El elefante blanco se abre paso
“Mañana llega Ulises y pone orden.”
Benjamín Ramón
¿Cuándo dos por
tres no es seis? ¿Acaso la aritmética puede fallar? Si puede fallar. Hay
ciertas operaciones que las matemáticas no pueden resolver. Es más, no deben
intentar resolverlas. Por ejemplo, tratar de dividir o multiplicar las verdades
poéticas. Inicialmente, podría pensarse que las verdades poéticas están más
alejadas de la realidad objetiva que las matemáticas. No necesariamente siempre
es así. Si hay algo permanente en la realidad objetiva es que permanentemente
pierde parte de su objetividad. Puede ser minúscula, incluso microscópica, pero
constantemente cambia y al cambiar, quien la observa pierde capacidad de
observarla tal cual verdaderamente es. Así el observador se ve obligado a hacer
ajustes que le regresen la lucidez de atención de la nueva situación, pero
cuando ya supone haber logrado las adaptaciones pertinentes a la nueva
situación, resulta que la nueva situación ya es una vieja situación.
Las verdades
matemáticas se fundamentan en verdades ideales e incambiables, ninguna
transformación en la realidad objetiva las afecta. La poesía se fundamenta en
las verdades del mundo interior del poeta.
Un poeta, una poeta no es un marciano. Su mundo
interior es fruto de interacciones con el mundo exterior. Así su poesía es un
producto procesado de la realidad objetiva. Por ejemplo, un poeta o una poeta
panameña al mostrarnos parte de su mundo interior, puede que nos muestre parte
de Panamá. Puede ser que nos hable de folclore, ruinas o canal. Puede que nos
hable de un multitudinario escándalo que esconde a la soledad. O puede ser que
nos hable de un bus musicalizado donde todos cantan, no en coro, sino en medio
del caos.
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