domingo, 21 de febrero de 2016

AMOR FILIAL O LICENCIA PARA PROVOCARNOS DOLOR


“El policía volvió a quedarse en silencio, no había crimen que resolver ni delito que castigar, era una simple pelea de hermanos. La sangre familiar les daba el derecho de golpearse hasta derramar en el suelo ese mismo líquido espeso que los unía.”
Rodrigo Urquiola
Gracias a la magia de las redes sociales, el año pasado, entré en contacto con Rodrigo Urquiola, cuentista, novelista y dramaturgo boliviano. Obviamente, también gracias al ciberespacio, he conocido una pequeña parte de su obra cuentística.
Leí cuentos donde sobresalen dos temas, o mejor dicho, la desmitificación de dos temas: la familia y la naturaleza. Ellas ya no son el solaz radiante de risas y suspiros, más bien, son entidades lastimadas por la sociedad y la economía, que tienen como resultado relaciones salpicadas de dolor y sombra.
A la pregunta ¿Por qué nos tratamos así? Porque somos familia nos responde Rodrigo. Y esa respuesta es algo más que una verdad literaria, más veces de lo deseado es literal. Y ese maltratarnos así se extiende a los parajes naturales cercanos a los conglomerados humanos. Hagamos la prueba y visitemos algún pequeño rincón verde cercano a nuestro hogar y lo más probable es que este manchado del gris de la basura.
Tienen estos cuentos un toque de misterio que los engrandecen. Se nota que Urquiola no es un improvisado, le bastan unas palabras colocadas en el párrafo conveniente, repetidas de ser necesario y quedamos envueltos en su telaraña narrativa. Lo cual es una maravillosa experiencia.
La literatura de Rodrigo Urquiola, sin ser rebuscada, con apenas pinceladas sueltas, nos refiere a los  problemas, nuestros problemas profundos. Esos que a veces quisiéramos olvidar. Sin embargo, leerlos es agradable, y eso es una maravillosa experiencia.

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