domingo, 16 de mayo de 2010

LOS SUPUESTOS Y LA CONVIVENCIA


“¿La gente se te hace pesada? No te la cargues en tu espalda, llévatela a tu corazón.”
Helder Cámara

Siempre me he preguntado, como pudieron convertirse en un buen negocio la realización de las famosas horas felices. Sé que hay quienes asisten todos los días, entre las cinco de la tarde y las ocho de la noche, al bar de su preferencia a aprovechar sus ofertas en tragos. ¿Será que sus asistentes no tienen obligaciones familiares? O algo peor, ¿será que no tienen apuro en llegar a sus casas por qué no hay motivos de alegría en ellas?


En los últimos meses, he conocido mucha gente, tanto hombres como mujeres, padres como madres, que no pierden la oportunidad de entonarse antes de llegar a sus hogares. ¿Qué les estará ocurriendo?


¿Será qué quedaron atrapados por un supuesto social que les resultó muy pesado y que poco tiene que ver con ellos? Hay que ser padre, hay que ser madre. Y resulta que se acepta cumplir con la familia y la sociedad, pero se sacrifica la propia felicidad. ¿Alguien infeliz puede darle felicidad a un infante?


¿Ocurrirá lo mismo con aquellos deportistas que no fallan ninguna liga sea de fútbol, bola suave o béisbol? ¿Con los adictos al trabajo que todos los días meten horas extras? ¿Será que se alegran con los tranques porque les retrazan la hora de llegada a casa?


¿Qué será lo que ocurre? ¿Qué entre los cinco de la tarde y las ocho de la noche los hijos hacen sus deberes escolares? Abelardo, que da clases individuales, me contó que él notó que un estudiante tenía un comportamiento extraño; le dejó una nota a su padre donde le comunicaba su inquietud. A la siguiente clase, el niño se la regresó, sin ningún mensaje del padre y con un billete de a diez engrapado. Ese padre, me imagino creyó resolver con plata la conducta de su hijo. ¡Triste! Creo que hay que pasar del supuesto de que es obligatorio ser progenitor, al privilegio de ser un papá de tiempo completo.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Querido amigo y colega en las letras: Qué casualidad que toques este tema, pues precisamente esta semana estuve en una reunión y una de las señoras que participaron dijo muy efusivamente que pronto el MINSA, dictará un taller sobre´"cómo ser padres"...Y por supuesto que mi mente de madre empezó a dar mil y un millón de vueltas... No sé si será que nunca tuve el gusto por las "horas felices" de los bares y que mi compañero espiritual y carnal, tampoco; que las horas felices las encontramos en otras locaciones y otras compañías.
Entre las cosas que pensé, fue: ¡qué triste que nos tengan que "enseñar" a volver a ser humanos! Pues ser padres es llevar nuestra humanidad a la siguiente genración. Y entonces preocupa que el problema sea que no haya humanidad dentro de estos padres por lo que no encuentran qué transmitir a la siguiente generación y ante esta realidad se inventen los tranques, las horas extras y las horas felices que llenan con alcohol y boquitas el vacío espiritual
Dice el padre de mis hijos que la gente está buscando el éxito en otras partes... Y le contesté que para mí ser madre en estos tiempos tiene tanto o más valor que alcanzar la presidencia de alguna empresa.
Si los hijos no son lo que los padres esperan, no es culpa de los hijos, sino de los padres que entregan lo que deben ser sus tesoros + valiosos a las nanas o a las abuelas para poder seguir con su ritmo de vida "normal".
Sonará feo, pero no toda las mujeres y hombres que están biológicamente preparados para procrease lo están emocionalmente. Tal vez se deba hacer alguna clase de prueba o test, no te parece?
M

Anónimo dijo...

Yo he calculado que si trabajase todo lo que necesito para darle una vida llena de cosas materiales a mi hija, simplemente no la vería. Este año he peleado para trabajar el próximo tiempo parcial y se que tendré que recortarme muchas cosas innecesarias que creo necesitar. ¿Pero y aquellos que trabajan en horarios que no le permiten llegar a casa sino hasta la noche? Has tocado un tema muy relevante y con muchas aristas
Melanie

Anónimo dijo...

1-¿Alguien infeliz puede darle felicidad a un infante?...No creo, pero los infantes tienen mucho que enseñarnos sobre felicidad, y son tremendamente contagiosos.

2-¿Con los adictos al trabajo que todos los días meten horas extras?...bueno, no llego a la hora extra, pero sí soy adicto al trabajo, lo confieso, porque me gusta mucho programar (casi tanto como escribir) Aunque debo confesar que más me gusta estar con mis hijos (punto 1) y su madre.

