domingo, 12 de julio de 2015

DE LO LAMENTABLE EN EL INSTITUTO NACIONAL

“Toda solución sostenible al fenómeno de las pandillas y de la violencia en general, pasa necesariamente por la adopción de políticas integrales de atención al fenómeno de la violencia juvenil, la generación de oportunidades de inclusión social a los jóvenes, el fortalecimiento de la institucionalidad democrática y la lucha contra la impunidad.”
Jeannette Aguilar
Dicen las autoridades del Ministerio de Educación que el Instituto Nacional, el glorioso Nido de Águilas, prestigioso colegio que ha sido el buque insignia en las luchas patrióticas y sociales de Panamá, posiblemente está infiltrado por pandillas y que, por tal razón, las investigaciones que hay que realizar a las últimas protestas callejeras sobrepasan la capacidad de las autoridades educativas y hay que trasladarlas al Ministerio Público. En las últimas protestas fueron destruidos automóviles estacionados en la vía pública y quemados con una bomba Molotov los cuerpos de dos estudiantes y un profesor; las quemaduras son de segundo grado. La razón de las protestas fue por la aplicación de medidas disciplinarias llevadas adelante por docentes y administrativos del colegio. Días antes de los eventos, supuestos estudiantes encapuchados del Instituto Nacional hicieron circular por las redes sociales un video donde amenazaban a quienes aplicaban las medidas mencionadas, incluso, al Presidente de la República.
La medida anunciada por la Ministra de Educación de poco va a servir. Es la salida fácil que a la larga oxigena el problema. Aunque sí es delictivo el comportamiento de los jóvenes involucrados en los hechos, no es el de pandilleros comunes. El negocio de las pandillas es la venta de drogas y formar un alboroto en el área de las ventas es malo para el comercio. ¡Ah! Se me olvidaba. Durante las protestas había presencia policial que sirvió de testigo al vandalismo. Dicen que fue porque el Ministerio de Educación no autorizó su intervención.
Nada me dice que el Ministerio Público no hará lo mismo que la policía y el ministro de educación: mirar para otro lado. Porque por eso el monstruo está fuera de control.
Es imposible que a esta altura las autoridades del Ministerio de Educación, la policía, los padres de familia, el cuerpo docente, directivos, administrativos y estudiantes del Instituto Nacional no sepan quienes son los terroristas. No hay máscara que oculte el lenguaje corporal de alguien conocido. ¿Por qué, entonces, las dudas para proceder? Porque tienen mucho tiempo mirando para otro lado y están esperando que el problema desaparezca por arte de magia.
Olvidan que estos actuales “estudiantes no mirados” hoy tienen ejemplos funestos, desde las maras centroamericanas hasta las tropas combatientes del estado islámico. Y con la impunidad galopando a lo largo de la patria, esos muchachos quizás estén pensando: si ellos pueden, yo también puedo. ¿Qué significa que, a pesar de la cercanía de un profesor, un estudiante encienda una bomba Molotov arrojada a un tinaco? Para mí es obvia la respuesta: ese estudiante ya no reconoce como autoridad al cuerpo docente. ¿Por qué? ¿Será por qué ya está acostumbrado a verlo mirar a otro lado?
A partir de mañana, pudiera ser que, en el resto de los colegios del país las medidas represivas contra los estudiantes recrudezcan. ¿Lo harán por qué ellos sí miran a sus estudiantes? No, no es así. Lo harán por miedo. Y eso es lamentable.
Lo ocurrido en el Nido de Águilas es una metáfora de lo que ocurre en el país. Minorías estúpidas tienen secuestrada a la patria. Y son estúpidas porque sus coacciones no necesariamente se traducen en ganancias reales, mucho hacen por la sola sensación de abuso del poder. Todo esto sucede con la complicidad de las tontas mayorías que prefieren mirar a otro lado. Son tontas porque tienen un gran poder y optan por no ejecutarlo y lo hacen por no asumir la responsabilidad que implica el ejercicio del poder. Y eso es lamentable.

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