“Cuando
el sujeto encuentra el sentido de su vida a través de su vinculación al orden
social establecido y lo que éste le ofrece como metas y objetivos vitales, deja
en un segundo plano su condición social o, mejor dicho, aunque sea consciente
de que está sufriendo una injusticia, la justificará y aceptará como una
variante más del sentido que le es propio como ser existencial."
Pedro
Antonio Honrubia Hurtado
Pertenecer
a una manada tiene sus ventajas, sus grandes ventajas. Dentro de ella el
individuo gana poder, poder que ejerce en la consecución de una causa, y no de
cualquier causa, sino de la causa mayor. La causa de todas las causas. Hay
otros beneficios.
La manada le impone su disciplina al
individuo y termina por ordenarle la vida. Y esto no es gratuito, es para
favorecer el trabajo en equipo. ¿Ya mencione la causa mayor?
Con dicha labor se gana prestigio, se deja
de ser el tipo gris y anodino. Mientras más se trabaje por la manada, más
prestigio y, por ende, más autoridad para denunciar y reprimir a los miembros
que no cumplan las reglas de la manada. El mejor disidente es el disidente
anulado.
Todo buen miembro de la manada no deja
pasar oportunidad para demostrar lealtad a la manada, a sus miembros y, sobre
todo, a su líder. No hay mayor lealtad al líder que reclutar nuevos miembros y
comprometerse a convertirlos en fieles seguidores del líder, por supuesto.
El líder siempre da indicaciones que nadie
nunca acaba de entender y que todos los de la manada, a pesar de la confusión,
siguen con mucho entusiasmo. El ser fieles a las indicaciones del líder da un
lugar dentro de la manada y, por tanto, dentro de la sociedad. No importa que
la sociedad no entienda las indicaciones, no importa que la manada tampoco las
entienda, sólo importa tener plena confianza en saber que el líder sí las
entiende y comprende.
El individuo no tiene un puesto en la
sociedad. La manada es quien tiene un lugar en la sociedad. Y lo tiene porque
el líder se lo ha dado. Así nace el
síndrome del pretoriano, los mayores afanes de los miembros más prominentes de
la manada se dirigen a proteger y satisfacer las necesidades del líder. El
líder no se viste, se inviste. Y eso no hay que olvidarlo.
La manada se convierte en el centro de las
vidas de sus miembros. Compiten por demostrarse quien está más comprometido con
la manada y con el líder. Están orgullosos de pertenecer a la manada y de
seguir al pie de la letra las indicaciones del líder. Como nadie entiende las
famosas indicaciones se termina ponderando lo mágico y despreciando a la razón.
La lógica es reemplazada por una caricatura
que sólo sirve para justificar las determinaciones del líder. Se olvidan los
motivos originales que provocaron el nacimiento de la manada. Ahora sólo
importa mantener vigente, pese a todo, a la manada. Y eso se logra al presionar
a cada miembro a auto convencerse que su imagen en la manada es en realidad su
propia identidad en la vida. El miembro de una manada se convierte en una
imagen y deja de ser él. La consigna de su vida: Todo en la manada, nada fuera
de ella.
Al final, el miembro de la manada acumula poder esclavizante, él
se vuelve esclavo y esclavizador, se adhiere a la divinidad de los preceptos
manadiles y se lanza con todo su ser a la consecución de la gran causa: la
manada debe conquistar el mundo y debe hacerlo de forma totalitaria. Cero
disidentes. Menos que cero críticas a la manada.
Pertenecer
a una manada tiene sus ventajas, sus grandes ventajas. Te olvidas de hacerte
responsable de tu vida, no importa que seas manipulado; no tienes que
preocuparte por construir tu poder personal, sólo lo entregas a la manada y
punto. Pertenecer a una manada tiene sus ventajas, sus grandes ventajas. Claro
que las tiene, únicamente tienes que renunciar a ser tu mismo. ¿No te parece
muy bajo el precio?
2 comentarios:
Por supuesto que si.
Gracias, amigo, por todas tus opiniones...
Publicar un comentario