“La felicidad es cuando lo que
tú piensas, lo que tú dices, y lo que tú haces, están en armonía.”
Gandhi
La historia está
llena de nombres de hombres y mujeres que con sus sueños y acciones cambiaron
la dirección de los acontecimientos. La lista es larga, pero más largo debe ser
el listado de los hombres y mujeres que trabajaron e hicieron posibles los
cambios que anhelaron los próceres y las ilustres de la humanidad. Hombres y
mujeres que trabajaron, trabajan y seguirán trabajando en silencio y sin exigir
aplausos. Igual debe ocurrir en la Iglesia Católica.
¿Podría la
Iglesia haber conquistado al Imperio Romano sin todos los hombres de fe y todas
las mujeres devotas que derramaron su sangre en nombre del crucificado? Lo
dudo. ¿Podría fundarse una parroquia en Panamá sin el trabajo de tanto laico
comprometido? Lo dudo. Igual debió ocurrir en la parroquia Santa María del
Camino de la Ciudad Radial. Allí una decena de mujeres caminaron las calles de
ese complicado barrio. Hoy es meritorio mencionar el nombre de una de ellas; el
de una mujer que aceptó la misión de construir una comunidad católica en un
residencial que abunda en iglesias de otras denominaciones cristianas. Doña
Mase dio su aporte para construir, casi de la nada y sin esperar títulos y
envestiduras, una nueva comunidad que, de una u otra forma, promueve una vida diferente
al delito en la Ciudad Radial.
Mase ya no está
entre nosotros. Ella es hoy un llamado de atención a la actual feligresía
radialeña, a que transite los caminos que ella recorrió llevando la Buena Nueva
y que al final del día se haga la siguiente pregunta: ¿Estoy a la altura de
quienes fundaron mi parroquia?
La última vez que la vi fue temprano en la mañana,
se dirigía muy lentamente a rezar el
rosario. Hablamos y a mi pregunta de como le iba me contestó que ahí,
peleando, peleando. Hice otra pregunta, ¿y se va a rendir? Y me respondió, no
muchacho, no me voy a rendir.
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