El escriba cargado (Dece Ereo, Panamá)
Han Ryner
Una vez escuché decir que el poder es poder, solamente sí se ejerce. Para construir se necesita poder, para destruir también. Sería fácil concluir que construir es lo humano y culto y que destruir lo inhumano e inculto. ¿Será cierto?
Veamos. ¿Hay algún gran monumento de alguna gran civilización que no haya sido destrucción y dolor para los dominados y oprimidos de esa gran civilización? Por ejemplo, la Gran Pirámide de Guiza, obviamente, tuvo un significado para el Faraón Keops y otro para los esclavos que la construyeron. A propósito, las pirámides son tumbas, monumentos a la muerte.
Sigamos viendo. Si el poder humano emana de la cultura, lo inhumano debe hacerlo de la incultura. Pero, ¿quién es el culto y quién el inculto: el faraón o el esclavo? ¿Quién el humano y quién el inhumano: aquel que flagela a otro o el que construye algo mientras es flagelado? Un detalle duro y cruel, ¿sin flagelación hubiesen sido construidas las pirámides?
Pienso que nuestras expectativas son mayores que nuestras realidades. Deseamos con vehemencia admirar los frutos de la cultura y la civilización, pero sin la culpa de las muchas indecencias señaladas por la historia a lo largo de los siglos. Por eso, Alejandro Magno y Julio César, a pesar de sus guerras genocidas, son titanes fundacionales para Occidente. ¿Cómo será recordado George W. Bush y su guerra petrolera? Me temo que es muy probable que la versión histórica que lo ensalce sea la más popular y la que lo condene sea marginal.
Definir lo humano o lo inhumano, lo culto o inculto es un ejercicio del poder y el poder se ejerce y se ejerce para decir que yo soy civilizado y mi esclavo es un bárbaro.
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