Peral S. Buck.
Recreo y escuela son sinónimos. Un timbre, correr por el patio, abrir las loncheras, sudar el cuello de las camisas. Pero. ¿Recuerdan ustedes su quinto grado de primaria? ¿Recuerdan al chico o chica que siempre procuraba apoderarse del contenido de sus loncheras o del dinero de su merienda? Si, si. Ese que los correteaba para sonarlos hasta hacerles sudar el cuello de la camisa. Ese que les hacía desear oír pronto el timbre que ponía fin al recreo.
A pesar de los abusivos, la infancia y la adolescencia son épocas de amistad. También en esos primeros años nacen las creencias profundas, esas que han de guiar nuestros pasos por el resto de nuestras vidas, esas que llaman principios y valores.
Una de las más graves características de estos tiempos es la diversidad de códigos con los cuales manejamos nuestro día a día. Son tantos que es muy común escuchar la afirmación: Lo que es bueno para uno es malo para el otro. ¡Qué fruto de la acelerada atomización de nuestra sociedad! A veces, parece que quien mantiene unida a la humanidad es la televisión y sus comerciales.
Por suerte existieron, existen y existirán los y las imprescindibles. Los José Martí y las sor Juana Inés de la Cruz que se jugaron la vida al predicar y más que todo, practicar la libertad, la autorrealización y la solidaridad. Por suerte, aún en este territorio pasto de los centros comerciales, hay voces que paradas sobre sus fuertes piernas sueñan y construyen un mundo mejor.
Es curioso pensar que en Panamá, un país lleno de gringófilos confesos, los principios que fundamentaron el surgimiento de los Estados Unidos de América sean tantas veces olvidados: Todos los hombres nacieron para ser felices y ningún tirano tiene derecho alguno de atentar contra dicha felicidad. De repente, debo recomendar una investigación sobre las vidas de Tomás Jefferson y Benjamín Franklin y a despreocuparse por el siguiente capítulo de los Simpson.
2 comentarios:
Oye, yo resolví el asunto del abusivo en los recreos, sabes cómo???...un día le entré a patadas y listo. Ahora entiendo que los abusivos siguen, pero a diferencia de aquel que sólo deseaba reírse de mí, estos les complacería reírse de mi hambre, de mi sometimiento y a veces creo que hasta de mi muerte. Ah, y ya no se quitan de encima con un pataón, porque en el medio del crecimiento salió de nadie sabe donde la hipocresía y sus derechos y los míos qué???Bueno, estoy aprendiendo a modernizar, sofisticar o globalizar mis patadas, así tal vez me los quite de encima también.
Saludos David.
Tus últimas líneas dan en el clvavo y aportan luz a muchos pana (¿meños?) desubicados.
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