domingo, 31 de octubre de 2010

DE LAS COSAS IMPORTANTES

“Salir a pasear con mi perro, es mi excusa para no contestar el teléfono.”

Pat Alvarado


¿Qué? ¿No es una irresponsabilidad no contestar el teléfono? ¿Qué de provechoso puede haber en salir a pasear con una mascota? ¡No hay disculpa para no cumplir con el deber! Pero, ¿de qué obligación estamos hablando?


A veces tengo la impresión de que en nombre de los compromisos, olvidamos el primer compromiso: tener tiempo para uno mismo. Es más, sacar tiempo para uno mismo es hasta visto como pecaminoso egoísmo. Pero ¿la cosa no es amar al otro como a uno mismo?


Definitivo, somos extremistas. O nos olvidamos de los otros, o nos olvidamos de nosotros. ¿Será posible el equilibrio? ¿Cómo lograrlo? La verdad, no tengo idea. Mejor dicho, no estoy del todo seguro del como me resolví el asunto: cuando necesito estar solo, me aíslo; cuando necesito compañía, la busco. Pero, siempre hay un pero, eso significa que cuando el otro necesite estar solo y corra a aislarse, no tengo derecho ni de enojarme ni de recriminarle; que cuando me necesite, debo recibirlo y cuando prefiera simplemente la compañía de otros y no la mía, debo respetarlo. No me es fácil aceptar que los otros también pueden aplicar una estrategia semejante a la mía.


Si uno aprende a no ser extremista, a ser ecuánime, es más sencillo comprender que cada uno debe tener su espacio, sin que ello signifique ser defensor del egoísmo o de la anulación personal. La compañía humana es bella, pero también es hermoso tener tiempo para gozar de la propia compañía. ¡Del ser amigo de uno mismo!


No somos islas, tampoco eslabones de una cadena de hierro. Somos seres humanos. En lo personal pienso que el tiempo es una apreciada riqueza y que él, el tiempo, es más valioso si se cuenta con la mejor amistad, sea la de los compañeros o la de uno mismo, en el momento más conveniente.

2 comentarios:

CECILIA dijo...

Considero que casi todos, en mayor o menor medida, hacemos uso del aislamiento y de la compañía, los dos extremos de esa cuerda común, a lo largo de la cual interaccionamos con los demás y con nosotros mismos.

Cuando Ud. afirma, cito: “(…) cuando necesito estar solo, me aíslo; cuando necesito compañía, la busco. (…) eso significa que cuando el otro necesite estar solo y corra a aislarse, no tengo derecho ni de enojarme ni de recriminarle; que cuando me necesite, debo recibirlo y cuando prefiera simplemente la compañía de otros y no la mía, debo respetarlo. No me es fácil aceptar que los otros también puedan aplicar una estrategia semejante a la mía. (…)” está ejemplificando perfectamente lo que ha dado en llamarse empatía. La misma se logra teniendo la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir, ya que se trata del sentimiento de participación afectiva de una persona, en la realidad que afecta a otra. Es difícil, pero no imposible de poner en práctica, ¿cierto?

Anónimo dijo...

Si la persona no me puede atender en un momento determinado, no implica que no lo volverá a hacer, o que alguien le haya dicho algo en contra mío, o que se haya aburrido de mí, o que se volvió un/a amargado/a, o que debo cambiar de desodorante, o que no me tiene confianza, o que no me considera su amigo, o que le hice algo malo, o que es lunático, o que me odia, o… Hey fren, si no me habla…pues que se pudra!!!!! Cuando me quiera volver a hablar tal vez lo perdone, o tal vez… que se pudra de nuevo!!!! Brother, así se resuelven los conflictos interpersonales, de una manera tan caótica que, en la relatividad del tiempo, cualquier ofensa termina muriendo (digo, si la muerte no llega primero al ofensor o al ofendido) Creo que de eso se trata la vida, de vivirla como venga, con la total convicción de que intentamos, queremos o soñamos hacer lo correcto. Pero, la mayor parte del tiempo, sin estar seguro, precisamente, de qué es “lo correcto”