“Porque la libertad no implica romper las
cadenas que otros nos han puesto, sino aprender a liberarse de uno mismo
(complejos, miedos, odios).”
Víctor Paz
Mis escritos me han servido para crecer. He
crecido en la comprensión de la felicidad y la infelicidad, de mi felicidad y de
mi infelicidad. Escribiendo crecí y pasé de concebir historias de falsas
complacencias a otras de constantes búsquedas. Puede ser que estos textos no
sean genialidades ni totalmente originales, pero son el inventario de mis
vivencias reflexionadas. Y esas vivencias fueron enriquecidas por algunas
personas muy especiales, maravillosas.
Tuve la dicha de toparme con gente
extraordinaria que así lo hizo posible. Con su paciencia, su firmeza, cariño. Debería
mencionar a muchos en este escrito, pero no tendría suficiente espacio. Por eso
he decidido que dos personas sean sacramento de lo maravilloso que es influir
positivamente en otro ser humano.
Dedico
esta discusión escrita y las que vendrán a dos discutantes fundamentales en mi
vida. A Aurora Elena, la mujer que parió mi ser biológico y conformó mi ser
discutante. Ella me retó a pensar, a debatir con buen humor y a no ser un
dogmático; siempre me dijo: no sólo existen el blanco y el negro, mira, allí
están los grises. De ella aprendí las cosas importantes, que al fin y al cabo,
no son muchas. También quiero mencionar a Carlos Matías Ramos. Con él discutí
mucho, en especial, sobre temas relacionados con la felicidad y la amistad.
Carlos llegó a hablar de escribir un ensayo sobre el amicalismo, la ética del
ser amigo. A los dos mi homenaje póstumo. Nunca es tarde cuando la dicha es
buena y la semilla de Aurora y Carlos ya está dando frutos. ¡Qué bueno!
1 comentario:
Hay muchas personas que dejan huella en nosotros. Siempre es bueno darles su espacio de recuerdo.
Saludos
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