domingo, 5 de noviembre de 2017

MES DE LA PATRIA

“Patria son tantas cosas bellas.”
Rubén Blades
Todos los noviembres los panameños debatimos sobre los desfiles y símbolos patrios. ¡Qué si los uniformes militares son un recuerdo de la dictadura! ¡Qué aporrear un tambor no es muestra de amor a la patria! ¡Qué si las bandas independientes son vulgares!
Pienso que el dilema es el mismo de siempre: renegamos de lo que somos. Nuestras expectativas son producto de la colonización mental y no una reflexión sobre nuestra cultura.
Hace unos años recuerdo que mi amigo Óscar hacía la siguiente pregunta: ¿Qué tiene más que ver con nosotros: el remeneo de Mariana Soba o el paso de un ganso prusiano? Lo más probable es que en público confesemos que es inmoral bailar en un desfile en honor a la patria, pero igualmente de probable es que, en la noche, después de las marchas, vayamos a una fiesta a bailar, ya no Mariana Soba porque ya no está de moda, pero si a menearnos como siempre lo hacemos. Somos un pueblo sensual con sentimiento de culpa por serlo.
Llama mucho la atención que altos personeros de los gobiernos civilistas post invasión, esos que condenan permanentemente el militarismo, cada 28 de noviembre visten uniformes de bomberos con charreteras llenas de estrellas y laureles. Mientras escuchan el ritmo de tambores y clarines, marcan el paso marcialmente, muy marcialmente. ¡Es que los uniformes tienen tal encanto que es imposible resistirse a la tentación de vestir uno! ¡Patrañas! O en buen panameño: ¡Paja! Somos un pueblo al que le gusta farandulear.
¿Será que somos una colonia de mestizos y mulatos que aspiramos a ser blancos y que haremos lo que sea para blanquearnos? ¿Será que nos han convencido, con nuestra anuencia, que lo único panameño es la pollera de gala vistiendo a una mujer tableña? ¿Será que negarnos es nuestra identidad?

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