domingo, 2 de septiembre de 2012

MIS PARTICIPACIONES EN LA FERIA DEL LIBRO DE PANAMÁ





David y Rodolfo


LA LITERATURA ES UN RIESGO
“La literatura (no la escritura ni la redacción) nació como arte. Esto presupone una visión singular a compartir, una intencionalidad estética y el empleo de un lenguaje expresivamente eficaz que confieren un carácter peculiar a su realización.”
Manuel García Verdecia  
¿Qué transforma un texto escrito en literatura? ¿Qué poseen las palabras de un excelente cuento que nuestros ojos sólo pueden abandonarlas luego de leer la resolución del mismo? ¿En qué consiste la mágica metamorfosis?
No es fácil resolver tales cuestiones. La literatura no es una ciencia positiva de mediciones mecánicas y leyes de implacable cumplimiento. No siempre una causa tiene la misma consecuencia. La tesitura de los significados varía con el fluir del tiempo y el desplazamiento espacial.
La literatura, arriesgándome a opinar sobre ella, es fruto de la invención humana y es gracia a su progenitora que la literatura no es ni resumen ni retrato de la realidad objetiva existente. Más bien, es una recreación estética de la misma, cuya intención es señalarnos la existencia de otros mundos especiales, mundos donde se encuentran algunas respuestas a los misterios de la vida. El escritor, pues, busca rasgar los velos con el filo de las palabras escritas y su esperanza absoluta es que dicho evento sea comprendido por un desconocido lector.
En el caso particular del cuento, y siguiendo con el riesgo de opinar, un gran cuentista siempre cuenta dos historias en un mismo texto. La una es evidente, la otra un secreto. De entre las rendijas de la una, la otra emerge maravillosamente. Y es en esa sorpresa súbita o bien en ese asombro poco a poco constituido en donde radica la maestría del narrador.
Ahora bien, un escritor novel e ingenuo se caracteriza, precisamente, por sorpresas haladas por los cabellos. Sin crear mayor tensión, por ejemplo, aparece un personaje insospechado que en los últimos dos renglones resuelve la anécdota. No es de eso que estoy hablando; hablo de oficio, no de facilismo.
Un gran cuento, escrito por un gran cuentista, sobrevive al discurrir de los años, no porque esté anclado en el tiempo, todo lo contrario, sino porque el entretejido de historias admite tantas lecturas posibles, como espacios y momentos diferentes haya; el ordenamiento de los palabras de un cuento llamado a sobrevivir la implacabilidad del calendario permite la evolución de sus significados.
Aterricemos el discurso en el libro ganador del Premio José María Sánchez BAJO PROPIO RIESGO, cuyo autor es Rodolfo Alfredo De Gracia Reynaldo. En esta obra, el profesor De Gracia vuelca todo el conocimiento que posee sobre el cuento y vamos, humildemente, a tratar de demostrarlo.
Para empezar, el libro demuestra que fue escrito por alguien con una gran cultura literaria. Trasuda a Borges, por allí vi la sombra de Wilde, incluso, me pareció ver a doña Elsi Alvarado de Ricord saludarme con su mano extendida. Tantas veces se ha dicho que un buen escritor es un buen lector, que ya es un axioma literario. Y el señor De Gracia lo cumple.
Para seguir, si bien es cierto que el libro consta de doce cuentos, bien podemos decir que hay veinticuatro  historias. Las historias de un estricto profesor y un anciano atrapado en un asilo, de un tonto niño y un drogadicto desesperado, quizás ese mismo drogadicto y un genial escritor, tal vez ese mismo escritor y un personaje por él odiado, una fría oficinista y una mujer humanizada en su suicidio, la cordura de un vieja cruel y la demencia de una mujer afanada en darle cariño a su madre, un niño del futuro y los recuerdos que no atina a recordar, un testamento y una biblioteca vacía de conocimientos, un asesino y una vida sentenciada a perecer, una pensante y un mundo insospechado, una poetisa y los egos reencarnados, una vieja fea y la belleza; todos estos pares de historias se encuentran realizadas en cada uno de los textos analizados. Chéjov afirmó que un gran cuento narra dos historias y Rodolfo prueba que es un buen seguidor de las huellas del escritor  ruso.
La humanidad es la especie biológica propensa al sufrimiento. Y las razones por las cuales esa propensión es una dura realidad humana son un gran misterio. El señor De Gracia en su libro BAJO PROPIO RIESGO las aborda, no esquiva el riesgo y se lanza a rasgar el velo con el filo de las  palabras. Las páginas de este cuentario exponen valientemente el pecho a una pregunta como: ¿Por qué la inocencia es un camino tan corto a la desdicha?
BAJO PROPIO RIESGO es un buen libro de cuentos y el profesor De Gracia un gran cuentista. ¡Quedé con sed, con hambre de más cuentos! Lamenté que sólo fuesen doce y no 24 o 48. Por supuesto que es un buen libro de cuentos, por supuesto que Rodolfo es un gran cuentista. Su mayor mérito es que, siendo un académico, este libro huele a humanidad y no a húmeda biblioteca. Y este país está ávido de humanidad. De lecturas que nos recuerden que el dolor no es para siempre, aunque parece que nuestro destino es toparnos con él periódicamente. Cuentos que nos permitan profundizar en ese misterio eterno que es la vida. Pues de eso se trata la gran literatura y ese es el oficio del escritor y hoy estamos frente a dos dignos representantes de ella: Rodolfo y su cuentario BAJO PROPIO RIESGO.

