Niña leyendo-Iman Maleki
“Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos los rincones -sean intelectuales o campesinos-; en ellos está la fuerza, aunque sean pocos.”
Anton Chejov
Panamá no es democrática. La democracia es un producto poco consumido por el común de los panameños. Muchas décadas de caciquismo y clientelismo político, se traducen en poca reflexión sobre los derechos y deberes que implica vivir en una sociedad donde todos tenemos voz y voto; una donde todos podemos participar sin necesidad de padrinos que nos lo permitan. Pero en los últimos lustros algo ha ocurrido. ¿Vendrán nuevos y mejores tiempos? Hay eventos que parecen indicar que la mentalidad del panameño está comenzando a asumir la responsabilidad de vivir en libertad en una sociedad libre. Claro que, aún falta mucho, pero mucho que hacer. Hay una actividad en el campo cultural, en la literatura, que me parece es un buen signo. Sus resultados apuntalan la democracia donde debe apuntalarse: en la mente del panameño y de la panameña. Me refiero a los círculos de lectura. Un espacio donde se comparte la experiencia de haberse enfrentado a un libro. A mediados de los 90’s, el profesor Ricardo Ríos Torres, desde su cátedra en la Universidad Santa María la Antigua, se lanzó a la gran aventura de formar un círculo de lectura en un país definido por el paradigma: aquí no se lee. ¡Triunfó! Hoy los círculos de lectura son el movimiento más saludable dentro del mundo literario panameño. Pero ¿qué tiene que ver la democracia con los círculos de lectura? Del éxito del círculo de lectura todos sus miembros son responsables. Un libro, una lectura, una voz. Y quien lee, comparte y crece. Panamá será democrática el día que los panameños entendamos que es nuestra responsabilidad ser democráticos.
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