domingo, 19 de julio de 2015

EL REINADO DEL MAL GUSTO

“La globalización nos ha traído muchas cosas buenas, pero también ha convertido la estulticia humana en pandemia.”

Paco Moreno

Hay un momento especialmente crítico en la historia personal de cualquier hombre, cualquier mujer. Es cuando tiene que asumir responsabilidades profesionales, compromisos familiares, cuando tiene que comenzar a pagar cuentas. Lo terrible es que ese instante puede servir de excusa para la estupidez y lo desmedido. ¡Cómo si ya no tuviéramos suficiente!
En nombre de las obligaciones hemos anulado las capacidades que nos inspiraron a pintar las cavernas. La creatividad está agotada, la imaginación sufre un soponcio. Mareados por una falsa originalidad y atrapados por la novedad del refrito, vivimos tiempos de rendición del talento y entronización del mal gusto. Es una fatalidad no poder diferenciar entre lo bello y lo feo.
¡Y todo gracias a una falacia! El consumismo impele a gastar, es un monstruo del comercio que necesita constantemente nuevas deudas con las cuales alimentarse y como la industria, cualquiera que ella sea, no tiene la capacidad de ofrecer ingeniosos inventos a la velocidad que el monstruo requiere, el resultado es que los individuos terminan comprando babosadas al precio de perlas gigantes. Oro por espejitos. Y como bono: la depresión. Y como bono extra: la tristeza. ¿Por qué? Por haber sacrificado nuestra creatividad e imaginación.
Nuestra sociedad es la sociedad de la triple D: desproporcionada, descuidada, deficiente. ¿Qué se puede hacer? A cada ciudadano y ciudadana le toca no conformarse con ser un simple pagador de cuentas y cultivar la moderación personal y aprender a manejar eficientemente sus recursos, tanto los económicos como los emotivos. Nos toca aspirar a la integridad. Tenemos la obligación de crear formas de vida que nos permitan caminar más allá del centro comercial. 

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