“Ha llegado el momento de reinventarnos como sociedad.”
Ana Elena Porras
Pienso,
cada día con más firmeza, que la felicidad abundaría más si hubiese más
personas dispuestas a declararle la guerra a los mediocres y miserables. Un
mediocre, que apenas cumple despreciablemente con sus obligaciones, es el juez
más severo de las mujeres y los hombres comprometidos con sus labores. Un
miserable es incapaz de alegrarse por la felicidad ajena y, como si no fuese
suficiente, procura que el feliz deje de serlo.
Esas
alimañas alimentan su estupidez y sabotean a todo aquel que posea inquietudes de
acrecentar su inteligencia. Esas bestias son ignorantes que hasta pueden llegar
a tener un título universitario. Ellos, no serán los ejecutores, pero, por su
desidia, son los mayores cómplices del deterioro del tejido social y de ese
conjunto de relaciones que nos convierten en seres civilizados.
La inequidad y la opresión son males milenarios. Para los piratas que
saquean el mundo, las personas como tú y yo no somos más que simios que, de
alguna inesperada manera, aprendimos a usar el abecedario. La injusticia
existe, pero no estaría tan cerca de nuestra vida diaria, sino nos topáramos a
diario con ellos: los mediocres y los miserables. Pienso,
cada día con más firmeza, que debe ponerse punto final a la convivencia con esos elementos dañinos. Rompamos relaciones
diplomáticas con la nación de Mezquinlandia.
2 comentarios:
Es nuestro deber lograrlo, nuestra apatía es su alimento!
¿Cómo eliminar a los mediocres?...con mucha luz y aún más valentía.
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