La tarea esencial (Dece Ereo, Panamá)
Benjamín Franklin
La evolución humana se debe más a las pequeñas tareas diarias que a los grandes eventos. Es más, ¿esos supuestos saltos históricos de verdad fueron exitosos? Miren que la Revolución Francesa, la más cacareada de esas zancadas, terminó convertida en la dictadura de Napoleón.
Los megaproyectos no me convencen. Por eso hago mis pequeñas tareas diarias. Una de ellas es hacer algo por mi salud física, sicológica, intelectual y espiritual. En otras palabras: vigilarme, atenderme y reconstruirme. Me ha funcionado. No soy exactamente un mar de ternura; sin embargo, recordar que llegué a tener ataques de ira con escupitajos de sangre y todo, y comprobar que ese comportamiento es cosa de mi pasado, me hace sentir muy orgulloso.
Otra de mis tareas de cada día es tirar un par de balazos, Tranquilos, es una metáfora. Hay una guerra no tan solapada contra la juventud. ¡Y no soy neutral en ese conflicto! Estoy en contra de los adultos infelices que quieren pasar a la siguiente generación su acumulado de dolor y frustración. Casualmente, en estos días compré municiones. ¡Oye! ¡Qué es una metáfora!
Soy individualista y rechazo las jerarquías, los ritos y todas esas hierbas que nos venden como sagradas e indiscutibles. ¡Adiós a los juegos del poder: la manipulación, el soborno y el chantaje! Cada día me distancio de los títulos y me acerco a los humanos. ¡Y humanas!
La principal de mis pequeñas tareas diarias es aprender algo y compartir lo aprendido. Claro, he comprendido que no a todo el mundo le interesa lo que he estudiado. Ahora estoy aprendiendo, no ha callarme, sino a construir silencios. Y desde el silencio, estar disponible para el prójimo en aquellas tareas en las que ambos aprendemos algo.