“No queremos go-rre-ros. ¡Belleza!
La polla Assilem
En estos días,
las cotidianas noticias de escándalos sobre la corrupción en Panamá compitieron
por la atención del público contra un video de invitación a un cumpleaños.
Assilem, la polla hija de Melissa, fue la responsable. Ella es una muchacha de
21 años, con un hijo y que vive en la 24 de Diciembre, un barrio de las afueras
de la ciudad de Panamá. Un barrio muy popular de esta ciudad de extremos.
He leído toda
clase de comentarios, desde sandeces hasta sesudos análisis sobre el porque el
mencionado video se convirtió en tendencia en las redes sociales. Para nada me
asombraron los discriminadores panegíricos de los autonombrados voceros de la
clase media. Una minoría entre las minorías con complejo de Torquemada. Esos mismos
fueron los que despotricaron contra los diablos rojos (antiguo sistema de
transporte colectivo de la Ciudad de Panamá), que se alegraron con su
desaparición y que ahora desvían la mirada ante el mal servicio que presta el
Metro Bus (actual sistema de transporte publico) y también lo hacen cuando se
topan con un diablo verde (la nueva versión de los diablos rojos). Sus ínfulas
de gran urbe quedaron, cosa rara, en fracaso. Pareciera que los diablos buses y
Assilem les recuerdan que no son aristócratas blancos sino libertos
blanqueados. ¡Qué suerte que la mayoría de los pequeños burgueses de este país
tienen mentes brillantes y corazones nobles!
Dije que no me
extrañaron las declaraciones de este grupito, pues dichos personajes tienen
rato allanándole el camino al posible futuro régimen fascista panameño. Soy
pequeño burgués, y muy cínico, por cierto, pero me cuido mucho de no coquetearle
al nazismo. Porque esta patria mía cada vez huele más a estado totalitario.
No faltó el
descerebrado que propuso asistir a la fiesta para realizar un experimento
antropológico (¿Mengele?); sólo alguien con las neuronas desconectadas no se
percata que su mal chiste alienta a quienes consideran que las personas como
Assilem son chusma y que chusma significa desecho humano. ¿Y qué se hace con
los desechos?
¿Exagero?
Recojamos todos las glosas de odio y desprecio que circulan en este país,
articulémoslas en un discurso y tendremos algo parecido al ideario de Hitler. ¿Qué
tan lejos está el día en el cual los fanáticos decidan pasar del insulto
aislado a la agresión organizada? ¿Cuántas marchas pro fobias y anti derechos
humanos van?
Pero las
declaraciones que más me conmovieron, fueron las de los promotores culturales. Mis
queridos pares. Palabras más, palabras menos reclamaban con la siguiente
pregunta: ¿Por qué la polla recibe abundante apoyo para su cumpleaños y mi
proyecto no tiene ninguno?
Me parece que
quien así piensa no comprende, totalmente, que nos mueve a los seres humanos,
no entiende que en realidad somos bastante simples. Simples. Los individuos que
pertenecemos a esta especie llamada Homo sapiens sapiens, somos seres con
motivos poco complejos, pero muy fuertes. El prototipo de nuestros móviles es
el sexo.
En su video
Assilem dice: “Vengan activa’os, porque las pollas van a estar activa’as
también”. ¡Ey! Dejemos las ingenuidades, esa declaración está cargada de
estrógenos y dirigida a encenderles las arterias a los adictos a la testosterona.
Si la polla tuviese cara y cuerpo de hojalda asoleada y atropellada por un
camión, ¿el revuelo hubiese sido igual?
Nosotros los
humanos somos seres en relación. Si no me equivoco, el jaleo comenzó cuando un reguesero declaró que asistiría a
la fiesta y que haría una presentación. Eso arrastró a otros colegas del género
urbano ha imitarlo; siguieron los admiradores de dichos cantantes. Se podría decir
que esos artistas son vulgares y de letras primitivas, pero es una necedad negar
su inmensa y justificada influencia en los barrios populares.
¿Quiénes cantan
letras con los códigos que significan algo para los arrabales? ¿Y acaso esas
letras no desempeñan una labor de identidad y
unidad cultural en dichos lugares? ¿Y, precisamente, no fue esa relación quién
catapultó a la polla Assilem a su actual popularidad?
