”No se le vaya a ocurrir que me van a vencer,que voy a retroceder, que ya no puedo seguir.”
Ignacio Ortega Santizo
No vaya usted a pensar que yo me voy a rendir, porque dejar de luchar es comenzar a morir. Así es mi amigo, he visto a muchos que disimulan su muerte autodenominándose pragmáticos.
En esta vida enfrenté la práctica y la teoría. En esta lucha arriesgué todo lo que yo tenía. Y hoy muy pocos se arriesgan, y el mundo ya está harto de tanto discurso de cafetería, de tanto impotente que protesta todo para que nadie cambie, pues sólo es palabrería, sin acción tomada, sin compromiso alguno.
Lo que me queda, daré y aunque me cueste la vida, no me podrán acusar de no hacer lo que debía. No vaya usted a pensar que estamos domesticados; que todo esto acabó, que ya estamos derrotados. El mundo espera, aún, a los despeinados que se atreven a correr riesgos, a los que no buscan llenar sus cofres piratas, sino llenar de joyas de marfil las caritas infantiles.
Seguimos con terquedad y se los voy a aclarar: no hay tiempo para temer, no hay tiempo para perder, lucho por mi dignidad, mi patria, mi libertad, no dejaré de pelear. No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no. El mundo tiembla de miedo, ¿dónde están los héroes? ¿Bajo que piedra ocultan sus sombras? Olvidan que la muerte sin sigilo se acerca y que cuando llegue no habrá excusas.
Los que seguimos la lucha, esta lucha noche y día; estamos contra el Imperio, seguimos en rebeldía. El mundo está harto de los derechistas y más asqueado de los izquierdistas cómplices del imperio. Del imperio que dice que no todos somos iguales, que no tenemos derecho a la oportunidad de vivir como verdaderos seres humanos.
Yo seguiré caminando, no quedaré de rodillas. Les juro, sigo luchando por nuestra soberanía:Soberanía total. Y tenemos que ser tercos, y tenemos que ser rebeldes, y que no podemos conformarnos con algo menos que ser dueños de nuestras vidas. La personal, la familiar, la nacional. Soberanos plenos de la vida, de nuestras vidas.
Lo que me queda, daré y aunque me cueste la vida, no me podrán acusar de no hacer lo que debía. No vaya usted a pensar que estamos domesticados; que todo esto acabó, que ya estamos derrotados. El mundo espera, aún, a los despeinados que se atreven a correr riesgos, a los que no buscan llenar sus cofres piratas, sino llenar de joyas de marfil las caritas infantiles.
Seguimos con terquedad y se los voy a aclarar: no hay tiempo para temer, no hay tiempo para perder, lucho por mi dignidad, mi patria, mi libertad, no dejaré de pelear. No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no. El mundo tiembla de miedo, ¿dónde están los héroes? ¿Bajo que piedra ocultan sus sombras? Olvidan que la muerte sin sigilo se acerca y que cuando llegue no habrá excusas.
Los que seguimos la lucha, esta lucha noche y día; estamos contra el Imperio, seguimos en rebeldía. El mundo está harto de los derechistas y más asqueado de los izquierdistas cómplices del imperio. Del imperio que dice que no todos somos iguales, que no tenemos derecho a la oportunidad de vivir como verdaderos seres humanos.
Yo seguiré caminando, no quedaré de rodillas. Les juro, sigo luchando por nuestra soberanía:Soberanía total. Y tenemos que ser tercos, y tenemos que ser rebeldes, y que no podemos conformarnos con algo menos que ser dueños de nuestras vidas. La personal, la familiar, la nacional. Soberanos plenos de la vida, de nuestras vidas.
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