Autógrafo


DE LAS CATEDRALES MÍNIMAS
"Yo construiré edificios muy distintos de lo que otros construyen."
Antoni Gaudí
Hoy deseo cavilar sobre la micro ficción. ¿Será el minicuento un género aparte? Buscaré la respuesta en la lectura del libro SINCRONÍAS del escritor Enrique Jaramillo Levi.
Si la novela es un maratón y el cuento es una carrera de cien metros, ¿con qué podemos comparar al minicuento? ¿Será con un salto? Un salto que, por increíble que parezca, es ¿un salto largo?  ¿Un salto a dónde?
Llevamos más de dos mil años de literatura en occidente, así que suponer que un cuento recién escrito hoy es una absoluta innovación es una ingenuidad. La literatura se nos infiltra aunque no entremos en contacto con ella directamente. ¿Quién no conoce la escena del Quijote y los molinos? Pues resulta ser que de los muchos, muchos, muchos que la conocen, hay muchos que nunca la han leído. Es decir, ningún lector que en estos momentos esté abriendo un libro, lo enfrentará sin un previo bagaje literario. Hacia allá es el salto que antes mencioné, hacia esa especie de maleta que ya cargamos antes de la lectura.
Tal vez la famosa teoría del iceberg se refiera a ese oculto equipaje. En literatura quien mejor explicó dicha hipótesis fue Ernest Hemingway, quien dice:
"Yo siempre trato de escribir siguiendo el principio del iceberg. Hay siete octavos del iceberg bajo agua por cada parte que se muestra sobre la superficie. Cualquier cosa que uno sabe y puede eliminar, refuerza el iceberg. Lo que vale es lo que no se muestra. Pero si un escritor omite algo porque no lo sabe, aparece un agujero en su historia."
De acuerdo a esta teoría, la información que se oculta es un acto deliberado y no una negligente omisión. La literatura en general y el minicuento en particular, son un salto hacia el secreto creado por el autor, para beneficio del lector. Sin dicho secreto, no hablaríamos de cuentos sino de informes o de inventarios.
El lector ya posee los referentes que hacen posible la literatura. El arte del minicuento consiste en localizarlos y pulsarlos a voluntad. Los recursos literarios que se explayan en la novela y se economizan en el cuento, en el minicuento, simplemente, no están. Y, según mi opinión, Enrique Jaramillo Levi y la compilación que hoy nos reúne así lo demuestran.
Por ejemplo, el minicuento SINCRONÍAS sólo se puede comprender sí se conoce quien fue Galileo, las razones de su juicio y el temor que debió despertar en sus entrañas las muy católicas hogueras de la Inquisición. 
En el caso de LA SILLA DE RUEDAS, el referente que hace posible comprenderlo incluye las tensiones familiares del día a día; tensiones agudizadas por el odio al más querido de los parientes; el odio que lleva a cometer, con alevosía, un horrible crimen; crimen que al final resulta un traspaso del poder hogareño; poder que siempre será frágil, amenazado. Quien conozca de como el amor y el rencor se entremezclan en las familias, en nuestras familias, comprenderá este minitexto. En el caso de EXTRAÑA BENDICIÓN basta conocer apenas lo mínimo del Alzheimer y sabremos en que estriba la bendición.
Para dar el salto a los referentes que tiene el lector hay que manejar la teoría literaria. Conocer perfectamente en que consiste un cuento; diferenciarlo, por ejemplo, del relato, es tarea fundamental. En el cuento debe ocurrir algo, en el minicuento también. No es eliminar palabras, es plasmar un acaecimiento con las únicas palabras que lo plasmen. Y la teoría literaria se aborda leyendo y leyendo mucho.
Así la lectura de esta antología es la concreción de lecturas anteriores. Si Pirandello fue reclamado por sus personajes, el narrador del minicuento A RAJATABLA abandona a los suyos para así no hacerse bolas. Una mínima comprensión de que es la metaliteratura, permite gozarlo más. Y en esta reunión de minicuentos hay muchos ejemplos de ella.
