como aquel. Y entre tanto, David, ¿Quién vive la vida de uno?, los maestros, los jefes, los vecinos, ¿O…uno mismo??? La necesidad de aprender a ser uno mismo (auto conocimiento) es tan vital como la de comer o copular. Sin embargo, es la que más ignoramos, o nos obligan a ignorar desde la infancia. Así, el ser humano sufre de constipación introspectiva, y buscamos que otra persona nos ame (cuando no sabemos cómo amarnos a nosotros mismos) o que nos mienta (cuando no queremos oír nuestra propia verdad) o que nos odie (cuando nos odiamos a nosotros mismos) Fijamos el punto de nuestro ser, en una entidad externa. Como marionetas inteligentes, que sólo usan su capacidad intelectual para cambiar de titiriteros a conveniencia de sus temores e insuficiencias.