domingo, 25 de abril de 2010

INSTRUCCIONES PARA AGRAVAR UN PROBLEMA


“A tu tía Paca se le ha aparecido un problema al revés del mío. Cuando toma café no puede dormir, yo cuando duermo no puedo tomar café.”
Anónimo

Dada la gran cantidad de gente que día tras día hace lo necesario para ser infeliz, hemos decidido dar algunos consejos simples para garantizar vivir metido en problemas. El primero es ser perfeccionista en un mundo imperfecto. Esa es la manera más perfecta de vivir frustrado. El segundo consejo es que hay que sentirse mal y decidir que es sensato vivir ansiosos y afligidos. Así el tiempo que necesitamos para resolver los dilemas, lo gastamos en estresarnos.


El tercero es creer que no atinar al primer intento es fracasar para siempre. Con este pensamiento, pronto vamos a perder toda estimulación y nos rendiremos prontamente. El cuarto consejo es vivir enojado. Así ahuyentamos a los aliados y tenemos una razón más para seguir irritados y llenos de furia. Para seguir el quinto consejo es necesario nunca hacerse responsable de nada y siempre culpar a los demás. Hay que perennemente asumir el papel de víctima. Pensar que los problemas se resuelven solos, es el sexto consejo.


El séptimo consejo, el de la buena suerte, es nunca perdonar los errores ajenos y nunca pedir disculpas por los propios deslices. Para cumplir con el octavo consejo, basta pensar que sólo existe una forma de solucionar los problemas, por supuesto que ese modo es el nuestro.


El noveno es siempre, siempre, siempre, siempre, siempre ser arrogante frente a la crítica. El décimo y último consejo es sobrevalorar nuestras acciones y desvalorar lo hecho por los otros. Hermano, hermana, te garantizo que si sigues al pie de la letra estos humildes consejos vas a vivir una vida llena de amarguras y serás un hombre o una mujer infeliz. Es más, puede ser que hasta sea una vida corta la tuya, pues lo más probable es que vivas enfermo y te mueras rápido.

domingo, 18 de abril de 2010

ESTARÁN SIEMPRE ENTRE NOSOTROS


“Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista.”
Helder Cámara


Choco con mis amistades. Cada vez que me preguntan qué hacer para paliar la pobreza nacional y mundial, les contesto: ¡Nada! Y tengo mis motivos. Quizá son las más absurdas de las razones.


Pienso que una sociedad que genera pobreza, no la va a eliminar. Toda acción, me parece, que no incluya una crítica a una economía que enriquece a pocos y empobrece a muchos, es ingenua. Y el camino al infierno es una autopista bien pavimentada por los ingenuos con vocación de redentores que pretenden salvar al mundo, sin tocar a quien tiene sin salvación a la humanidad: el sistema económico.


La segunda es que tengo problemas con la beneficencia. La limosna termina por incapacitar a la gente. Ya está dicho: “Enseña a pescar y no regales el pescado”. Pero enseñar a hacer artesanías que no tienen mercado, sigue siendo una falsa solución. Y volvemos a la primera razón: la economía.


La tercera razón, el creer que se puede acabar con la pobreza sin la participación de los pobres, llevándoles las iniciativas sociales de moda, es decir, las que consiguieron patrocinio de parte de aquellos que se enriquecieron mientras ellos, los pobres, se empobrecieron. Hace muchos años escuché esta anécdota del cardenal católico y brasileño Helder Cámara. Él llegó con los bolsillos llenos de dinero a una favela. Y sometió a discusión democrática el uso que debería dársele a ese capital. Los habitantes de esa comunidad extremadamente pobre eligieron comprar instrumentos musicales para formar una orquesta. No optaron por un acueducto, ni por un programa para prevenir la violencia de las pandillas; tampoco por reparar la deteriorada escuela. Decidieron por una orquesta. Monseñor Cámara aceptó la decisión. Compraron los instrumentos y resulta ser que al reunirse para ensayar, comenzaron a hablar sobre sus problemas y a resolverlos. Durante todo ese ínterin ni la enfermedad ni la violencia detuvieron su flagelo. Pero esos pobres fueron dueños de su destino. ¿Ingenuo? Si pues.

domingo, 11 de abril de 2010

TIEMPOS PARA CAZAR PALABRAS

"Voy errante y en busca de una fuente soñada

Donde habiten sirenas cuya voz milagrosa
Me haga loco, y en cuya maléfica mirada
Se desmaye el misterio de una piedra preciosa."


