“La ciencia explica y la poesía interpreta, ambas
tienen en común que usan el raciocinio. Y aunque la ciencia mantiene un ritual
riguroso llamado método científico, tiene la necesidad de usar metáforas,
símiles y demás figuras literarias para darse a entender.”
Isabel Herrera de
Taylor
Es posible, muy probable, conociendo el histórico deshábito por la
lectura inteligente que la población panameña a veces se ufana de poseer, que
este libro, Ciencia y poesía en Panamá de Isabel Herrera de Taylor, no rompa
ninguna marca ni de lectores ni de ventas. Y eso es lamentable, porque quien
lea este texto entenderá, comprenderá y, hasta puede ser, asuma el hecho que
ciencia y poesía no son ramas del conocimiento que se excluyen entre sí. Tienen
dos coincidencias fundamentales, la primera la menciona Isabel en el párrafo
que usamos de epígrafe: tanto ciencia como poesía utilizan figuras literarias
como las metáforas para poder explicar conceptos abstractos. La metáfora
partícula de Dios permite entender lo esencial del bosón de higgs para explicar el origen de la masa de las
partículas elementales que conforman el universo.
La segunda coincidencia es que tanto científico como poeta deben
observar. No observarán lo mismo, pero ambos deben ser buenos observadores, de
lo contrario sus conclusiones, teorías y poemas, serán fallidos.
Habrá quien diga que los versos no nacen de las observaciones hechas
por el poeta, sino que son frutos de la divina inspiración. Piensan que afirmar
lo contrario no sólo es prosaico y procaz, también es un atentado contra la
misma poesía. Resulta ser que se equivocan. Nuestro cerebro procesa información
de forma conciente, vía corteza cerebral, e inconcientemente a través del
tálamo encefálico. Cuando el sistema se satura de estímulos, ocurre un
reordenamiento de las interconexiones neuronales y ello bien puede culminar con
la resolución de un problema demográfico o la escritura de un soneto. Este
vulgar proceso biológico es la divina inspiración.
Me disculpo si sienten que asesiné a su diosa preferida.
Isabel en sus palabras preliminares nos informa que en muchas
universidades ya hay foros entre poetas y científicos. Pienso que sus
resultados finales serán una ciencia más humana y una poesía también más
humana. Para ser inhumano basta ser un humano poco dispuesto a dialogar.
Finalmente, me gustaría resaltar una cualidad personal de mi amiga
Isabel Herrera de Taylor, una conducta que aflora con fuerza y determinación en
los renglones del libro Ciencia y poesía en Panamá. Mi querida Isabel no pudo
esconder su vocación docente. Este libro lo escribió una maestra. ¿Quieres
usted entender de ciencia? Lea este libro. ¿Quieres usted entender de poesía?
Lea este libro. ¿Quieres usted comprender la relación entre la ciencia y la poesía?
Lea este libro.
Este libro es una buena noticia para Panamá. Cultiva conocimiento
con sensatez. En lo personal, considero este libro como una maravilla. Me
tranquiliza al explicar como un mismo individuo puede escribir poemas poseyendo
estructuras mentales que responden al método científico. Me alivia porque
significa que no soy un esquizofrénico con doble personalidad.
Agradezco a Isabel su esfuerzo concretado en este libro. Si ustedes
desean comprender el porque ciencia y poesía son caminos complementarios, van a
tener que leer este libro.
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