domingo, 27 de julio de 2014

LA REVOLUCIÓN SANDINISTA

“Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza.”
Augusto César Sandino
En marzo de 1979 ingresé a la Escuela de Biología de la Universidad de Panamá. No entré directamente a los cursos regulares de la carrera. Tuve que hacer un curso de capacitación. El abismo entre educación media y estudios superiores ya existía en aquellos tiempos. En ese curso introductorio conocí a unos nicaragüenses muy jóvenes que me hablaron de sueños e ideales patrióticos. A finales de abril todos dejaron de asistir a clases. Un par de meses más tarde supe que habían regresado a su patria. Un par de años más tarde supe que todos murieron en el empujón final que derrocó a la dinastía tiránica de los Somoza.
24 años más tarde por fin conocí la patria de Sandino. De la revolución quedaba muy poco. En las dos guerras (contra Somoza y contra los Contras) se habían cometido grandes y graves estragos, pero para cuando por fin pisé Nicaragua, lo más evidente eran las ruinas dejadas por el asalto estilo piñata que sufrió el estado nicaragënse. Aún así sentí que había algo diferente.

Algo que en mi primer viaje a Managua llamó mucho mi atención, fue un personaje pagado por los vecinos de un barrio para cuidar las calles por las noches. Lo llaman CDN o algo parecido. Pienso que pudiera tratarse de una reminiscencia de los tiempos de guerra. En viajes posteriores  llegué hasta San Salvador y vi algo que no había visto en Managua: los grafitis de los mareros. Concluí que junto a la institución del CDN o como se llame, debería haber otras que convirtieron a Nicaragua en territorio libre de las temibles maras. Esa capacidad de los nicas de organizarse para frenar el mayor fenómeno delictivo de finales del siglo XX e inicios del XXI, es producto de la Revolución Sandinista. Hasta antisandinistas me lo dijeron. Y esa es la mejor evidencia de que algo ocurrió, algo bueno, en aquellos años de tanta agitación, dolor y muerte. Por lo menos eso es lo que queda del sacrificio que hicieran mis jóvenes compañeros de clase.

domingo, 20 de julio de 2014

REVOLUCIÓN FRANCESA

¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
La Marsellesa
Aunque la Primera República fue aplastada por la bota de Napoleón Bonaparte, haciendo parecer totalmente inútil el guillotínico baño de sangre llevado adelante por el Incorruptible Maximilien Robespierre; aunque el régimen republicano demoró poco más de ocho décadas en reemplazar cualquier forma monárquica de gobierno. A pesar de estas y otras vicisitudes, la Revolución Francesa marcó un antes y un después en el devenir histórico de Occidente.
Gracias a ella se destruyó al sistema feudal y a la monarquía absoluta, por lo menos en lo formal, dando paso al nacimiento de las repúblicas de corte liberal. Se separó a la iglesia del estado, permitiendo así la libertad religiosa y la convivencia ecuménica dentro de una nación laica. La burguesía asumió el papel protagónico que en el Antiguo Régimen tenía la nobleza. Se difundieron por toda Europa las ideas democráticas. Y esas ideas llegaron al Nuevo Mundo e inspiraron las independencias de las colonias iberoamericanas. Crecieron los movimientos nacionalistas. El mundo político cambio y lo hizo para siempre.
En lo personal, mis años de estudios en la Escuela República de Guatemala, donde hice mi primaria, fueron iluminados por el canto de La Marsellesa. Pienso que dichas notas calaron en mi infantil espíritu y lo convencieron de rechazar, ya de adulto, a los tiranos. Ahora de viejo, además, rechazo con más fuerza a esos tiranos enanos de la vida cotidiana, a los manipuladores.

domingo, 13 de julio de 2014

REVOLUCIÓN AMERICANA

Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”
Preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América
Los derechos naturales son los derechos propios del hombre. Son imprescriptibles e inalienables. Ellos son el derecho a la vida y a la integridad física, a la libertad, a la igualdad, a la seguridad, a la propiedad, al honor y al trabajo, entre otros. Hoy en día todos los derechos naturales se encuentran consagrados en las Constituciones Políticas de cada País y en otros escritos similares. Uno de los primeros documentos que registra estos derechos del individuo y que aspira a concretarlos en un proyecto político es la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.
De ella rescato dos planteamientos esenciales: la búsqueda de la felicidad como derecho inalienable que tiene todo individuo y el derecho de los pueblos a constituir gobiernos que garanticen sus derechos y que cuando no cumplan, los pueblos tengan derecho ha abolirlos. Hay que recordar que en la sociedad tradicional la felicidad esta reservada para que la disfruten en la otra vida los fieles salvos. Tampoco olvidemos que para la época en Europa imperaba el Derecho Divino que justificaba el gobierno de los reyes por ser un derivado de la voluntad del mismo Dios.

Pienso que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos es uno de varios hitos que evolucionaron hasta alcanzar cumbres como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Declaración de los Derechos Civiles. Un dato curioso: el derecho a la libertad, del que habla esta declaración, en el capitalismo, es el derecho a la libertad de empresa y, por ende, el derecho a la propiedad. Ejercer tales derechos permitió el desarrollo tecnológico y dio pie a que Karl Marx explicase la historia a partir de los modos de producción.