“Sócrates nos regaló la
idea de que pensar lógicamente sobre nuestras vidas puede ayudarnos a ser más
seguros e independientes, menos conformistas y menos vulnerables a la opinión
ajena. El sueño de que la filosofía puede liberarnos.”
Alain De Botton
Sócrates fue condenado a muerte por
corromper a la juventud y despreciar a los dioses. Pienso que tal sentencia,
fue en realidad, un fallido intento del estado Ateniense de poner punto final a
la guerra que el filósofo le declaró al fundamento de toda sociedad: sus
creencias.
Sin el firme aval del individuo a las
doctrinas estipuladas por la sociedad, esta perdería el poder represor y
ejecutor que la constituye en un corpus. Precisamente, Sócrates predicó que tal
conformidad debía ser cuestionada. Sí él hubiese vivido en una democracia de pensantes y no en una
comunidad de intereses, no hubiese tenido ningún problema. Es que cuestionar
las creencias en que se fundamenta el estado, en la práctica, es cuestionar a
las minorías que lo dirigen. En particular, hay una creencia cuyo
cuestionamiento es tachado de inmediato de peligroso, las elites condenan a
todo aquel que se atreva a preguntar: ¿nuestros dirigentes sabrán lo que hacen?
Las sociedades autocráticas y oligarcas
temen a la confianza que los individuos puedan tener en sus propias ideas. Cada
individuo que aprenda a pensar es un carnero que abandona el rebaño. Mientras
más grande sea el rebaño, más grande serán las ganancias de quienes se auto
constituyeron en dueños del mismo.
Para abandonar la manada, hay que
transformarse en inconforme, hay que estremecerse el cerebro, desinstalarse.
Salir de la comodidad de las verdades escritas en piedra. Hay que localizar los
prejuicios, cuestionarlos, desbancarlos. Hay que dejar de vivir sin pensar. Y
eso tiene su costo en tiempo dedicado a reflexionar sobre la propia vida y en
recibir frialdad y rechazo de parte del rebaño. Pensar y repensar y luego y
sólo luego de hacerlo, hablar en el momento justo nos diferencia del rebaño. Y
eso la manada no lo perdona.
Toda guerra tiene su estrategia. Choque
frontal, flanqueo, guerrilla, francotirador. Para los no violentos la
estrategia es la firmeza estoica, la no
participación en la propia opresión. Sócrates también planteó su estrategia de
combate. Sus pasos tácticos podríamos resumirlos así:
Primero, se elige un concepto aceptado por
las mayorías como verdadero.
Segundo, se busca una excepción a la regla
implícita en el concepto elegido.
Tercero, de hallarse pocas excepciones el
concepto comienza a tratarse como impreciso, de tener muchas se le trata como
falso.
Cuarto, a la luz de las excepciones
encontradas, el concepto original es replanteado.
Quinto, el proceso se repite con el
concepto replanteado hasta lograr la contundencia en el argumento, hasta
alcanzar la rotundez.
Sólo las opiniones pensadas tienen valor,
toda opinión repetida sin ser reflexionada por las mayorías no tiene validez.
No debe extrañar su sentencia de muerte;
Sócrates dejaba poco o ningún espacio para la frivolidad y la demagogia. Los
manipuladores debieron odiarlo.
Vemos el
mundo a través de nuestros ojos y hasta debemos, para no ser engañados por los
prejuicios, cuestionarnos lo que estamos viendo. Podemos intentar entender el
punto de visto de los otros, pero si no es lógico y está falto de sentido
común, sino es fruto de la reflexión, no debemos aceptarlo, aunque miles o
millones afirmen su autenticidad. Es más, debemos rechazarlo, debemos
declararle la guerra. El oscurantismo crece con el silencio de quien descubre
una falacia y prefiere ocultarse en las sombras. Posiblemente ese combate esté
perdido de antemano, pero por lo menos no se es cómplice de la desgracia
humana.
2 comentarios:
Todo esta muy bueno... con excepción de este pedacito: "Sí él hubiese vivido en una democracia de pensantes y no en una comunidad de intereses, no hubiese tenido ningún problema."
Esa democracia en abstracto , nunca ha existido, ... siempre han sido intereses.
PERO NO SE DEJE ATRAS QUE DE TODAS MAMNERAS PENSAR TIENE DEMASIADO INTERES Y CREA TODO LO QUE QUERAMOS
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