domingo, 28 de junio de 2015

INSTANTÁNEAS DE DOLOR O TESTIMONIO DE UNA POETA

“El tiempo corre
Como los vagones
Que se siguen llenando”
Déborah Wizel
Hace algunos años le escuché decir al escritor Allen Patiño lo siguiente: si una imagen vale por mil palabras, la palabra gana, pues ella evoca millones de imágenes. Cada palabra tiene la posibilidad de provocar en nuestra mente muchas imágenes, y cada imagen mil palabras y cada palabra muchas imágenes, y cada…Magia del ejercicio mental de traducir las letras en figuras.
Quien rete las mentes del público se arriesga a su indiferencia. Podría toparse con individuos sin suficiente respaldo de imágenes y palabras, sin suficiente cultura. Porque al fin y al cabo, nuestra cultura impregna nuestro ser con ellas, las imágenes y palabras. Y este es el riesgo tomado por la poeta Déborah Wizel en su primer libro de poemas Instantáneas de dolor, invoca a las imágenes que deben ser conocidas por todo lector y al conocimiento histórico que debería tener todo ser humano que se precia de  serlo.
  Auschwitz, Srebenica, Nagasaki, Kigali nombres marcados por las grandes ignominias del siglo XX. Los campos de concentración nazis, la pesadilla bélica de las bombas atómicas, las limpiezas étnicas entre europeos, entre africanos; todos deberíamos tener registros de estos desastres provocados por la barbarie humana. Deby aspira que no lo olvidemos, sus versos no nos permiten ser amnésicos frente a ellos. No faltara aquel que pregunte: ¿Se puede ser testigo de estos eventos sin haber estado presente? ¿Se puede? Wizel lo logra a través de la más humana de las características de los humanos. Es bien común afirmar que abandonamos las cavernas gracias a nuestra inteligencia superior, pero ésta de nada hubiese servido sino fuésemos capaces de ponernos en los zapatos del otro; Déborah logra escribir sobre estos desastres no solamente investigando en bibliotecas y escuchando testimonios, también siendo empática y despertando la poca  o mucha empatía que aún nos separa de las manadas de fieras y bestias.
Déborah Wizel bien pudo contentarse con un libro panfletario, unirse a la fácil campaña anti campos de concentración nazis, pero Instantáneas de dolor es más que propaganda  políticamente correcta. Deby también le da voz a los asesinos, incluso, los convierte en humanos.
“Estas manos que te abrazan 
y te dan seguridad…
en el día asesinan        
golpean
torturan
y no por eso soy menos humano”
El poemario funciona hasta para el más grande de  los ignorantes, pues la empatía que encierra Deby en sus versos hace imposible que alguien que se precie de ser humano, no se identifique con el dolor plasmado en este poemario.

Instantáneas de dolor de Déborah Wizel es un poemario, no del simple rememorar el dolor, sino del actualizar nuestra humanidad. Deby nos regala sus poemas para que con sus versos invoquemos la poca o mucha empatía que aún nos separa de las manadas de fieras y bestias.

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