domingo, 28 de mayo de 2017

LA LÓGICA DE LOS ILÓGICOS

“Las ideas tienen consecuencias.”
Richard M. Weaver
La lógica es una de las herramientas de la ciencia. Pero, como decía mi profesor Maté, la lógica no siempre es lógica. Cualquier silogismo que reniegue de la realidad, que oculte datos, aunque esté bien construido, no puede ser verdadero. Según la RAE, lo evidente es tan claro y patente que no puede ser puesto en duda o negado. Sin embargo, a pesar de lo que la lógica indica, lo obvio no es tan obvio.
Digamos que en una escuela un grupo de estudiantes es sorprendido haciendo trampa en un examen, la administración resuelve castigar a la mitad de los muchachos y al resto los absuelve, sin dar mayores razones. Los padres de los castigados reclaman justicia, a sus ojos sus hijos fueron discriminados. Sin embargo, su exigencia no es que les muestren las evidencias recogidas en la investigación, que les expliquen el por qué de la conclusión del proceso disciplinario, no, nada de eso; exigen que la absolución sea general, para todos los involucrados. ¡Qué la falta sea olvidada! ¿Están confundiendo justicia con impunidad?
Tal confusión va más allá del significado de la palabra justicia, el conflicto nace al no poder reconocer el fenómeno en sí mismo, sus causas y consecuencias. La falla lógica estriba en no comprender la relación entre el origen del problema, el problema y sus secuelas.
¿Cuál es el dilema: la trampa hecha por los estudiantes o las dudas que despertó el proceso disciplinario? Ese es el meollo del asunto. Cada vez escucho más disyuntivas parecidas al ejemplo dado. Argumentos formalmente lógicos, pero desconectados de los hechos y de la evidencia. Eso solamente puede significar algo: no podemos reconocer cual es el problema que nos aqueja, no podemos resolverlo y seguimos aplicando la lógica de los ilógicos.

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