El otro espejo (Dece Ereo-Panamá)
Tomas Fuller
Ya llevamos varios siglos de ilustración científica. La misma cantidad de siglos de promesas no cumplidas. La principal, el final de la superstición. Pero nada más lejano de la verdad. He conocido colegas biólogos que creen en la versión más tradicional del mal de ojo, no en alguna explicación electromagnética del fenómeno, sino en la que afirma que es la mirada la causante del malestar. Hace unos años escuché que para hacer una gráfica que registre la actividad científica en Panamá, no se podían usar números enteros, había que echar mano de los decimales. Es decir, los porcentajes son tan cercanos a cero que casi no se notan. ¿A qué se debe este fenómeno? Me parece que el pensamiento científico está pasando de moda y está siendo reemplazado por la magia. Quizás lo mágico siempre estuvo subyacente. Tal vez la ciencia no fue más que un parche que se cayó con el aguacero del tiempo. Es muy común escuchar explicaciones que poco tienen que ver con la observación de la realidad. Parece ser que el idealismo filosófico, aquella interpretación del universo que afirma que la realidad es moldeada por el pensamiento, aflora hoy con mucha fuerza. La frase “Quiero pensar que…” hoy día es muy común, como si lo que yo pensase fuese un éter capaz de cambiar la realidad. No niego las potencialidades sicológicas del pensamiento. Si pienso positivamente, tendré una actitud positiva ante la vida. No señalo eso. Me refiero al mero fundamentarse en observar y analizar la realidad circundante, antes de emitir una opinión. Cuando era joven, recuerdo que uno de los personajes del cine y la televisión era Sherlock Holmes, el gran investigador forense. Su método: observar el fenómeno, deducir sus causas y buscar evidencia para comprobar la deducción. Me parece que no se necesita un doctorado en física cuántica para seguir ese método y así abandonar los chismes.