“No
es ya un ruego, sino una orden que debe subir de los pueblos hacia los
gobiernos, la orden de elegir definitivamente entre el infierno y la razón.”
Albert Camus
Estimada amiga,
como siempre es una muy buena noticia tener noticias tuyas. Me preguntas mi
opinión sobre tu temor por el inminente fin de nuestra civilización. Y estás
convencida de la proximidad del fin, por las muestras de barbarie que cada día
quedan en evidencia en los noticieros. Pues te cuento que las fatales noticias
no son nada nuevo.
Paso a
explicarme. Considero que las civilizaciones nacieron en función de los
intereses de las minorías. Los jefes de los clanes se autonombraron dueños de
las tierras ocupadas y con el nacimiento de las clases sociales, nacieron los
ricos y los pobres.
El patriarca
quedó a la cabeza de una sociedad tipificada por marginar a la mujer, a los sin
tierras y al extranjero. La mujer quedó reducida a fábrica de hijos. Los sin
tierra se convirtieron en siervos o soldados. Ser extranjero era la excusa
perfecta para ser sometido a la esclavitud. Cuando el patriarcado fue
reemplazado por el capitalismo, siguieron vigentes sus paradigmas excluyentes.
Nació el racismo tal y como hoy día lo conocemos. Por supuesto que la
Revolución Industrial trajo el desarrollo tecnológico, pero la tecnología no
necesariamente conlleva mejor convivencia. Miles de guerra nos prueban ese
punto.
La civilización está en función de las minorías.
Siempre ha sido así. Lo que ocurre que tú y yo somos afortunados. ¿Sabías que
el 10 % de la humanidad muere de hambre, mientras los restaurantes de comida
rápida, a los que tú y yo asistimos, tiran al tinaco toneladas de alimentos
cada día? A tu temor de que estamos próximos a sufrir el final de la
civilización, sólo me queda decirte que millones de seres humanos llevan muchos
siglos sufriendo a esta civilización.
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