Dos alientos Blancos (Dece Ereo, Panamá)
“Lucha, pues por más que tengas en la brega que sufrir, cuando todo esté peor, más debemos insistir.”
Rudyard Kipling
¿Cuál es la ficción humana más sostenida a lo largo de la historia? El tanto dolor que hay en el mundo se disimula con otro tanto de mentiras. ¿Cuáles son esas mentiras? Hay un Superhéroe que nos ha de salvar del dolor, hay un Shangri-La donde no hay dolor, beber del Santo Grial nos alejará del dolor, hay recetas mágicas contra el dolor. Lo paradójico del asunto es que basta con acercarnos a la alegría y comienza el alud de mentiras para alejarnos de ella: soy pecador, eso es mentira, eso no se puede, etcétera, etcétera. Y entre la mucha falacia que nos inunda, ¿habrá alguna verdad? Hoy me inclino a pensar que no hay verdades absolutas y que la búsqueda de la esencia pura no es más que la justificación del totalitarismo. Sin embargo, sé que estoy vivo en este instante y eso es una gran verdad. ¡La gran verdad!
Hemos sido criados para despreciar los instantes y esperar el final de los tiempos, de nuestro tiempo. Y perdemos de vista algo esencialmente práctico: ¡Qué cada instante de vida es una oportunidad de cultivar nuestra existencia y llenarla de alegría!
En dos sepelios dos cosas llamaron fuertemente mi atención. En el funeral de mi prima Lorena, vi como un muchacho de veintitantos años abría con sus propias manos la fosa donde iba a enterrar el cadáver de su primogénito. Concluí que mi dolor puede ser grande, pero que puede haber dolores más grandes. En el funeral de Yeimi, una niña de 15 años, vi a un grupo de adolescentes que la lloraban con dolor, luego supe que ella les instruía en como bailar congo. Me sentí muy orgulloso de haber conocido a una adolescente que durante sus pocos años de vida fue alguien útil. Al final, las cosas que importan no son muchas, y mentir no es una de ellas.
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