“El tiempo corre
Como los vagones
Que se siguen llenando”
Déborah
Wizel
Hace algunos años le escuché decir al
escritor Allen Patiño lo siguiente: si una imagen vale por mil palabras, la
palabra gana, pues ella evoca millones de imágenes. Cada palabra tiene la
posibilidad de provocar en nuestra mente muchas imágenes, y cada imagen mil
palabras y cada palabra muchas imágenes, y cada…Magia del ejercicio mental de
traducir las letras en figuras.
Quien rete las mentes del público se arriesga
a su indiferencia. Podría toparse con individuos sin suficiente respaldo de
imágenes y palabras, sin suficiente cultura. Porque al fin y al cabo, nuestra
cultura impregna nuestro ser con ellas, las imágenes y palabras. Y este es el
riesgo tomado por la poeta Déborah Wizel en su primer libro de poemas Instantáneas de dolor, invoca a las
imágenes que deben ser conocidas por todo lector y al conocimiento histórico
que debería tener todo ser humano que se precia de serlo.
Auschwitz, Srebenica, Nagasaki, Kigali
nombres marcados por las grandes ignominias del siglo XX. Los campos de
concentración nazis, la pesadilla bélica de las bombas atómicas, las limpiezas
étnicas entre europeos, entre africanos; todos deberíamos tener registros de
estos desastres provocados por la barbarie humana. Deby aspira que no lo
olvidemos, sus versos no nos permiten ser amnésicos frente a ellos. No faltara
aquel que pregunte: ¿Se puede ser testigo de estos eventos sin haber
estado presente? ¿Se puede? Wizel lo logra a través de la más humana de las
características de los humanos. Es bien común afirmar que abandonamos las
cavernas gracias a nuestra inteligencia superior, pero ésta de nada hubiese
servido sino fuésemos capaces de ponernos en los zapatos del otro; Déborah
logra escribir sobre estos desastres no solamente investigando en bibliotecas y
escuchando testimonios, también siendo empática y despertando la poca o mucha empatía que aún nos separa de las
manadas de fieras y bestias.
Déborah Wizel bien pudo contentarse con un libro
panfletario, unirse a la fácil campaña anti campos de concentración nazis, pero
Instantáneas de dolor es más que
propaganda políticamente correcta. Deby
también le da voz a los asesinos, incluso, los convierte en humanos.
“Estas manos que te abrazan
y te dan seguridad…
en el día asesinan
golpean
torturan
y no por eso soy menos humano”
El poemario funciona hasta
para el más grande de los ignorantes,
pues la empatía que encierra Deby en sus versos hace imposible que alguien que
se precie de ser humano, no se identifique con el dolor plasmado en este
poemario.
Instantáneas
de dolor de Déborah
Wizel es un poemario, no del simple rememorar el dolor, sino del actualizar
nuestra humanidad. Deby nos regala sus poemas para que con sus versos
invoquemos la
poca o mucha empatía que aún nos separa de las manadas de fieras y bestias.
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