3-¿Qué entre los cinco de la tarde y las ocho de la noche los hijos hacen sus deberes escolares? En mi caso, entre las 3 de la tarde y las 7 de la noche, cuando llegamos del trabajo. Y si no las ha hecho, están en muy serios problemas.

Me permito dar mi opinión, como siempre tus artículos me motivan a pensar y a ser cada vez más impertinente con lo que digo. El problema de los malos padres, es que no aprendieron a ser buenos esposos en primera instancia. En la vida, pienso yo, todo es gradual y primero debe establecerse la relación papá y mamá en todo su haber, luego sumarle hijos. El asunto es que muchos meten los hijos sin haber aprendido primero a amar a su pareja, luego, como amar a los frutos de ella??? Otro asunto es que muchos se casan, como bien dices, con un rol, y eso es terrible. En efecto, esas personas que mencionas, pasan por un bar antes que por sus casas… pienso que no desean estar en ellas, dado que sólo las soportan con cierto grado de alcohol en la sangre. Eso es aún más triste. Y es como dices, David, pero me atrevo a ordenar las premisas, dado que lo vivo a diario. Primero uno debe amarse y comprenderse a uno mismo. Luego debe amar y comprender a su pareja. Y por último podrá amar y comprender a sus hijos. Los niños no tienen el más mínimo problema en amar, están hechos de amor y nosotros los volvemos odio. El odio que sentimos hacia lo que no pudimos ser, y hacia tener que soportar a una persona tal vez más fastidiosa que nosotros mismos. Y todo ese odio, hacia uno, hacia la pareja, hacia el mundo, lo absorben las criaturas, que mientras más indefensas, más receptivas. Pero si les diéramos la vuelta y aceptáramos entrar en su mundo, veríamos que nos sanan con el sólo roce, con estar junto a ellos. Porque los niños no saben de rabias, ni rencores, ni odios, ni muertes a largo plazo. Estar con ellos es curativo, hermano. Pero como estamos muy ocupados siendo padres, en nuestro pedestal de proveedores sacrificados, nos resulta tan difícil entender que los grandes son ellos, y que no hay que dejar de ser grandes para volver a sentirnos pequeños. Porque la grandeza lastima, a veces. Independientemente a nuestras fallas, Dios los pone en nuestras vidas para que tengamos de dónde agarrarnos, y lo que hacemos es hundirlos junto a nosotros. Es un crimen, tienes razón, el crimen de los padres modernos.

Anónimo dijo...

Tú disculpa, David, que insista en el tema, pero has tocado uno de los puntos más sensitivos y propensos a falsedades de nuestra época: La institucionalidad del matrimonio. Mira, una amiga en determinada ocasión me dijo que iba a haber una fiesta en la empresa (uno de mis antiguos trabajos) y que no se podía llevar esposos, ni esposas. Al preguntarle yo por qué eso, me dijo “¡Qué aburrido!” Otra también me dijo que consideraría muy aburrido tener que trabajar junto a su esposo, cuando lo pregunté por qué, me dijo que para qué, si lo veía a diario. Yo no sé qué piense mi esposa de mí, pero yo pienso de la siguiente forma. Me casé con ella para pasar el resto de mi vida junto a ella, y lo hice en serio, primero Dios, claro está. Luego, la veo dos horas al día y comparto con ella sólo dos horas al día. Mientras nos levantamos, preparamos a los niños, arreglamos las cosas del trabajo, resolvemos el tranque, trabajamos, repetimos el tramo de ida al regreso, luego atender a los niños, comer y por último volver a dormir. Sólo puedo disfrutar de mi esposa a lo sumo dos horas al día, ya sea, saliendo o regresando al sueño, cansado y agobiado por los problemas del trabajo y de la casa. Luego, cómo aburrirme si compartimos tan poco. Inclusive, los domingos y sábados también tenemos que trabajar, con las tareas de los niños y la casa. La radiografía del matrimonio moderno es, trabajar y sobrevivir, la crianza de los hijos como tal, queda a un lado. De hecho, la convivencia en pareja queda a un lado, mientras uno subsiste y enriquece a otros. Luego, no entiendo como hay personas que “se aburren” de sus cónyuges, de sus hijos y del matrimonio. Esas mismas personas son las promotoras de happy hours, ligas de deportes y todo evento extracurricular que extienda la jornada laboral más allá. Entre tanto, se les da más importancia a las personas con las que trabajamos, que al resto que nos espera en casa. ¿Tendrá esto sentido? Pues tiene todo el sentido del mundo, cuando los hogares se vuelven insoportables, y los jefes de familia se evaden, secundando propuestas de gente que ha fracasado en sus matrimonios. Esa es la realidad del matrimonio actual, el post party del divorcio.

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

El corazón posee un fuego, una alquimia, he allí la razón de las palabras del querido Helder, lo sé por experiencia propia,
Saludos "Irmao"