“Dedicar cuatro a seis horas en
transporte cada día para laborar porque se vive en la periferia promueve
la penuria y la desesperanza humana.”
Ebrahim Asvat
Se
dice que la ciudad de Panamá creció como un chorizo sobre la costa del
Pacífico, porque la zona colonial del canal no le permitió hacerlo hacia el
norte. Esa triste historia dio por resultado las grandes distancias entre el núcleo
metropolitano y las periferias sub-urbanas.
Los
puestos de trabajo se encuentran en el centro, pero el grueso de los
trabajadores habita los suburbios. Si un empleado aborda a las tres de la tarde
un transporte colectivo y se dirige desde el centro al más lejano de los
barrios periféricos, es muy probable que llegue a las siete de la noche a su
hogar. Al día siguiente tiene que estar abordo del colectivo a más tardar a las
4:00 de la madrugada. Quince horas fuera del hogar, de las cuales gastó siete
en transportarse.
Los
precios de los inmuebles en el centro metropolitano dificultan que éste pueda
ser habitado por familias de estrato popular y las obliga a vivir allá, en las
periferias. Allá, donde sobran las pandillas y falta el agua potable, allá,
donde transportarse raya en pesadilla.
¿Así quién puede pensar en democracia? ¿Quién cansado va a querer
participar en los asuntos de la comunidad? ¿En qué tiempo? Es tan angustiante
esta y otras situaciones que el
habitante común de la periferia prefiere invertir el tiempo que le queda libre
en buscar a Dios o comprar cervezas frías.
El país entero está estructurado en función de la ciudad capital y la ciudad
capital no creció en función de sus habitantes. ¿De qué democracia podemos
hablar?
1 comentario:
Pero a la gente más afectada, parece importarle un rábano. Eso es lo que más me asusta.
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