domingo, 15 de julio de 2018

UNA CONVERSA SOBRE LA FELICIDAD

“Toda generosidad hacia el futuro reside en darlo todo al presente.”
Albert Camus
Hace unas semanas, tuve la dicha de tener una conversa muy interesante con mi amiga Priscilla. Me contó de cómo en la vida le ha tocado ganar, perder y recuperarse de las pérdidas. Conversamos sobre el cómo aprendió a recuperarse de las pérdidas y de cómo eso le ha permitido alcanzar cierta dicha. Felicidad.
Hablamos sobre las expectativas, las irreales por ilógicas, las que nos amargan la vida. Esperar algo que está más allá de toda posibilidad de realizarse es hacer cola frente al despacho de la infelicidad; pese a lo que los autores de auto ayuda digan, ese tipo de expectativas sí existen. Por ejemplo: no milito en ningún partido político, ni en ningún otro tipo de organización social, ni siquiera conozco a todos mis vecinos, y no pretendo cambiar de actitud, pero espero ser el próximo presidente de la república. ¿Exagerado el ejemplo? ¿Seguro?
Por eso seguimos, Priscilla y yo, hablando sobre la aceptación. El primer paso para cambiar una realidad es aceptar la existencia de esa realidad. Es mortal atascarse en un lastimero ¿por qué a mí? Más provechoso es preguntarse: ¿qué puedo aprender de todo esto? Y por último, hablamos de ubicarse, ¿dónde? En la realidad circundante. ¿Tengo alguna responsabilidad con lo que ocurre? ¿Quién la tiene?
Muchos espejismos nos impiden ver nuestra realidad tal cual es, y como no la vemos tal cual es, estamos incapacitados para aceptarla tal como es, y como no la aceptamos, es imposible para nosotros cambiarla. Y aún así, cumplidos todos estos pasos, no necesariamente tendremos la capacidad de transformar a la realidad. Recursos, oportunidades, fuerza de voluntad y un extenso etcétera potenciaran o anularán dicha capacidad. Parece que no voy a ser el próximo presidente.

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