martes, 14 de agosto de 2018

14 FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE QUETZALTENANGO

“La poesía es pan para comer.”
Alberto López Serrano
Inventario. Madrugar, taxi, viaje de ida. Reencuentro, encuentro, los viejos amigos, los nuevos. Poetas y trashumantes en versos. Logística y logísticos, escoltas y escoltados. Equipo de apoyo. Inauguración. Recitales. Traslados. Más recitales. Reuniones de trabajo, reuniones de festejos. Jóvenes descubriendo el agua tibia, viejos quemándose con ella. Sonrisas danzantes en islas de xeca mojadas y ubérrimas.
Reseña. Homenaje al Grupo Nuevos Signos. 1968-2018. Julio Fausto, Luís Alfredo, Antonio, Francisco, Delia, Roberto y José Luís. Poesía versus violencia. Todavía hay violencia, también poesía. Ningún poeta se ha rendido. Los versos siguen en marcha y a la carga.
Reflexión. ¿Y por qué un festival de poesía dedicado a los emigrantes desaparecidos? ¿Y por qué no? ¿Por qué no? Pensemos. Sintamos. ¿Quiénes son los desaparecidos? Antes fueron los desplazados por esa perra rabiosa, la que arrasó la tierra, la guerra. Hoy son los mordidos por la hiena sarnosa, la que aleja los frijoles de la mesa, la que condena a la infancia a la ignorancia y a las madres a la enfermedad. Crocuta crocuta, pobreza de los pobres. Huyendo de la miseria, se toparon con el vacío de, ¿de qué? ¿Qué les ocurrió? Ese es el dolor. Nadie lo sabe.
El oficio poético consiste en que el lector descubra su propia humanidad en los versos paridos por el poeta. Un festival debería imitar esa virtud. ¿Acaso el padre de Claudia patricia no merece escuchar un verso como: “ese rocío de la aurora, hoy es plasma que mancha la tierra”?
Tuve una conversa con el Tata Juanito. Le entendí que la espiritualidad Maya trata sobre equilibrio. Armonía y discordia. Si desaparecen los emigrantes, los poetas, ¿no deben aparecer?
Finalizó el festival, al día siguiente madrugué, tomé un taxi, un avión y regresé a casa.

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