Los humanos vivimos en situaciones. Hasta lo que yo
sé, ni los poetas ni los regueseros tienen subsidios gubernamentales en Panamá,
pero mi patria sufre una grave crisis educativa desde hace varias décadas. ¿Y
qué pasa con la poesía en un país en ese contexto? Pues se reduce a…regueé. ¿Siguen
siendo los poetas los portavoces del pueblo o sólo dialogan entre ellos?
En el circuito electoral al cual pertenece el barrio
de la polla, hay un diputado que está llevando adelante la formación de un
nuevo partido político; una diputada oficialista le ofreció a Assilem las
boquitas para la celebración y se tomaron la respectiva foto. Cada vez que esa
diputada comete una imbecilidad se escuda diciendo que es una joven inexperta; sin
embargo, ya fue vicepresidente de la Asamblea Nacional. ¿Será que la novata le
metió un gol al veterano al acercarse primero a una figura que pudiera atraer
votos en las próximas elecciones y que de paso llevó sus reflectores hasta la
cumpleañera?
Los humanos buscamos la comodidad, nos gusta lo fácil.
¿Qué es más difícil: convertir en noticia el video de la polla o los recitales
que el pintor Roy Arcia realiza todos los jueves en la Galería de arte Manuel
Amador de la Universidad de Panamá?
Somos simples y elementales.
Tan básicos como el miedo que sentimos. Al final, la misma cumpleañera
suspendió la fiesta. El tumulto se le escapó de las manos. Temió algo terrible.
No quiso cargar con tan horrible responsabilidad.
En un país ideal, los fiesteros a la mañana siguiente
estarían cortando la trasnochada con un buen sancocho de gallina de patio.
Assilem, su familia y algunas de sus amigas recogerían las latas de cerveza
tiradas al suelo por los borrachos; bueno, en un país ideal la basura hubiese
sido puesta en su lugar, por los mismos festeros y durante la misma fiesta.
En ese país, la policía hubiese brindado la seguridad
necesaria para que no ocurriese lo que muchos miserables desearon con fervor y
la polla evitó al suspender la fiesta: una balacera. Ese país ideal es un buen
motivo para seguir bregando en diversos proyectos culturales. En este punto,
los pequeños burgueses tenemos mucho que aportar. Siempre y cuando resolvamos
algo.
El éxito promocional del cumpleaños de la polla no es el
fracaso de ningún proyecto cultural, aunque éste esté olvidado por las
autoridades y la empresa privada. En esto del quehacer humano, que al fin y al
cabo eso es la cultura, muchos son los caminantes y muchos los circuitos por
donde ellos, los caminantes, pueden deambular. Por tal razón, no hay que tomar
el revuelo de la fiesta que no se dio de excusa ni para rendirse, ni para hacer
acusaciones nacidas del peor de los sentimientos: la envidia.
Hay quien dice que todo fue un teatro. En lo personal,
pienso que dilucidar si la polla es una persona o un personaje es menos
importante que sacarle algún aprendizaje a todo esto, algo que sirva para no extenuarse
con tanto barullo.
El cansancio
confunde y el confundido sufre. ¡Y comienza a envidiar! Se padece mucho menos,
y por ende, la envidia se aleja, cuando se tienen claros ciertos puntos
fundamentales. Por ejemplo, es necesario responder estas preguntas: ¿qué se
quiere con el proyecto que se lleva adelante? ¿Ganar fama? ¿Dinero? ¿Incidir
positivamente en la sociedad? ¿Las tres? ¡Claro que se puede aspirar a tenerlo
todo! Pero todo tiene su precio. Hasta para regalar el arte, el que regala
tiene que pagar un importe. ¡Paradójico! ¿Verdad?
Cada país tiene su lista de
costos. Y hay que conocerla y aceptarla. Rezongar contra ella es un consumo,
inútil y agotador, de energía. Mejor dedicar esa energía a inventarse que hacer
por los proyectos culturales en un país que parece desconocer su existencia. ¿O
no es así?
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