viernes, 17 de agosto de 2012

LA DERROTA DE LOS PUEBLOS


El 3 de mayo de 1808-Goya 
 
“La pobreza y la exclusión son un indicador de la derrota política y no a la inversa.”
Janio Castillo Candanedo
La diferencia entre la victoria y la derrota es la diferencia entre quien se queda con el poder y quien lo pierde. El derrotado pierde potencia (capacidad de ejecutar algo) y no puede acumular poder. El victorioso gana potencia, acumula poder. A un mayor poder, una mayor y mejor capacidad de aplicar potencia. Por ende, bajo los parámetros de esa ecuación, el futuro del derrotado es más derrota, más dominación, más pauperización.
¿Cómo romper, entonces, dicha ecuación?  Pienso que lo primero es reconocer que se está derrotado. Es obvio, pero no fácil. Por ejemplo, aún hay personajes que hablan como si la Guerra Fría no la ganó el Bloque Occidental, como si la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas aún existiera, como si la OTAN no hubiese superado militarmente al Pacto de Varsovia.
Lo segundo es comenzar procesos de acumulación de poder y rescate de la potencia perdida. Todo ello debe hacerse a pesar y en contra del victorioso. Conclusión: hay que conocerlo. Otra obviedad, para conocer al opositor, hay que conocerse. Fortalezas y debilidades. Así hizo en su momento el General Omar Torrijos Herrera, así fueron las negociaciones entre Panamá y los Estados Unidos para recuperar el Canal.
Dado que nadie va a entregar la victoria a quien ya derrotó, el derrotado está obligado a ser creativo, debe inventarse nuevas manifestaciones de poder, nuevos escenarios donde el victorioso no pueda ser protagonista. Imagino que algo parecido tuvo que ocurrir con las comunidades indígenas; buscaron y encontraron nuevos interlocutores, crearon y fortalecieron nuevas redes sociales, priorizaron lo importante: territorio propio y cultura. Todo lo contrario a lo que hacen, e insisten en seguir haciendo, gremios como el docente.
En resumen, no se puede jugar a recuperar la victoria, hay que ir a fondo, sin tembladera.

1 comentario:

Sandra Siebert dijo...

La derrota nos permite utilizar nuestro ingenio al límite.