viernes, 5 de noviembre de 2010

¿QUIÉN ES SUPERMAN?


¡Soy un anarquista! Por lo que no reinaré, ¡y tampoco reinado seré!



John Henry Mackay


El hombre primitivo, incapaz de conocerse y de conocer su entorno, creó los mitos para de alguna manera explicarse su existencia en este mundo. Nosotros, los seres humanos del siglo XXI, después de tanto estudio filosófico y científico, ¿podremos escudarnos con la ignorancia y seguir con esa práctica?


Increíblemente, no sólo es posible que nos escondamos detrás de la mitología, sino que ella está en franco crecimiento. ¿Será que en este siglo la magia reemplazará a la ciencia? Bueno, cuando encendemos la televisión, eso pareciera ser así.


Desde la pantalla chica, y desde otros medios de comunicación, emana la concepción de que somos individuos impotentes y atrapados por fuerzas superiores que nos acorralan y nos impiden escapar. ¿Qué podemos hacer ante tanta crisis? Inventarnos cuentos. ¿Será esa la solución?


Estamos faltos de un nuevo concepto de sociedad. Una nueva forma de ver el mundo, que nos permita ser más libres, que nos aleje de la violencia, que nos acerque a la armonía y la paz. Necesitamos que los nuevos capítulos de la historia humana dejen de tener tantas equivocaciones innecesarias. ¿Y cómo se hace eso?


Tal vez, lo primero y esencial, es regresar a una vieja práctica: la de conocerse uno mismo. ¿Puede haber un nosotros sin un yo? ¿Puede haber sociedad sin individuos? ¿Puede haber civilización sin ciudadanos? No lo creo.


¿Por qué tanto mito entre nosotros? Los mitos nos están inundando, simplemente, porque están llenando el vacío del principal conocimiento que hay que buscar, el de nosotros mismos. ¿Tememos conocernos? ¿Descubrir algo que no nos agrade? Pero esconderse detrás de un mito agradable, ¿no es algo así como vivir drogado? ¿Y no dicen que todo abuso de drogas es dañino para la salud?

3 comentarios:

Puscifer dijo...

Importantes palabras para los ciegos de este siglo, cuantas heurísticas seran necesarias? Lo único que se es que no importa cuantas faltan, solo que no pierdan la fé los poetas por que en ese momento todo estará perdido.

DILO dijo...

Superman. Una respuesta/propuesta
de un periodista a los tiempos que
le toco vivir...siempre con un
acento sarcastico.
Ante los diarios graves escandalos
politicos (desde el contubernio
archi-inmoral entre empresas y el estado,
hasta la guerra como instrumento
de administracion de las relaciones
internacionales), la alternativa
de un ser de otro planeta, dotado de
todo tipo de "poderes" (fisicos y
morales) se propone como lo unico
que puede salvar a la humanidad.
Superman es el mesiah moderno,
mas bien "post-moderno".
(Revisar las variantes al mundo
transparente en el que vive superman
llamado "mundo bizarro").

Anónimo dijo...

¿Vivir drogados?...David, no defiendo los psicotrópicos pero no hay otra forma de afrontar la vida que alienándonos en algún tipo de droga, sexo, ideales, virtudes, depravaciones etc. Requiere un grado alto de madurez espiritual y mental despertar a diario plenamente consciente de que podemos morir en cualquier instante (e inclusive, dormir sabiendo que podemos morir en cualquier instante) aún así, irnos a trabajar y seguir viviendo como si nada... Afrontar la vida en su total concepción, aceptando la muerte como lo más probable de ella, no es cosa de humanos, no de los que somos del montón. Los que somos del montón no podemos evitar alienarnos, engañarnos, traducirnos en función de ritos (vacíos o no, falsos o no) símbolos y placeres, para poder sobrevivir a la vida misma sin pensar que vamos a morir de cualquier forma, sin importar lo que sea. Evadirnos, estimado David, termina convirtiéndose en un hito de supervivencia. El asunto de ser o no ser superman, va en cada cual. Para mí, por ejemplo, si bien es cierto que jamás podremos cambiar lo que no podrá ser cambiado, la eternidad o siquiera concepción de la misma, o la abstracción humana de la misma, consiste en no dejar de insistir. Me refiero más específicamente a la parábola de Dios y el hombre que tenía que empujar la roca. Dios le dijo que la empujara, el entendió que debía moverla. Claudicó, pensando que había obrado mal al no poder moverla, pero en realidad hizo exactamente lo que Dios quería que hiciera, esforzarse, intentar y en el evento fortalecerse. Moverla, definitivamente no era labor de un hombre, eso le tocó a Dios.