domingo, 19 de junio de 2011

EL MAGO Y LA MAGIA


Osvaldo Toscano Orobio (Panamá)


“No soy mala hierba, sólo hierba en mal lugar.”

Enrique Bunbury

Escribir no es esperar a esa señora llamada inspiración, escribir es construir con palabras. El escritor, por ser un constructor, usa herramientas. Tal como un albañil o un carpintero. La diferencia es que no se pueden tocar con las manos, sino con la mente. Ellas son: la sensibilidad, la capacidad de observar, la imaginación y la cultura. (Gracias Héctor por decírmelo).

La sensibilidad es la capacidad subjetiva de percibir los estímulos del ambiente. Sin ella, el autor sería un mueble incapaz de enterarse y de interpretar con sus sentimientos lo que ocurre en su derredor. Es la antena irracional del escritor.

La capacidad de observar es percatarse objetivamente de lo que ocurre alrededor. Gracias a  la observación los acontecimientos serán captados, reinterpretados, y convertidos en obra literaria. Es la antena racional del escritor.  

La imaginación es la facilidad de formar nuevas ideas que expliquen lo que se está observando y sintiendo. Es uno de los motores de la creatividad literaria.

La cultura, específicamente la cultura literaria, es el conjunto de conocimientos que le permite al autor desarrollar su juicio crítico. Sin cultura, es decir, sin lectura, el escritor sufrirá de anemia estética. Es el otro motor de la creatividad literaria.

El uso adecuado de estas herramientas dará como resultado un cuento o una poesía bien construidos. En el caso de los cuentos, sólo tendrán las palabras que deben tener; en ellos ocurrirá algo y ese algo será intenso y asombroso; también serán provocativos y conmovedores. De tratarse de una poesía, ella será breve (incluso a costa de la gramática), sugerente (lo obvio es pecado) y melódica (la música es su carne).

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