Joaquín Soto

Pienso que el oficio de ser humano, el de vivir como hombre y mujer, el de aprender, o mejor dicho, el de construir cultura, se me antoja más relacionado con la diosa Diana que con las famosas musas. Para los romanos Diana era la diosa cazadora. Atlética y vigorosa, es fácil imaginarla “arriesgando” su piel inmortal frente a fieras y bestias al momento de la cacería.


En la poética dramática, un lance es una situación interesante, rotunda, que el autor siembra en sus lectores. Pues precisamente, estamos en tiempos donde es necesario regresar a la palabra. A la palabra rotunda. Es que vivimos enjaulados por el consumismo, por la pereza mental, por la superficialidad y hemos abandonado la práctica de cazar palabras. ¿Cazar palabras? ¿Qué es eso?


Cazar palabras es usar el lenguaje rotundo, ese que es sonoro y lleno de significado, ese que nos permite crecer como seres cultos. La palabra rotunda nos sitúa en un distrito poblado de insinuaciones que nos van a forzar a usar la mente y a abrir los ojos, los de la cara y los del alma. Ella, la palabra rotunda, nos va a obligar a abandonar esa mala costumbre de no aceptar retos intelectuales.


Pero a la palabra rotunda hay que cazarla. ¿Y eso cómo se hace? Obviamente, hay que leer. Periódicos, libros de poesía, novelas, cuentos, ensayos. Hay que leer. Y sobre todo, hay que reflexionar lo leído. Ahora me pregunto y pienso sobre la situación de la literatura panameña y el insustancial impacto de los escritores en la sociedad istmeña. ¿Qué ocurre? Los lectores panameños, los pocos que hay, aquellos que toman un libro por placer y no para hacer una tarea escolar o universitaria, ¿Serán igual de superficiales que el resto de la población? De los escritores panameños es de esperarse que sean cazadores de palabras. Pero, ¿qué están cazando: cucarachas o leones?

domingo, 4 de abril de 2010

PORQUE NOS QUEREMOS NO NOS APORREAMOS


“Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.”
Mario Benedetti

El quererse es de seres vivos. El amarse es de seres que tienen mente. Las rocas no pueden suspirar. Los descerebrados no se percatan de sus sentimientos. La vida y la mente son los fundamentos de los amorosos. Alguien que oscile entre el aburrimiento y el estado de coma total, alguien que está más inmóvil que un vegetal no puede amar. El que ama está vivo y usa su mente.


Aquel que ama y está vivo desea que su ser amado esté vivo. Aquel que ama y tiene mente desea que su amado también use su mente. Los amantes están vivos. Los amantes usan la mente. Quienes se aman procuran construir juntos una vida. Sueñan con ella. Piensan en ella. La buscan y si tienen éxito, la realizan.


Por eso, es totalmente absurdo vivir sumergidos en la violencia física o sicológica y a ese estado aberrante llamarlo amor. Ese tipo de situaciones sólo se les puede llamar de una forma: enfermedad. Lamentablemente, hay mucho enfermo entre nosotros. Gente descompensada que anhela compensarse con el sufrimiento de quien bien lo quiere.


Cada día viene con una o varias oportunidades de usar la mente y construir el amor. Para poder verlas hay que abrir los ojos, escuchar con atención, despertarse y despertar al ser amado. Es necesario vivir y vivir es estar despierto cada día. Dejar pasar una oportunidad de amar, es anotar pérdidas en el libro de contabilidad de la vida. Al aprovecharla no hay garantía de triunfo, pero lo intentamos y en los intentos también hay ganancia.


Hoy es el tiempo de amor y lo primero por hacer es no maltratar ni dejar que nos maltraten