“Mi propia lectura de los pasados 500 años
me lleva a dudar que nuestro propio sistema mundo moderno sea una instancia de
progreso moral sustancial, y a creer que es más probablemente una instancia de
regresión moral.”
Inmanuel Wallerstein
Tengo que
confesar que no le veo salida decente a este atolladero que nos asfixia. El
capitalismo está en decadencia, y aún así, su capacidad destructiva está en pleno
apogeo. Antes arruinaría al planeta, que dejarse morir. Muchos foros buscan
soluciones y todos serán inútiles mientras sus asistentes valoren los bolsos Louis Vuitton y los zapatos Ferragamo. Hablo de
valor, no de precio. Quien valora algo lo desea y el corazón está en los deseos.
El más anticapitalista de los discurso es pura paja si la boca que lo proclama
está subyugada por un corazón consumista.
¡Y ese no es el
único conflicto que tiene la intelectualidad de las peroratas progresistas!
Hay una versión
histórica que afirma que la biblioteca de Alejandría fue el recipiente de mucho
del saber clásico del mundo antiguo. Sin embargo, fue destruida por cristianos
fanáticos y su última directora, Hipatia, fue torturada y asesinada. Y nadie
las defendió. ¿Por qué? Porque el faro de la sabiduría y sus responsables
estaban desligados de la vida de sus vecinos. Los obispos si le tenían el pulso
medido a sus feligreses. Parece que la llamada progresía, la intelectualidad de
los discursos progresistas, ha olvidado este triste capítulo de la historia.
Discursos anticapitalistas más deseos consumistas
más el rechazar a hombres y mujeres de supuesto bajo bagaje cultural es igual
al absurdo del que se alimenta, ¿adivinan?, el sistema capitalista. Hace unos
días descubrí en Internet un par de videos que afirmaban que la tierra era
plana. ¡Plana! Llegó la hora de preocuparse. Si los intelectuales del planeta
no dejan de lado la incoherencia y se comprometen con la promoción del
conocimiento, más temprano que tarde ocurrirá un apagón del pensamiento y todos
regresaremos a la era de las cavernas. ¿Exagero?
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