domingo, 7 de agosto de 2011

DIÁLOGOS CON UN ADOLESCENTE


Los hermanitos alegres (Dece Ereo, Panamá)

“El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.” Tito Livio

-¿Qué sopá prof ¿Kul o qué?

Mi primera reacción fue sentirme ofendido y pensé hacer algo para desofenderme. ¿Cómo que un chiquillo me iba hablar en esa jeringonza? Sin embargo, mi segunda reacción fue serenarme. ¿Cómo me iba a sentir ofendido si no le entendí nada?

La verdad, a ratos, el colegio donde trabajo me parece territorio extranjero. Por los pasillos los escucho comunicarse en otros idiomas, en la cafetería los veo ingerir cosas que para nada se me ocurriría tragar y, sobre todo, sus peinados me recuerdan el hacha de sacrificio de una tribu adoradora de los tiburones.

-Este año vengo relajao, ute kul, tú va’ve.

¿Por qué los adolescentes me recuerdan los personajes de una tira cómica? ¡Los de mi generación no fuimos así! ¿O sí? Tal vez la memoria me falla…es que como las cómicas eran en blanco y negro…

-Lo que pasó fue en vida real que el año pasado me quisieron yinanliar unos manes sot…

Recuerdo que la moda en aquel entonces era vestir con los famosos jackets de tela de mezclilla azul profundo y sus botones dorados y metálicos. Uno se encaletaba su chamarra y no había sol de medio día con el poder calórico suficiente para obligarlo a uno a desencaletarsela. Tuve una que use hasta que me quedó a la moda del ombligo afuera. Pero nunca, nunca, nunca nos cortamos el cabello de forma extraña. ¿Qué tenía de raro imitar el peinado Muhamad Alí? ¡Que uno no tuviese el pelo afro era lo de menos! ¿O sí?

“Creo que hay que pelear por ideales, por una sociedad mejor, pero los jóvenes deben reflexionar sobre cuales son los métodos idóneos para llevar a cabo esa lucha.”

Juan Sobalvarro

Los jóvenes de ahora, van a las discotecas… ¡Y no bailan! Eso no sólo es inaudito, es atentar contra los más sagrados pilares de nuestra cultura, bueno, de mi cultura. Cuando los jóvenes bailan, bailan reguetón y eso me parece un rito estrambótico de los cavernícolas. La salsa se baila, el bolero, el merengue. El reguetón se sufre. Nosotros sí éramos fiesteros. De día en los saraos y de noche en los naitas. Tengo que reconocer que eran unas fiestas poco ecológicas. La cerca de la casa se forraba con pencas de palma, para dar ambiente de intimidad. Con la tala criminal de árboles, los últimos naitas de los que tuve noticia apenas si tenían un par de pencas, que por secas, me daban la impresión de que eran recicladas.

-Pero le dije voy pa lante, voy andar kul, ofi, esa es la que es…

Recuerdo muchas cosas que me hacen sentir diferente a los adolescentes de hoy en día. Lo que sí no recuerdo es a mi madre, y menos a mi padre, haciéndome la tarea. Mis maestras me dejaban trabajos que yo podía desarrollar solo y si llegaban a sospechar que alguien hizo mi labor…les recuerdo que en esos tiempos las maestras podían usar la regla para enreglarte la vida.

¡Qué maestras me tocó vivir! Y a veces, hasta sufrir. Tenían el temperamento de un sargento de infantería. Pero hay algo que jamás he podido olvidar. Fue una escena terrible. La maestra Fulvia, a la que todos conocíamos como furia, pasó corriendo y llorando rumbo a la dirección. ¿Por qué? Uno de sus alumnos fue arrestado la noche anterior por intento de robo en…el comedor de la escuela. Jamás he podido olvidar las caras de las maestras, mis maestras, durante toda esa mañana.

-Si prof, no hay más roboteo.

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