“Toda solución
sostenible al fenómeno de las pandillas y de la violencia en general, pasa
necesariamente por la adopción de políticas integrales de atención al fenómeno
de la violencia juvenil, la generación de oportunidades de inclusión social a
los jóvenes, el fortalecimiento de la institucionalidad democrática y la lucha
contra la impunidad.”
Jeannette Aguilar
Dicen las autoridades del Ministerio de Educación que el Instituto
Nacional, el glorioso Nido de Águilas, prestigioso colegio que ha sido el buque
insignia en las luchas patrióticas y sociales de Panamá, posiblemente está
infiltrado por pandillas y que, por tal razón, las investigaciones que hay que
realizar a las últimas protestas callejeras sobrepasan la capacidad de las
autoridades educativas y hay que trasladarlas al Ministerio Público. En las últimas
protestas fueron destruidos automóviles estacionados en la vía pública y
quemados con una bomba Molotov los cuerpos de dos estudiantes y un profesor;
las quemaduras son de segundo grado. La razón de las protestas fue por la
aplicación de medidas disciplinarias llevadas adelante por docentes y administrativos
del colegio. Días antes de los eventos, supuestos estudiantes encapuchados del
Instituto Nacional hicieron circular por las redes sociales un video donde
amenazaban a quienes aplicaban las medidas mencionadas, incluso, al Presidente
de la República.
La medida anunciada por la Ministra de Educación de poco va a
servir. Es la salida fácil que a la larga oxigena el problema. Aunque sí es delictivo
el comportamiento de los jóvenes involucrados en los hechos, no es el de pandilleros
comunes. El negocio de las pandillas es la venta de drogas y formar un alboroto
en el área de las ventas es malo para el comercio. ¡Ah! Se me olvidaba. Durante
las protestas había presencia policial que sirvió de testigo al vandalismo. Dicen
que fue porque el Ministerio de Educación no autorizó su intervención.
Nada me dice que el Ministerio Público no hará lo mismo que la policía
y el ministro de educación: mirar para otro lado. Porque por eso el monstruo está
fuera de control.
Es imposible que a esta altura las autoridades del Ministerio de Educación,
la policía, los padres de familia, el cuerpo docente, directivos,
administrativos y estudiantes del Instituto Nacional no sepan quienes son los
terroristas. No hay máscara que oculte el lenguaje corporal de alguien conocido.
¿Por qué, entonces, las dudas para proceder? Porque tienen mucho tiempo mirando
para otro lado y están esperando que el problema desaparezca por arte de magia.
Olvidan que estos actuales “estudiantes no mirados” hoy tienen ejemplos
funestos, desde las maras centroamericanas hasta las tropas combatientes del estado
islámico. Y con la impunidad galopando a lo largo de la patria, esos muchachos
quizás estén pensando: si ellos pueden, yo también puedo. ¿Qué significa que, a
pesar de la cercanía de un profesor, un estudiante encienda una bomba Molotov
arrojada a un tinaco? Para mí es obvia la respuesta: ese estudiante ya no
reconoce como autoridad al cuerpo docente. ¿Por qué? ¿Será por qué ya está
acostumbrado a verlo mirar a otro lado?
A partir de mañana, pudiera ser que, en el resto de los colegios del
país las medidas represivas contra los estudiantes recrudezcan. ¿Lo harán por
qué ellos sí miran a sus estudiantes? No, no es así. Lo harán por miedo. Y eso
es lamentable.
Lo ocurrido en el Nido de Águilas es una metáfora
de lo que ocurre en el país. Minorías estúpidas tienen secuestrada a la patria.
Y son estúpidas porque sus coacciones no necesariamente se traducen en
ganancias reales, mucho hacen por la sola sensación de abuso del poder. Todo esto
sucede con la complicidad de las tontas mayorías que prefieren mirar a otro
lado. Son tontas porque tienen un gran poder y optan por no ejecutarlo y lo
hacen por no asumir la responsabilidad que implica el ejercicio del poder. Y
eso es lamentable.
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