También podemos observar la aplicación de la famosa vuelta de tuerca. Esta no es más que una técnica literaria que consiste en un cambio abrupto en la dirección de la narración. Generalmente, el giro se realiza hacia el final del cuento; si el sentido del giro es adivinado estamos ante una obra fracasada; pero, que el lector piense que adivinó y que resulte no ser así es, el éxito rotundo. Así ocurre en SE LE NOTA. Y en EL PÁJARO. Y en EL ABRELATAS. Y en EL EQUÍVOCO. Y en FINAL DE UNA NUEVA VIDA. y en muchos otros textos aquí compilados.
En cuanto a las temáticas, hay una que atraviesa la obra en general: las vicisitudes de un escritor, sus angustias y malestares despertados por chocar con una sociedad que él espera lo trate mejor. Así ocurre en ¿ESO DE LOS VERSOS CON QUÉ CARAJOS SE COME? En este y otros minicuentos que abordan la misma materia, el narrador plasma una especie de manifiesto ético. Por ejemplo, declara: Escribir no es un hobby ni una manifestación enfermiza del ocio, como suele creerse entre quienes sólo piensan en ganar dinero y más dinero a como dé lugar; es una vocación, a veces un destino.” Con tan sólo 35 palabras deja clara sus prioridades vitales, reniega del escribir literatura como pasatiempo y deja abierta la puerta para que el lector decida inclinarse por las cosmogonías de su preferencia, entre la causalidad y la casualidad; y esto únicamente con 7 palabras.
En esta misma línea de reflexión en MÍNIMA EXPRESIÓN queda plasmada una teoría literaria, y esta es la que más nos interesa, porque, ciertamente, funcionan para el minicuento, pero también para todo cuento escrito, independiente de su extensión; sus puntos son los siguientes: reducir la historia a lo mínimo sin que deje de ser cuento, presentar lo esencial concentradamente sin perder el sentido, partir con una frase que genere controversias, incorporar las reflexiones propias del autor, cambiar de plano: del autor hablando sobre una teoría literaria al personaje que sufre el conflicto. Así se matan dos pájaros de un solo tiro: se teoriza y se cuentiza.
Hablando de los narradores, el minicuento los admite todos y así lo prueba Jaramillo en esta obra. Incluso, en 30 líneas del texto PERO YA NO IMPORTA…, utiliza dos narradores en coreografía de estilo que agudiza la angustia y el fatal desenlace que sufre el protagonista. Por cierto, tengo la ligera impresión que el narrador en primera persona es el preferido de Enrique. Y lo prefiere mucho más si se trata de un narrador que resulta ser un escritor que relata sus avatares.
El misterio, sembrar el misterio, es esencial en el arte del cuento, sea este mínimo o extenso. A veces Jaramillo lo busca mencionando planos insospechados de la realidad, a veces aludiendo a lo mágico, a veces mencionando datos que parecen inconexos; pero lo encuentra en los finales que no dan mayor información. Así ocurre en INICIO DEL FINAL. Aquí el secreto convierte el escrito en un maravilloso escrito.
Pues bien, regresando a la pregunta original: ¿es el minicuento un género literario aparte? Puedo, con las reservas necesarias, afirmar que tiene todas las características propias del cuento, eso sí, con menos adornos y más ahorro; en el minicuento se termina de construir un universo que ya está en parte construido en la memoria del lector. Pero, ¿acaso no es así en todos los  géneros literarios? Jaramillo Levi, en esta obra, demuestra su ya muy comentada maestría en la escritura de cuentos, sólo que lo hace exigiéndose más frugalidad y menos movimientos y aún así, arribando al puerto deseado: una historia verosímil. Esta última exigencia, no me parece suficiente para catalogar al minicuento como un género aparte, me parece que eso mismo afirma Jaramillo en el discurso subyacente de sus textos aquí analizados. Por lo menos esa es mi lectura, sería interesante escuchar de viva voz al autor de SINCRONÍAS si de verdad piensa que el minicuento no es un género aparte del cuento. Hasta aquí mis palabras, sólo me resta dar la bienvenida a esta nueva obra y felicitar a su ya muy reconocido autor, Enrique Jaramillo Levi.

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