Francisco Herrera
“Siguieron intercambiando opiniones durante quince
días seguidos, y a los quince días no habían avanzado ni un paso. Pero al fin y
al cabo hablaban, se comunicaban ideas, se consolaban.”
Voltaire
¿Cuándo entendí y comprendí el significado
de la palabra bienvenido? Cuando retorné al colegio donde hoy laboro. Allí realicé
mis estudios de premedia. Y digo que conocí el significado de la palabra
bienvenido, pues a pesar de encontrarme nuevamente con profesoras que me dieron
clases en ese mismo plantel, ellas no me reconocieron. Habían pasado 19 años. También
me aplicaron la ley del novato: el nuevo es el que tiene que amoldarse. Fue un desconocido
quien me recibió con agrado y júbilo. Otro profesor de biología.
Se presentó, me preguntó mi nombre y me dejó claro, muy claro,
que llegaba, regresaba, a la institución que de lunes a
viernes, de 7 de la mañana a 12:30 de la tarde, de marzo a diciembre y hasta el
día de mi jubilación, sería mi segundo hogar:
el Colegio Elena Chávez de Pinate.
A partir de ese día, el profesor Francisco Herrera y
yo sostuvimos kilométricas conversaciones. Sobre todo de política y educación. Sobre
todo de política. Pero fuese cual fuese el
tema que se conversase con él, era abordado con pasión, con fuego. La verdad es
que nunca lo vi comportarse neutral, era un hombre que tomaba partido. Jamás fue
indiferente a los problemas de sus estudiantes, al devenir del colegio, a los
males de la patria.
Francisco tenía dos pasiones: su iglesia y su
familia. No predicaba, no hacía proselitismo, pero la fe en su Dios era, simplemente,
la pasión del siervo por su amo. Pero de quien estaba verdaderamente enamorado,
era de su familia, de su hija y de su nieta. Por eso entiendo que cuando su nietecita
partió, él no pudo resistir mucho la tentación de seguirla. Francisco se fue, ahora
su nieta es quien le da la bienvenida. Francisco ahora está con dos de sus amores.
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